Como ante Boca, a Central se le atragantó un triunfo de esos “grandes”. Se llenó de impotencia por ese gol de Solari a los 6 minutos 55 segundos de los 7 adicionados correctamente por el árbitro Yael Falcón Pérez. En el momento de la calentura del final, Miguel Angel Russo le espetó a los jueces que su colega de River, Martín Demichelis, les manejó el cronómetro. Después, en conferencia de prensa, el experimentado técnico canalla enfocó donde debía, en la propia responsabilidad de no cerrar el partido. Y en ella no debe eximirse de su parte, además de la que le tocó a algunos de sus jugadores que no tuvieron la viveza o como se llame en esos últimos instantes de ese 3 a 3 frente al campeón, que fue igual para el aplauso, tras un partidazo.
Central hizo casi todo bien ante un rival de quilates, porque el “alternativo” que presentó en el Gigante es titular en cualquier otro equipo. Así las cosas, la cercanía de la gran victoria no lo elude de los errores que cometió en ese final. Primero, ¿a quién hay que endilgarle la absurda demora de más de un minuto a los 46’ 20’’ cuando Francis Mac Allister fue al piso? ¿Al jugador? ¿A Russo? Algo similar pasó en el final del encuentro con Racing en Avellaneda. Pareció simulación, hay que decirlo con todas las letras, pero ese recurso es para el viejo fútbol. En este con VAR, más allá de que no haya intervenido en la noche del domingo, los árbitros no se ponen colorados si deben adicionar más tiempo del ya adicionado. Ya es así, todos deberían saberlo que esa demora significa agregado.
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Mac Allister, Agüero y Broun van detrás de Falcón Pérez tras el gol de Solari. En ellos estaba la bronca de todo Central.
Héctor Rio / La Capital
Sobre el final de los 48’ Coyote Rodríguez la reventó a la platea del río y la pelota no volvía sino 20 segundos después y entraron otras tres más al campo. ¿Quién les dio la orden a los alcanzapelotas? Otras picardías que en estos tiempos no corren y significan tiempo agregado, más ante un grande como River que va perdiendo.
Eso respecto a las “avivadas” que iban bien antes de la irrupción del VAR pero que ahora hay que aprender a desechar. Pero también hubo malas decisiones de algunos jugadores canallas en ese final. Corrían 20 segundos del último minuto, el adicionado casi al cumplirse los 6, que había dado Yael Falcón Pérez, cuando Luciano Ferreyra encaró resuelto por izquierda y ante el cierre de dos jugadores de River, intentó superarlos filtrándose entre ambos al entrar al área. Si le salía, quedaba de frente a Centurión, pero no fue así, le robaron el balón y después cometió falta de atrás. De ese tiro libre jugado rápido llegó el pase a la izquierda, el centro y el gol de Solari, al que Komar nunca llegó a tapar porque reaccionó tarde, aunque si hubiera logrado despejarla, lo más probable es que el VAR hubiera intervenido para cobrarle penal de Mallo a Borja.
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El Pupi Ferreyra tuvo el final en sus pies, pero tomó una mala decisión y le dio una vida más a River.
Héctor Rio / La Capital
Ferreyra, autor de un golazo, bien de potrero que lo ponía en el centro de lo que era un triunfazo ante River, eligió mal y en vez de irse hacia el córner, de buscar una falta que consumiera legítimamente los minutos, quiso ir por más. Un aprendizaje sin dudas, como el lateral que Damián Martínez hizo en ataque unos segundos antes, casi llegando a los 6 minutos, donde la jugó ofensivamente, hacia el área rival en vez de buscar contenerla en un rincón.
“Tenemos que saber manejar la pelota si es que dan 5, 6 o 7 minutos. Hay que ser inteligentes”, reflexionó correctamente Russo en la conferencia posterior al partido. La mejor conclusión, sin dudas, sin cargarle las tintas a otros como al sospechoso de siempre que es el árbitro y que esta vez tuvo toda la razón. Para que otra vez no pase que una victoria impecable, bien concebida, con un juego cada vez más consolidado, se le escurra como arena entre los dedos. Por el mérito rival, por supuesto, más de uno de los quilates de River. Pero por su gran culpa también de repetir.