Sin la intención de querer recurrir a sitios comunes y sin ánimo de ser demasiado simplista, se podría decir que Deportivo Táchira basa su juego en el ataque y lo sufre en la defensa. Desde su llegada en 2019, Juan Domingo Tolisano apostó por el juego vertiginoso por las bandas como principal herramienta de juego. El próximo rival de Central en los octavos de final de la Sudamericana no es un equipo que se sienta incómodo con la tenencia de la pelota y esta no “le quema en los pies”, pero sí es un equipo que apuesta a lastimar lo más rápido posible, con la menor cantidad de toques.
Es decir, Táchira es un equipo que no retiene la pelota con el objetivo de trasladarla de un lado al otro en busca del desgaste físico del rival y de la creación de huecos en la defensa rival; más bien es un cuadro que apuesta por la explosividad que tienen sus jugadores, en ese sentido apuesta más por un juego directo, lo que no significa que juegue al pelotazo.
Por lo general, Táchira juega con un esquema 4-2-3-1. El cual, en su once ideal, sería: Cristopher Varela; Pablo Camacho, Carlos Vivas, Lucas Trejo y José Luis Granados; Francisco Flores y Maurice Cova; Freddy Góndola, Edgar Pérez Greco (capitán) y Marlon Hernández; Lucas Gómez. Sin embargo, cabe destacar que en estos momentos se viene un nuevo mercado de fichajes y el equipo podría hacer hasta tres nuevas incorporaciones.
Una de sus principales virtudes son las rápidas transiciones que hace el equipo, especialmente cuando pasa de defensa a ataque. Allí aparece un jugador clave en el esquema de Tolisano, que actualmente es Maurice Cova. El jugador oriundo de Santa Ana es un volante “box to box”, con mucho ida y vuelta, presencia en ambas áreas y una gran capacidad para filtrar balones y asociarse con los demás jugadores.
En ataque, el “carrusel” presenta la virtud de tener jugadores de mucha velocidad y habilidad por las bandas: Freddy Góndola, Yerson Ronaldo Chacón y Nelson Hernández (tanto cuando juega como lateral como cuando lo hace como volante). Estos jugadores presentan características que permiten que sus compañeros apuesten por filtrar balones a la espalda de los defensores rivales o que los pongan a encarar en el uno contra uno, puesto que son buenos con el drible.
Además, hay otros jugadores para esas posiciones que, si bien no cuentan con tanta velocidad, sí son virtuosos tanto con el traslado, como es el caso de Marlon Fernández y Michael Covea.
Como punta de ataque el aurinegro cuenta principalmente con Lucas Gómez. El delantero argentino no es muy rápido ni ducho con el regate, pero cuenta siempre con el don de la buena ubicación y calidad para definir. Es lo más parecido a un nueve clásico. Más atrás de él aparece normalmente Pérez Greco, quien es el capitán y uno de los jugadores más inteligentes del equipo. Tiene una gran visión de juego, un pie educado tanto para pasar como para rematar y aprovecha su buena estatura en el juego aéreo.
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Ahora, al hablar del mayor defecto del equipo, sin dudas que todos los dedos apuntan a su fragilidad defensiva. En estos momentos, Táchira promedia más de dos goles en contra por partido y solo pudo dejar el arco en cero en tres de 13 compromisos. El equipo venezolano no cuenta con certezas en el arco. Varela está disputando su primera temporada como guardameta titular y en ocasiones se lo ve nervioso, impreciso e incluso ansioso. No obstante, la labor del resto de la zona defensiva no le colabora en su trabajo.
El principal problema se encuentra en la zona central de la zaga. La pareja de centrales no cuenta con mucha altura (promedian 1,8 metro) y han sufrido en el juego aéreo defensivo. Carlos Vivas es un jugador oportuno y asertivo para anticipar, pero resulta, tal vez por su juventud, poco malicioso. Carece de esa maña que normalmente un defensor adquiere con los años, esa capacidad de jugar con intensidad y fuerza sin resultar ser brusco o “mala leche”.
Su compañero, Lucas Trejo, también ha presentado algunos inconvenientes a la hora de resolver dentro del área para poder conjurar el peligro. Lo mismo pasa con la banda derecha, donde Nelson Hernández y Pablo Camacho han sufrido en defensa en muchas ocasiones.
Otro problema que presenta Táchira es el de recuperar la pelota, en especial cuando no están ni Francisco Flores ni Cova en la cancha. Táchira es un equipo que no presiona alto, sino que suele ejercer una presión en media cancha y permanecer más compacto. Sin embargo, a veces cae en lagunas donde sufre para quitarle la esférica al rival.
La dificultad para cortar el ataque rival en muchas ocasiones resulta en que este termina dentro del área propia con facilidad, lo que aumenta las posibilidades de que se cometa algún penal o facilita el remate del contrario.
Por Gabriel Morales, Periodista venezolano, Especial para Ovación
Uno juega, el otro no empezó
El jueves 15 de julio, a las 21.30, Táchira recibirá a Central en la ida de los octavos de final de la Copa Sudamericana. Y más allá de las consideraciones futbolísticas acerca del equipo, brindada en este informe, una primera comparación entre la realidad de ambos habla de una desventaja hacia Central. Es que el equipo venezolano está en plena competencia, no paró desde que se inició el año y seguirá jugando hasta la fecha del encuentro copero, al punto que en esa semana estará entre la penúltima y última fecha del torneo local, que lo tiene como líder de la zona A.
Mientras, Central jugó su último encuentro hace casi tres semanas y recién estará volviendo al trabajo el miércoles, luego de los hisopados de mañana, aunque falta la confirmación oficial. A lo sumo el equipo del Kily González llegará con algunos amistosos encima, mientras que Táchira estará en ritmo de competencia.
Tampoco hay que olvidar que el equipo venezolano viene de la Libertadores, donde quedó afuera apenas por un gol ante Olimpia, por lo que a priori asoma como de mucho cuidado.