Newell's quiso e intentó coparle la parada a un Boca casi campeón. Por momentos lo logró con cierta dignidad, pero el peso específico del rival y un Cristian Pavón encendido fueron letales para las pretensiones rojinegras. Y recibió otro cachetazo de derrota en una Bombonera que presionaba con intensidad y aguardaba el festejo después de dos caídas consecutivas de su equipo. Se podría decir que la Lepra, plagada de pibitos, terminó de pie en un juego raro donde el xeneize pegó lo justo y necesario. La diferencia estuvo ahí, en la jerarquía que muchas veces logra imponerse sobre las intenciones del rival. Fue 3-1 a favor de un Boca con un combo de delanteros, algo con lo que precisamente no cuenta el rojinegro, que intentó con el juvenil Opazo. Desde ahí la ecuación resulta compleja. Demasiado.
Newell's fue inteligente en el arranque. Como dijo De Felippe, había que manejar la pelota para no padecer al futuro campeón. Y eso es lo que intentó, con un Bernardello que fue nexo en la mitad de la cancha y no sólo tuvo la misión de recuperar. Y así fue el Cabezón el que probó el arco por primera vez desde lejos.
Boca parecía sorprendido. Sin reacción. Y la Lepra intentó aprovechar esos minutos de dudas, pero le faltó sorpresa. O, en realidad, jerarquía como para imponerse. Jugar con un puñado de pibes que debutaban en la Bombonera no es simple y eso también incide. Más allá de esto, se le animó y Fértoli avisó utilizando su velocidad sobre la lentitud de los centrales.
Mucho se ha hablado de las ventajas defensivas del rojinegro. O de la falta de solidez. O, también, del bajo nivel de algunos nombres. Y eso se nota cuando enfrente hay jugadores con un altísimo potencial como Pavón. El delantero que viene buscando un lugar en la selección hizo todo, ganándole a San Román, dejando pintado a Fontanini y cediendo la bocha atrás para que Wanchope rompiera el cero e hiciera estremecer la Bombonera. Con una jugada hizo trizas todo lo bueno que venía insinuando Newell's.
Para colmo de males, once minutos más tarde una enorme jugada colectiva y con mucha velocidad derivó en el segundo grito xeneize, otra vez con Wanchope hundiendo la pelota al fondo de la red. "¡Newell's, estamos en problemas!", era la frase que se imponía. Porque parecía que se venía la noche. Pero no, Fértoli encaró dentro del área y definió con la capacidad de un delantero de suma experiencia. Y la Lepra entró en partido otra vez.
Newell's debía quemar las naves con el resto que le quedaba. El tema es que había hecho todo el gasto en la primera mitad. Y se quedó con pocas pilas. A rivales como Boca no hay que dejarlos respirar porque con sus figuras imponen su peso. Pavón otra vez mostró que es diferente al resto y le reventó el arco a Ibáñez antes del cuarto de hora. Para que el 3-1 le entregara una enorme paz en su camino hacia la gloria.
Lo de Newell's por momentos fue digno con el escaso material y/o la juventud que presentó en un estadio encendido. Dio pelea, como pudo, con la diferencia sustancial de jerarquía entre unos y otros.
¿Newell's tuvo pasajes de buen rendimiento? Sin dudas. Boca jugó como siempre, con una producción futbolística débil, sin cautivar. Pero cuenta con Pavón, el que abrió el camino para el retorno a la victoria. Newell's no pudo con eso más allá de que se le plantó de igual a igual al xeneize casi campeón. Derrota digna, se diría en el rugby. Esa es la sensación que quedó anoche en la Bombonera, aunque es cierto que eso a veces sólo sirve de consuelo.