Por Pablo Mihal
Gustavo de los Rios
"El objetivo era ir formando jugadoras, porque ahí está el futuro del club", confió María Sol Jure, capitana de Duendes en el reciente Regional NEA. "Antes de saber quienes íbamos a participar del torneo, sabíamos que no nos presentábamos con el equipo titular, el que habitualmente juega en la Asociación de Hockey del Litoral (AHL), por eso jugó un equipo con muchas jugadoras que recién pasan al plantel superior", completó la mediocampista.
¿Era todo un desafío?
Y sí, la mayoría eran muy chicas y con poca experiencia. Por eso nos tratamos de enfocar en la unidad del grupo, en ser todas una, que no haya diferencias entre una que recién arrancaba con otras que teníamos un poco más de recorrido. Fue difícil, nos costó, porque por ahí no tenemos muy en claro cómo debemos afrontar cada momento del partido. Lo que intentamos era que cada una tenga una función en el equipo: en mi caso, por ejemplo, era transmitir calma, que es lo que suelo hacer.
¿Cuál fue el momento más crítico del torneo?
El partido ante GER, sin dudas, con decirte que ahí perdí la calma y nada salió como esperábamos. En ese partido no nos salieron individualmente las cosas y queríamos hacer cosas que le correspondían a otra. Estuvimos muy mal mentalmente y pensábamos que estaba todo perdido.
¿Y cuando se produjo el clic?
Después de ese partido nos juntamos y charlamos. Nos dijimos un par de cositas y llegamos a la conclusión de que tenía que haber una sola voz dentro de la cancha para así poder mantener un orden. Eso nos sirvió mucho. Nos faltaba organización y eso nos lo hizo notar nuestro entrenador, José Luis Oro. Creo que también nos faltó ganas. Veníamos de haberle ganado a Atlético del Rosario a la mañana un primer partido que para nosotras era muy importante, porque Plaza jugó con su equipo del torneo local. Después de eso podemos decir que nos relajamos y Duendes no está acostumbrado a jugar sin ganas, porque si hay algo que nos caracteriza es la actitud. Nos replanteamos ese tema también y al otro día salimos con el cuchillo entre los dientes.
¿Esa derrota en cierta medida las condicionó?
Sí, porque junto a Gimnasia y Banco Provincial estábamos en la misma situación. Le ganamos a Banco y terminamos primeras por diferencia de gol. Veníamos de un partido flojo y teníamos que repuntar sí o sí porque se te iba el torneo. Por suerte todo salió como esperábamos. Contra Banco se vieron nuestras ganas, no paramos un segundo de correr y se nos dio.
Así clasificaron para jugar la semifinal.
Exactamente. Al día siguiente jugamos con Old Resian. Metimos el primer gol muy rápido y después mantener el resultado fue difícil. Le hicimos el segundo y después ellas no hacen un gol de córner corto porque sabían que ese era nuestro costado débil. De ahí hasta el final nos replegamos y nos dedicamos pura y exclusivamente a defender el resultado.
¿Y la final con Uni, el clásico de barrio?
Universitario es un rival complicado, difícil, duro, pero antes del partido José (Oro, el entrenador) nos liberó de la presión del resultado... nos pidió que juguemos tranquilas y que no intentemos demostrar nada, que era un partido para vivirlo y divertirse. En el primer cuarto llegamos al gol y después intentamos tener la bocha, buscar, armar el juego, sabiendo que un gol no era una gran diferencia. Universitario tiene un juego muy físico y nosotras estábamos cansadísimas, ya no dábamos más, por eso todo pasó por la cabeza: teníamos que seguir y seguir, no podíamos parar.
¿Qué pasó cuando sintieron el cornetazo final?
Creo que nos pasaron mil cosas por la cabeza. Pensá que pasamos de estar tan mal un jueves en el que pensamos que el torneo se nos iba de las manos, a que todo se vaya dando, llegar a la final y consagrarnos. No lo podíamos creer ni nosotras ni el resto de los equipos. Creo que lo que nos hizo diferentes fueron las ganas, la actitud de nunca aflojar, de ir para adelante y de estar siempre unidas.