No hace falta ser un iluminado en fútbol para entender que las declaraciones de ayer de Eduardo Coudet, luego de observar el insípido empate ante Huracán, sonaron muy exageradas a los oídos, más allá de que hay bases valederas. Y lo que se busca en estas líneas es tratar de entender el porqué. Un primer argumento puede ser que sobredimensionando los elogios, separa en el tiempo la dura derrota en el clásico y predispone a sus jugadores mejor para el plato fuerte que se juega Central en este semestre: primero Boca y luego ir por el título de la Copa Argentina. Otro, acaso menos a la vista, es que fue en defensa propia. Si así fue, guarda relación con que en los últimos días no se escucharon otras voces que lo respaldaran públicamente, que hicieran dar vuelta la página rápido tras el clásico o lo hayan arropado tras ese traspié que tal vez fue uno de los más duros del Chacho en su estadía como técnico en Arroyito.