El partido se rompió cuando a los 56 minutos el árbitro Fernando Rapallini consideró penal un remate que le pegó a Joaquín Laso en la axila izquierda tras arrojarse para intentar despejar. Montiel convirtió. Y el 2 a 0 terminó de establecer una diferencia a favor de River que se configuró irreductible para Central.
Pero como para que no queden dudas de la fractura definitiva de las equivalencias, Mazzaco cometió enseguida una infracción contra De la Cruz para irse expulsado tras completar una noche para el olvido. Demasiada ventaja para los de Gallardo, los que rápidamente accedieron al tercero y todo resuelto.
El categórico resultado se explica desde ese tramo del segundo tiempo. Pero sería injusto que la conclusión numérica diluya lo que había ocurrido hasta ese instante. Porque incluso perdiendo 1 a 0 con el gol de Borré a los 37 minutos, Central estuvo en competencia ya que lo estaba jugando en parte como lo había pensado.
El Kily dispuso cerrarle los laterales a River para evitar que desarrolle su habitual despliegue, y desde allí hacerse preponderante en la zona de volantes, sector en el que el local por disposición táctica ofrecía inferioridad numérica.
Por eso en la primera parte los canallas lograron impedir que River marcara el ritmo del partido, desacelerando el vértigo millonario cuando tenía la pelota. Así fue formateando un primer tiempo en el que el conjunto de Gallardo parecía desactivado.
Es cierto que en el juego del equilibrio llegaba algo más River y a Central le costaba. Pero también es verdad que el desarrollo que estuvo condicionado por un campo de juego tan nuevo como rápido, que atentó sistemáticamente contra la precisión por la falta de adaptación a un piso casi perfecto.
Pero, y en el fútbol siempre hay un pero, ante River cualquier descuido es sinónimo de gol. Por eso cuando poco pasaba, un córner encontró al chileno Paulo Díaz tirándose al piso para patear y habilitar casi sobre la línea a Rafa Borré, quien la empujó al gol ante la mirada de los canallas que se habían desordenado.
La reanudación del juego dejaba la posibilidad de que Central pugnara por una hipotética igualdad. Pero no. Un penal que no fue y una expulsión terminó alejando cualquier posibilidad, y lo que quedó fue la consolidación de una victoria de River que recién elaboró cuando tuvo las ventajas para conseguirla.
Central se fue goleado del remozado Monumental. Una derrota que no tiene apelaciones. Pero sí atenuantes. Y es desde allí donde debe partir la reparación para lo que viene.