A pocas horas de irse de vacaciones, Alina Moine, periodista deportiva, locutora y conductora estrella de ESPN -donde tiene dos programas: Sport Center AM y Sports Center Night- se dispone a hablar con Revista Sociedad.

Foto: Sol Schiller
La periodista rosarina Alina Moine está al frente de dos programas en ESPN y es la cara de reconocidas marcas comerciales.
A pocas horas de irse de vacaciones, Alina Moine, periodista deportiva, locutora y conductora estrella de ESPN -donde tiene dos programas: Sport Center AM y Sports Center Night- se dispone a hablar con Revista Sociedad.
La charla telefónica se extiende por más de una hora cuando estaba pautada por la mitad de ese tiempo. Sin embargo, cuando Alina se sumerge en su infancia y adolescencia, en sus primeras experiencias laborales, en los años vividos en Rosario, en sus deseos y en el hermoso presente que vive, el reloj no cuenta demasiado. Y aunque tiene una agenda completísima y un montón de cosas que dejar “acomodadas” antes del merecido descanso, se nota que disfruta de tomar la palabra y “perderse”, por un rato largo, en el laberinto de los recuerdos.
Con más de 600 mil seguidores en Instagram y cara visible de un montón de marcas comerciales de impacto, la rosarina también le hace espacio en su vida a su rol de modelo. Hace poco hizo una súper producción para una reconocida firma de lencería y sus redes estallaron. Ella lo toma como parte del trabajo pero asegura que se divierte un montón explorando ese perfil que la lleva de alguna manera a otra de sus pasiones: la actuación.
Cuando rememora los hechos más significativos de su vida en Rosario -donde nació, hizo la primaria, la secundaria e inició una carrera universitaria (Biotecnología) aunque después se decidió por la locución- le dedica un capítulo importantísimo a su paso por el Complejo Educativo Gurruchaga, al punto que asegura, sin vueltas: “Gran parte de lo que soy se lo debo a la Gurru”. En esta entrevista, entre muchas otras cuestiones cotidianas y relevantes en su vida, explica por qué.
Estás por tomarte vacaciones. Es algo que podés planificar o lo “acomodás” cuando es posible.
La verdad es que tengo que aprovechar cuando no hay fútbol. En este momento del año hay un parate en el torneo local aunque tengo los octavos de Copa y no puedo estar. En esta oportunidad me voy dos semanas, un poco menos, y después en verano, en enero, cuando no están mis programas al aire. Aunque enero no es lo que más me gusta...
Sos muy organizada, imagino que te gusta tener todo en orden antes de irte.
Bueno, en los días previos, como ahora, querés dejar todo listo, sí. Pero no me desespero. Esta vez a la valija la armo cuando se pueda.
¿Podés desconectarte realmente cuando decidís descansar?
Sí. Me gusta irme a lugares tranqui y dejar 100% el celular. Logro mirarlo a la noche, por ejemplo, y nada más, porque me estresa. Suelto, puedo no contestar, salvo algo urgente. Obviamente en el día a día es mi herramienta de laburo, o me manejo con el celu o la compu o estoy en el canal. Para el programa de la noche, por ejemplo, desde las dos de la tarde me estoy escribiendo con el productor. Pero el celu también es el contacto para saber cómo salió un partido o qué está pasando en relación a los temas vinculados a mi trabajo.
¿Y con las redes sociales? ¿cómo te llevás?
Tengo un Instagram sumamente laboral. Yo no muestro mi vida. Puede haber excepciones pero son cosas más de grupo, lo que hacemos en ESPN, por ejemplo. También lo que está ligado a las marcas con las que laburo. Con mi familia no me saco fotos porque además les estaría dando un grado de exposición que ellos no eligieron. A Twitter lo leo, sigo a los clubes, a jugadores. Muchas veces le doy RT a lo que ESPN sube. Sigo a amigos y todo lo ligado al deporte. Opiniones personales no.
Veo que en Instagram seguís muchas cuentas ligadas a la vida saludable...
En el último tiempo empecé a seguir más a algunos nutris, cuentas que tienen que ver con la alimentación y nuevas formas de comer sano que rompen mitos. Mucho de lo que creíamos no es así. Hay estudios científicos que avalan modos que no tienen nada que ver con lo que nos habían enseñado o sabíamos. Estos temas me interesan. Además, ¡soy vegetariana desde los 14 años! Algo que en esa época no era para nada habitual.
Lo de ser vegetariana, ¿cómo sucedió?
Es que la carne nunca me gustó. Tenía un rechazo. Si iba a un asado yo me quedaba con la provoleta y la ensalada. Se fue dando naturalmente pero es cierto que no era común. ¡Y lo sostengo hace años y años!
¿Cómo fue tu paso por la escuela, en Rosario?
Cuando terminé la primaria tenía claro que no quería ser ni bachiller ni perito mercantil. De ninguna manera. Quería terminar e ir más por el lado de lo científico. Y por eso elegí la Gurruchaga que tenía todo lo que yo quería. Doble turno, muchas actividades extra. Tuve que rendir un examen de ingreso. Creo que había como 500 chicos y chicas y entraban 50. Y fui por ese objetivo. La verdad es que la Gurru es la base de lo que soy. Gran parte de lo que soy se lo debo a esa escuela: teníamos teatro, periodismo, cine, fotografía, todo lo que me apasionaba. Me recibí de Técnica en Informática y Auxiliar en Técnicas Expresivas.
Y te anotaste en Biotecnología después...
Exacto. Y a la vez seguía haciendo teatro. La carrera científica duró un año...
¿Qué pasó?
Me crucé con los chicos de Block and Roll. Y fueron ellos los que me preguntaron si no quería hacer notas para el programa. La tele siempre me apasionó. Ahí arranqué en Canal 3. ¡Imaginate en mi casa! Porque de estar en Biotecnología empecé a pensar en el periodismo como una opción fuerte. Mi mamá quería una carrera científica para mí. Pero bueno, lo de estar en tele empezó como un hobby y eso me llevó a los móviles de la radio. También estuve en canal 5. Como soy sumamente obsesiva con lo que hago me puse a averiguar para estudiar periodismo o locución, porque siempre me encantó conducir. Y entré al Iser. Ahí mi mamá afloja y me dice: estudiá lo que te haga feliz, pero un título sí o sí. También había examen de ingreso y pensé: si entro, esto es para mí. ¡Y entré! Igual no fue fácil, lloré un montón al principio porque venía de estudiar una carrera universitaria y trabajar al mismo tiempo y tuve temores: ¿Hice bien? ¿Hice mal? Hasta llegué a pensar que terminaba locución y volvía a Biotecnología, pero cada vez me salían más trabajos en los medios.
¿Cómo llegaste a trabajar en Buenos Aires?
Me entero de un casting en Fox. Tenía 23 años. Siempre había querido vivir afuera de Rosario. Eso lo tenía claro, aunque amaba la ciudad mi mundo estaba en otra parte. Lo sentía así. Quería estar en Buenos Aires, en la tele, haciendo teatro...y siempre algo vinculado al deporte, algo que amo. La historia es larga pero lo cierto es que voy a ese casting y supe que quería estar ahí, que lo iba a conseguir. La vida me demostró que cuando uno se esfuerza, cuando sos minucioso y buscás superarte, sucede. Ese casting fue un 9 de octubre, para mi cumple. Llegué con un VHS en la mano y ni lo miraron. Me hicieron unas pruebas en cámara y yo me sentí como pez en el agua, ¡me encantó! Después hubo una segunda instancia y ya quedé. Me mudé al toque. Era exactamente lo que deseaba hacer. Muy segura, totalmente segura.
¿Alguna anécdota de ese primer encuentro con productores de un medio tan importante?
(se ríe) Con mi nombre, por ejemplo. Cuando digo Alina me dicen: no, no, tu nombre real, no el artístico. Y cuando les conté que me llamaba así les pareció genial. Es el nombre de la protagonista de un libro que leía mi abuela. Mi mamá es la más grande de los hermanos y después está mi tío que se llama Ariel pero si era mujer iba a ser Alina. Y bueno, me quedó a mí.
Entrás a un canal enorme que tenía programas que se veían en todo el continente...
Impresionante. Así es. Y hay algo importante...que lo digo cuando me llaman para dar charlas en institutos o facultades de periodismo: lo previo te prepara para lo que viene, sin dudas. Yo necesité esa experiencia de Rosario, porque cuando llegás a un medio tan masivo te das cuenta de que lo que aprendiste en la radio del barrio, cuando jugaba a la tele en el Iser, todas las veces que me debo haber equivocado como movilera, todo eso fue una gran escuela, fue experiencia, y muy valiosa.
¿Venís a Rosario?
Amo Rosario y tengo a toda mi familia allá. Hace 20 años que me fui y con tanto trabajo y el paso de los años se me hace más difícil ir seguido. Además, en Buenos Aires tengo a mi familia del alma que son los que están en el día a día con vos. Tal como me pasó a mí, hay mucha gente del interior, y los fines de semana (encima yo suelo trabajar los findes) no tenés la chance de reunirte con los tuyos. Entonces vas armando tus redes afectivas acá. Pero igual voy, cada dos meses, ponele...
¿Sos muy fan de la actividad física?
¡Re! Cuatro veces por semana entreno. Un día hago paddle y los otros tres entreno con una amiga, al aire libre. Con Ale García, que es atleta olímpica y sabe cómo armar las rutinas. Nos llevamos genial. Es obse como yo (se ríe).
¿Te pasa de buscar ese perfeccionismo en todo?
(piensa) Con el tiempo un poco fui soltando. Cuando era chica era más rutinaria y estructurada. En casa fueron muy exigentes con el tema del estudio, eso debe haber influido, pero yo lo disfrutaba. Me divertía estudiar. Soy curiosa por naturaleza, me gusta saber, aprender más. Y así con todo. Sí, soy de tener rutinas y esquemas aunque no tan rígida como antes.
¿Y le das lugar a lo emocional, de qué manera?
Es que soy emocional aunque quizá no lo parezca tanto y también soy racional. Si algo sucede en lo emocional me sale bastante lo racional: siempre, porque necesito entender. Cuando algo no tiene una justificación me pone mal. En un punto busco que todo sea justo... aunque claramente sé que lo injusto sucede.
¿Hacés terapia?
-Hice mucho tiempo y cuando lo necesito recurro a mi psicóloga. Soy muy del diálogo. Donde trabajo hay gente muy linda y no se me suelen presentar conflictos pero si es necesario yo apunto al consenso, al diálogo. Hay personas que discuten y se olvidan, yo no, si algo está mal necesito charlarlo.
Trabajás rodeada de hombres porque aunque las mujeres hoy tenemos una enorme presencia en los medios sigue siendo desigual el reparto...
En mis trabajos el 90% de los compañeros han sido y son varones. No me pasa nada con eso, la paso bien. Está todo bien, me resulta natural. De chiquita jugaba al básquet, un deporte más masculino si querés. Era de las que se llevaban bien con los chicos, siempre. Por mi tarea he compartido muchísimos viajes donde era la única mujer y estuvo todo bien. Soy práctica. Y me siento cómoda con ellos.
¿Te sentís una referente del periodismo deportivo femenino? De hecho fuiste de las primeras en ocupar lugares que históricamente estaban destinados a hombres...
Es verdad, cuando empecé éramos muchas menos las mujeres. Ahora eso va cambiando. En el mundo deportivo se van sumando chicas. Me pasa de cruzarme con alguna de las que están estudiando, por ejemplo, y me cuentan con mucho amor y alegría que me ven desde que son unas nenas o me dicen que vienen siguiendo mi carrera, algunas incluso son de otros países de Latinoamérica ¡y casi que no lo puedo creer pero me halaga, me parece súper gratificante!
¿Cambiarías algo de tu trayectoria?
Valoro mucho lo que pude y supe hacer. Incluso siendo chica me podía marear, producto de la inmadurez, del proceso de crecer, tomar malas decisiones, pero no me pasó. He sabido decir que no. Evitar trabajos para los que no me sentía realmente preparada como, por ejemplo, comentar partidos, algo que me ofrecían de los canales de aire. Nunca me enloqueció perderme una oportunidad. Para subir tenés que pisar todos los escalones. Yo no me iba a tropezar... Nunca nada forzado, ni sobreactuado. Creo que eso fue fundamental para lo que hago hoy, que me fascina. Yo entro al canal y soy re feliz, cada día lo valoro, cada día de alguna manera me emociona estar acá. Definitivamente, estoy donde quiero estar. Y sé, o deseo, que así sea por muchos muchos años más.