Por Sergio Faletto
Es tanta la ambigüedad, que según quién sea el interlocutor de la comisión directiva, Paulo Ferrari pasa de interino a permanente y viceversa. Incluso garabatean en esas charlas informales con nombres de otros entrenadores, como Diego Cocca y Ricardo Zielinsky. Y hasta en eso son contradictorios, porque ambos son de estilos diferentes.
Pero el Loncho si algo necesita al menos de quienes lo designaron es respaldo. Pero no como el que le dieron a Leo Fernández, a quien permanentemente le fueron corriendo la meta a alcanzar para dinamitarlo. Pese a que de los últimos fue el que más puntos cosechó.
Claro, es que el único convencido de que Ferrari sea hoy el entrenador es el presidente Rodolfo Di Pollina. De ahí la debilidad de la elección.
Ferrari dijo recién que uno de sus objetivos es sumar en estos últimos 4 partidos para arrancar el otro torneo con tranquilidad. Y avisa: "Pero también hay que saber que queda un año entero y dos mercados de pases en el medio". Alguien debería avisarle al Loncho que si no suma lo suficiente no seguirá.
El técnico también resume el problema del cual él no es parte porque recién llega al banco titular. "Hace un año no se vienen sacando muchos puntos, pero nosotros empezamos recién con Belgrano".
Y es verdad. Porque el promedio de Central es la conclusión de la política futbolística de los últimos tres años. Es el resultado de la ambigüedad de esta gestión. Que no logró una identidad en la cancha por falta de coherencia. Una falencia que ahora es más difícil de resolver porque ya no cuentan con tantos recursos. Pero que deben solucionar. Y rápido. Porque lo que viene no será fácil.
Por Leandro Garbossa
Por Lucas Vitantonio
Por Leo Graciarena