Teófilo Gutiérrez no estuvo anoche entre los titulares contra Quilmes por cuestiones meramente extrafutbolísticas. Por más que la camuflen o la disfracen de la manera que quieran, la verdad es que no jugó por la entendible razón de que Paolo Montero prefirió conservar la armonía grupal. Es que el plantel de Central ya no lo aguanta más al colombiano. Le soltó literalmente la mano. No soporta más sus actitudes entre cuatro paredes y afuera de ellas, como ocurrió el domingo cuando se encaprichó con que quería patear el penal contra Godoy Cruz. Justamente que se haya trenzado en una disputa con Marco Ruben fue la gota que rebasó el vaso. La que le marcó el camino de salida para mitad de año, cuando venza su contrato con el club. También ese acto de indisciplina delante de todo el mundo terminó por convencerlo a Montero de que Teo nunca quebrará una lanza por el equipo. Porque, como se sospechaba desde un principio, diría el Chavo, primero piensa en él, después en él y tercero en él. El rumor de pasillo asegura que el atacante cafetero nunca comulgó con ese universo insondable que es el vestuario canalla. Por todas estas razones, sumado a algunas llegadas tardías a los entrenamientos, es que los jugadores de Central no quieren saber más nada con Teo. La mayoría, por no decir todos, se encolumnó detrás de la figura del capitán canalla. Marco tiene tan adoctrinada a la tropa que ya ni los dardos dialécticos de Teo logran desestabilizarla. En ese sentido, los jugadores de Central tienen muy claro que deben seguir el cargo, en este caso el brazalete, independientemente de la persona que lo ocupa o lo usa.