Es conocida la ingratitud del puesto de arquero. Los errores se pagan caro. Sean experimentados o jóvenes. Ya en la primera fecha del torneo se produjeron dos con un alto costo, porque las fallas de Agustín Orion y Juan Carlos Olave derivaron en gol. Al arquero de Racing la pelota se le fue entre las piernas en la conquista de Talleres y al de Belgrano le convierten por estar lejos del primer palo por donde Rigoni hizo el tanto de Independiente. Una historia de equivocaciones con hechos emblemáticos. Como la de Hugo Gatti en Boca el 11 de septiembre de 1988, cuando una mala salida terminó con gol de Silvano Maciel para Armenio y allí el Pato Pastoriza retiró del fútbol al Loco. O la de Juan Pablo Carrizo en River el 22 de junio de 2011, cuando el balón se le escabulle de las manos tras un remate de Jonathan Ferrari y concluye en gol de San Lorenzo. Jornada que completó el día cuando empujó a Fillol, quien lo quiso abrazar a manera de apoyo al finalizar el partido.
Sin dudas que los cambios reglamentarios hicieron más compleja la función del arquero. Y ampliaron el margen de error. Así lo explica el entrenador de ese puesto Gustavo Flores: "Las modificaciones han sido muchísimas en los últimos 25 años para el arquero y si bien el juego se benefició porque se hizo más rápido, para el puesto se complicó porque aparecieron nuevas exigencias. La obligatoriedad de jugar con los pies tras un pase de un compañero y ya no poder tomar el balón con la mano en esa circunstancia cambió sustancialmente el rol. Quienes más lo padecieron fueron aquellos que estaban en actividad cuando se implementó. Positivo porque hizo evolucionar la función, pero no hay duda de que las equivocaciones pueden ser mayores porque ya no son sólo técnicas, también son tácticas".
Este primer análisis de Flores contiene a muchas declaraciones de directores técnicos que en la búsqueda de diferentes funcionamientos ahora ubican al arquero como "el último defensor y también el primer delantero", ya que las variantes tácticas y de sistemas consideran al portero como un integrante clave en la apertura del juego.
El rosarino entrenador de arqueros en la Universidad de Chile también especifica cómo los efectos de esta evolución multiplicaron las funciones del arquero. "Tiene más variantes de trabajo, porque participa como último hombre en el juego, en el que las demandas técnicas se incrementaron, porque ya no alcanza sólo con atajar, también hay que jugar y pensar tácticamente. Por ende hay mayores dificultades en el juego, así como sucedió con el resto de los futbolistas de campo, porque de Maradona a Messi el cambio más sustancial es la velocidad con la que se juega. La calidad de arqueros exige estilos más completos, con mayor diversidad técnica y mayor destreza. Antes las diferencias estaban planteadas por estereotipos, Gatti o Fillol. Hoy los prototipos son más parecidos. Hoy ves a Joe Hart o a Manuel Neuer y todos tienen una misma filosofía de juego, hay una técnica de base predominante. A nivel sudamericano estamos un pasito más atrás, pero estamos encaminandonos hacia el trabajo técnico específico. Y eso lo demuestran los propios arqueros que están en el fútbol argentino, cuyas edades oscilan, ya no es un puesto sólo para los de mucha experiencia".
En cuanto a la mayor exigencia, es evidente que hoy un arquero necesita mejor condición técnica, mayor capacidad física, una velocidad de ejecución para actuar y corregir el error, más repentización. Es cierto que antes no había una enseñanza particular para el puesto, por eso aquellos grandes arqueros eran notables por sus condiciones innatas, eran autodidactas. "Hoy el puesto exige más implicancia táctica, tanto defensiva como ofensiva, debe tener buen inicio de juego y una lectura correcta del mismo, como así la nterpretación. Gatti participaba en el juego ofensivo por decisiones propias, pero hoy un arquero debe hacerlo mucho más por indicación táctica, para lo cual necesita conocimiento de sistemas y certeza. Un claro ejemplo es el chileno Claudio Bravo. Es muy importante jugar con los pies, pero no sólo para jugar largo, también para jugar a corta y media distancia. Y el arquero necesita mayores condiciones psicológicas para superar las adversidades, que son mucho más factibles. Los errores del arquero son tan cuestionables por la opinión pública como los del árbitro. Por eso el trabajo específico es fundamental, un trabajo de entrenamiento también por profesionales actualizados. No alcanza con haber sido buen arquero en el pasado", añade Flores.
Pero paradójicamente a las mayores exigencias, hay datos estadísticos que reflejan la evolución de los arqueros de élite. En la década del 80 un guardavalla cometía un error considerable que terminaba en alto riesgo de gol o en gol en un período de entre 4/5 partidos. En los 90 ese lapso pasó a un yerro entre 8/9 cotejos. Y en la actualidad un error considerable cada 12 encuentros. Entre los arqueros mensurados estuvo el italiano Gianluigi Buffon.
"Cuando hablamos de errores trascendentes se alude a un mal saque, a una pelota que se escapa de las manos o entre las piernas y termina en gol, a una mala salida que facilita la conquista rival. El arquero tiene una participación promedio por partido de entre 25 toques de mínima y 50 de máxima. Un ochenta por ciento de esas intervenciones son con los pies, contando saques de meta, saques con salida y cuando hace de apoyatura cuando sus compañeros descargan en él. Los mayores errores radican en el juego con los pies y en la interpretación del juego. Estos últimos son considerados errores tácticos, como el de Olave ante Independiente. Porque aunque hace bien cuando le indica a su defensor marcar a quien puede ingresar por ahí, él tiene que estar mucho antes parado cerca del primer palo para cubrir el espacio, ya que Rigoni tenía muy pocas chances de sacar un centro por la marca del defensor y por el ángulo cerrado. Así que Olave sólo debía cubrir su arco. Y no lo hace porque falla en la interpretación, ya que además no había presencia de un delantero en el área", explica.
Los errores tácticos parten por la mala lectura del juego y por la falta de comunicación. Y Flores los enumera: "Uno de los errores habituales es cuando el arquero saca largo y lo hace hacia la posición de los volantes o zagueros rivales. Ese balón vuelve muy rápido, porque no hay nada más simple para el rival que rechazar un balón frontal, y si la segunda jugada no es capitalizada por el equipo propio rápidamente queda otra vez en posición defensiva porque la pelota le quedó al rival tras un saque de arco. Otro es el armado de la barrera, porque a algunos les cuesta hacerles entender a sus compañeros que deben cubrir el primer palo. Otro error aunque parezca absurdo es que los arqueros siguen colgando las toallas en la red lateral del arco, dando así un punto de referencia al jugador adversario. Como así la postura inicial ante una jugada eventual que obliga a salir o a retroceder. Y no se trata de tocarla con los pies, sino de jugar con ellos, para así alimentar al sistema propuesto por el entrenador".