CÓRDOBA. ENVIADO ESPECIAL.- Se fue el Chacho. Se cerró un ciclo. Comenzará otro. Un camino de nuevas aventuras. De nuevos desafíos con un plantel que seguramente deberá ser renovado. Eduardo Coudet certificó su salida de Central tras dos años de amor, desencantos y demás yerbas. "He decidido dar un paso al costado", argumentó antes de pegar la vuelta con el plantel en un micro en el que las tristezas y llantos eran el común denominador. No sólo por haber perdido la Copa Argentina frente a River. Sino porque se fue el entrenador. Ahora será momento de la dirigencia tomar el timón y buscar un nuevo capitán para este barco que necesitará enderezar el rumbo.
Central recién había perdido una nueva final de la Copa Argentina. Eduardo Coudet sólo atinó a quedarse paradito. Con las manos en los bolsillos. Como pensando vaya a saber qué. Luego comenzó a caminar a paso lento como buscando respuestas en el piso. El plantel canalla estaba de un lado. El Chacho en otro rincón. Solo. Miraba a su alrededor. A la nada misma. O a todos a la vez. Esperó que la organización les entregara la medalla de subcampeón a sus muchachos y después enfiló como una máquina sin control hacia el vestuario.
Y ahí se refugió. En el vestuario. Con los suyos. La gente se había ido del estadio hacía un buen rato. El plantel ni asomaba. Por momentos aparecía alguna cara. Salieron Musto, Gissi y Salazar. Al ratito volvieron a meterse en la intimidad. Y ahí fue otra historia. El tiempo fue consumiéndose como hielo al sol entre incertidumbre y conjeturas.
Pero pasada las 00.40 empezaron a salir los jugadores. En fila india. Musto, Lo Celso, Sosa y Ruben dialogaron con el racimo de periodistas. Hasta que apareció el Chacho. Y ahí sí cobró protagonismo su figura. Su palabra era la más buscada. Todos esperaban que confirmara lo que Ovación adelantó en la edición de ayer. Y lo hizo sin dudar. "Tomé la decisión de dar un paso al costado", fue la frase con la que cerró su ciclo anoche tras perder la Copa Argentina.
La historia juzgará si el paso de Coudet fue bueno. La sequía de triunfos en el actual torneo largo, sumado a la nueva frustración en la Copa Argentina, es un cóctel difícil de digerir para la masa auriazul, que anoche ratificó su fidelidad hacia el escudo que llevan tatuado en el corazón. Coparon el estadio Mario Alberto Kempes con toda la ilusión del mundo. Como en las anteriores finales. Y volvieron como en 2014, 2015 y ayer. Masticando bronca. Envueltos en pura impotencia.
Y en medio de la nada y de un montón de miradas perdidas, Central se quedó sin entrenador. No fue la derrota en sí la que le hizo saltar el fusible a Coudet. Porque, tal como adelantó este medio en su edición de ayer, el técnico ya había tomado la determinación de cerrar en suelo cordobés el ciclo que había comenzado hace dos años.
Claro que en medio de este lapso el club fue pasando por diversos estadíos. Fue dando pasos seguros desde lo deportivo. Volvieron jugadores porque el capitán del barco era el Chacho. El canalla peleó en casi todos los frentes que jugó con el mayor de los protagonismos. Jugando bien. O mal. Pero siempre le dio batalla al rival. Y ese plus es propiedad intelectual del DT, que a su vez también pagó en varios pasajes el precio de la inmadurez. Sea en torno a las contrataciones que nunca lograron hacer pie como en la forma de actuar puertas hacia afuera.
La dirigencia no se sorprendió cuando anoche hizo oficial su salida. Porque lo intuía. O todos lo sabían de antemano, pese a que jamás lo harán público. La realidad es la madre de todas las verdades. Central tiene más de 100 años. Le dio posibilidades a cientos de jugadores y entrenadores. Y Coudet no es la excepción. Quiso dejar a este plantel, independientemente del resultado ante River. Con el marcador puesto ahora parece todo más simple o sencillo de analizar. Pero... el Chacho no improvisó su salida.
Porque si hay algo que tiene entre sus virtudes es que no deja nada librado al azar. Al menos se ocupa de ser prolijo en cada una de sus determinaciones. De ser racional. Por eso, su salida de Arroyito no debe caerle como una sorpresa al hincha. Es difícil que ellos lo comprendan porque se movilizan impulsados por la pasión. Por el amor hacia Central. No obstante, la vida en el canalla sigue su curso. Debe seguir escribiendo nuevas páginas de historia. De las buenas si es posible.
De nada sirve llorar por la salida de un entrenador que solito decidió bajarse de esta ilusión, pese a que anoche se mostró destrozado desde lo emocional y anímico. Central es muy grande como para detener su historia o quedarse paralizado mientras la dirigencia comienza desde hoy mismo a buscar al reemplazante del Chacho, quien decidió darle un corte a su estadía en Arroyito tras haber analizado muy bien la decisión.