Central estuvo ahí, muy cerquita de hacer saltar la banca en el Monumental y de no haber sido por la aparición goleadora de Borja (la segunda en la noche) el canalla le hubiera podido poner la firma a un negocio redondo en su visita a River.
El alternativo de Central sorprendió y se puso en ventaja, pero River en el complemento se lo dio vuelta y con esta derrota en el lomo debe viajar a Brasil por la Copa Libertadores.
Leo Vicenti
Agustín Sández salta con Paulo Díaz. Central estuvo cerca de traerse un gran resultado ante River, pero se quedó con nada.
Central estuvo ahí, muy cerquita de hacer saltar la banca en el Monumental y de no haber sido por la aparición goleadora de Borja (la segunda en la noche) el canalla le hubiera podido poner la firma a un negocio redondo en su visita a River.
Pero claro, la derrota 2-1 final es lo que cuenta y por eso ese trago que degustó durante gran parte del partido se transformó en amargo, sin poder llevarse a Brasil esa corajeada que estuvo cerca de concretar, pero que se le escabulló entre los dedos. No tiene tiempo para lamentos porque en 72 horas deberá presentarse por la Copa Libertadores en Belo Horizonte ante Atlético Mineiro, pero tampoco viajará con una angustia pronunciada.
Lo de que estuvo cerca de patear el tablero obedece a ese primer tiempo inteligente que hizo Central en el mismísimo Monumental, reduciendo a River a su mínima expresión, luego de un armado de equipo particular por parte de Russo. Y vaya paradoja, cuando el DT empezó a mandar a la cancha a habituales titulares fue cuando el equipo perdió definitivamente las riendas del partido. El empate le hubiera sentado de maravillas, pero lo que quedó al final de la historia fue una nueva derrota en esta aciaga Copa de la Liga para el canalla.
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Antes de que Zunino pite el inicio Central se paró con un 4-3-3, pero ni bien la pelota se puso en movimiento la línea de cinco se armó solita y a partir de esa postura canalla se desarrolló el juego, al menos en ese primer tiempo en el que Central fue mejor que River. Porque el millonario tuvo muchísimo más tiempo la pelota, pero el canalla lo invitó a caer en el embudo que le había armado, con la intención de hacerlo fracasar en sus intentos. Y así todo fue entrega y corazón, para aguantar lo mejor parado posible y sacar, cuando pueda, una contra.
Fue así como Echeverri, Simón, Solari y Colidio iban hasta donde podían, sin que Casco ni Boselli treparan porque no había lugar para tantos jugadores en tan poco espacio. En contrapartida, Ibarra, y Martínez corrían a todos, con apoyo de Lo Celso y Giaccone. Pero el Laucha era quien más libertad tenía para salir de contra. Y así llegó el pelotazo de Ibarra, el enganche de Giaccone por derecha y ese zapatazo formidable que se clavó en el ángulo derecho de un atónito Armani. Sorpresa monumental.
Fue la acción que le permitió a Central imponer las condiciones del juego, esperando y saliendo de contra. Cómo habrá sido la confusión de River que hasta el cabezazo débil de Colidio (39’) sólo había intentado dos veces con remates desde muy lejos. Central le cerraba todos los caminos.
Y mientras el fastidio comenzó a bajar de las tribunas, Central empezó a sentir más confianza todavía, aprovechando el adelantamiento de Coyote Rodríguez y con Giaccone y Dupuy aguantando todo. Pudo haber una sorpresa mayor cerca del final cuando Giaccone desbordó por izquierda y metió un centro bajo que Lo Celso (de gran primer tiempo) le dio de zurda, pero sin demasiada potencia (el remate terminó en las manos de Armani). Hasta ahí un partido a pedir de un Central que veía cómo su plan incomodaba a los jugadores de River y fastidiaba a los hinchas, que despidieron al equipo bajo una tremenda silbatina.
La historia fue distinta en el complemento, porque River fue más incisivo y empezó a encontrar más espacios, ya con cambios sobre el lomo. La lesión de Bravo empezó a romper el esquema en el canalla y lo dicho, cuando fueron a la cancha algunos titulares, llegó el descuento de Borja, en el corazón del área chica, tras el centro de Solari. Se intuía que algo malo podía pasar. Y pasó. Porque Central nunca pudo contraatacar en ese complemento y todo quedó reducido a la buena puntería de River.
Campaz no fue solución en la ofensiva, la presencia de Ortiz no fortaleció la contención, Komar fue pasado a la banda y sufrió a Barco y por todo eso los desbordes millonarios fueron cada vez más pronunciados.
Para Central era aguantar el empate y con eso se iba conforme, pero apareció Borja otra vez, esta vez anticipando a Mallo, a cuatro del final, y así el fin de la historia para un Central que sorprendió y pareció estar cerca, pero que de cara a la Copa se fue con las manos vacías.