El partido ante Sol de Mayo marcó el final del semestre para Central, un semestre decididamente para el olvido, en el que no se cumplieron los objetivos mínimos, apenas la angustiosa clasificación (por penales) a 16avos en Copa Argentina frente al modesto equipo del Federal A. Y con el final de esta primera etapa del año se cerró también este miniciclo de Leandro Somoza al frente del equipo, con resultados que dejaron bastante que desear. No se debe dejar afuera del análisis lo que la mala performance del equipo durante la estadía del Kily González, pero eso es pasado. Somoza dirigió hasta aquí ocho partidos en Central y la cosecha de puntos también fue magra: apenas dos triunfos, dos empates y cuatro derrotas. Un grueso trazo rojo para lo que debía ser solución y hasta aquí no lo fue.
La idea más fuerte de la que se empezó a hablar después del partido en cancha de Unión es que el ciclo de Somoza tendrá la chance de rehabilitarse, después que el entrenador haga la depuración del plantel que considere pertinente y que tenga la chance de trabajar con los futbolistas que pretende, pero básicamente después de una pretemporada en la que debiera tener a disposición los tres o cuatro refuerzos (podrían ser algunos más) que solicitará.
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Veliz va con ganas, intentando poner a Central arriba en el marcador. El juvenil ganó terreno con Somoza.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Cuando eso ocurra, el próximo Central será definitivamente potestad del propio Somoza, a quien fueron a buscar para detener la caída que mostraba el equipo en los últimos días del Kily González, pero a quien también le costó horrores enderezar el rumbo. Pese a algún que otro resultado positivo, desde lo futbolístico siempre estuvo en deuda.
El partido contra Sol de Mayo fue el último, pero tranquilamente podría tomarse como un caso testigo respecto a lo que fue el andar futbolístico del equipo de Tigre en adelante. Es que la humildad del conjunto rionegrino puso en evidencia las enormes dificultades que tuvo este Central para mostrar un mínimo de solidez. De no haber sido por lo penales salvadores hoy quizá se estaría hablando de la búsqueda de un nuevo entrenador más que de las coordenadas que buscará Somoza encarar lo que viene.
Esos 90 minutos en cancha de Unión no hicieron otra cosa que reflejar las carencias de un equipo sin una idea de juego definida, con decisiones que de parte del entrenador que no resultaron sencillas de dilucidar, pero sobre todo con una incapacidad manifiesta de marcar la diferencia desde el juego ante un rival de mucha menor jerarquía.
¿Fue extraño lo que sucedió? En cierta forma no. Y es en ese análisis más general en el que se encuentran algunas otras explicaciones que abonan la teoría de la apatía futbolística.
Los otros partidos en los que el Central de Somoza había logrado sumar contaron con ciertas particularidades. Porque el primer punto que obtuvo el equipo fue ante un Colón alternativo, que cuando comenzó a mandar habituales titulares a la cancha rápidamente empezó a marcarle diferencias al canalla. Y una de las victorias que logró fue frente a la reserva de Estudiantes. El único rival serio al que le ganó fue a Independiente, que vino con titulares, pero en un partido en el Rojo le generó tremendos dolores de cabeza a un Central que a la postre supo sacar provecho de la ineficacia de los futbolistas rivales a la hora de la definición.
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Las manos salvadoras de Servio en los penales evitaron un verdadero dolor de cabeza.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Antes y después de eso, todas las otras derrotas: frente a Tigre en el debut de Somoza como entrenador, frente a Aldosivi, contra Lanús y también con Huracán. Pasando en limpio: el ciclo de Somoza tuvo ocho partidos de los cuales el canalla ganó dos, empató dos y perdió los cuatro restantes. Fueron ocho puntos sobre 24 posibles, lo que habla de una eficacia del 33 por ciento.
Hay un sinfín de consideraciones más que podrían hacerse respecto a decisiones que tomó el DT, que no son aleatorias y que forman parte del análisis, pero tomando distancia de todas ellas, y observando lo que fue el ciclo por el que se apostó para frenar la caída e iniciar la levantada, lo que queda es la firme sensación de que algo deberá cambiar en la segunda mitad del año. Para ese entonces Somoza ya habrá contado con todas las herramientas para mejorar un proceso que en su primer segmento fue de discreto para abajo.