Se ha iniciado en Rosario la previa al cierre de listas. ¿Qué quiere decir esto? Que todos están hablando con todos.
Por Mauricio Maronna
Se ha iniciado en Rosario la previa al cierre de listas. ¿Qué quiere decir esto? Que todos están hablando con todos.
El socialismo mantuvo en los últimos días la primera de una serie de reuniones destinadas a definir las candidaturas a gobernador e intendente. Sentados alrededor de una larga mesa, Miguel Lifschitz, Antonio Bonfatti, Mónica Fein (y siguen las firmas) decidieron tener la casa ordenada en los próximos 30 días.
En ese encuentro comenzó la depuración de nombres, camino a la Municipalidad de Rosario. Se sabe: son muchos más los que dicen querer ser candidatos a intendente que los que querrían ser intendentes. "Ya sabemos que muchos se suben el precio para luego negociar un nombre en una lista a concejal, diputado provincial o nacional, senador, vicegobernador. La piñata será grandísima en 2019", reveló una autoridad potente del PS.
El primero que largó de los socialistas fue Miguel Cappiello, el senador que nunca perdió una elección. Curiosamente, es el que no tiene apoyo directo de ninguno de los cabezones partidarios, al menos hasta aquí. Sin embargo, Cappiello va.
La estrategia definida en la cumbre del primer viernes de noviembre fue dejar que el ex ministro de Salud siga con su precandidatura, pero también consensuar un nombre que sea competitivo. Un caballo del comisario que, apoyado por la estructura partidaria ofrezca otro perfil. Y ahí aparece el primer dilema a resolver. ¿El socialismo tiene que ofrecer renovación o gobernabilidad frente a Roy López Molina y Roberto Sukerman, que son los dos opositores más taquilleros?
Nombres y perfiles
El segundo dilema es exclusivamente de nombres propios. ¿Si el socialismo presenta dos precandidatos a intendente para competir en las Paso, no corre el riesgo de perder ante Pablo Javkin? "Por eso mismo es que hay que presentar un postulante que muestre un horizonte, un camino a correr, y no regalarle a Javkin el discurso de la renovación adentro del oficialismo", revela un dirigente, que le puso nombre y apellido a esa opción: Enrique Estévez.
Otro de los nombres que se mantiene en la marquesina de "probables" es Leonardo Caruana, aupado al inicio por la intendenta Mónica Fein y Antonio Bonfatti. Dicen allí, que la ciudad debe seguir conducida por alguien que muestre experiencia en gestión, que pueda conducir equipos. Y que el rubro salud es una marca de la marca socialismo. Otros descreen de eso, y consideran que ahora las prioridades deben ser otras, como por ejemplo la seguridad, la obra pública, los servicios.
Créase o no, el GPS que utilizan muchos referentes oficialistas para saber quién está cerca de alcanzar la categoría de precandidato es observar los posteos en las redes sociales, la presencia de los compañeros y compañeras en actos, recorridas a los barrios o timbreos a las familias, un recurso que ya no sorprende más a nadie.
En ese camino hacia el cierre de listas, también juega su futuro el secretario de Gobierno, Gustavo Leone, quien en los últimos días ha sido la cara institucional del Palacio de los Leones en varios actos. La lista se completa con Verónica Irizar y Horacio Ghirardi. Dentro de 30 días se sabrá quién será el nombre elegido para competir contra Cappiello y Javkin.
Como un jugador invisible pero indispensable, Lifschitz se ha puesto encima la responsabilidad para que Rosario no cambie de signo político. Será el gobernador el que tenga la última palabra respecto del postulante final. Para ampliar la posibilidad de un campo de batalla, Lifschitz le concedió una audiencia a Alejandro Grandinetti, quien por estas horas debate su futuro. Antes de la reunión con el titular de la Casa Gris, el massista había hecho lo propio con Roberto Sukerman.
Javkin tiene una carta estratégica que jugar. No reporta en el socialismo. Alguna vez, con este periodista como testigo, Elisa Carrió lo tentó para que sea candidato de un frente amplio. "Vos tenés que ser el candidato de todos", le dijo Lilita en un salón del Decano de la Prensa Argentina. "¿También del PRO?", interrogó este diario. "Por supuesto", contestó la indómita diputada nacional. A pesar del pedido de Carrió, el hoy edil se mantuvo firme en el campus progresista. Pero no es mal visto en sectores que deciden su voto de acuerdo a parámetros extra ideológicos.
Hoy, Lifschitz considera que el oficialismo debe recuperar de manera urgente buena parte de los votos que se fueron a Cambiemos y que, históricamente, jugaron para la coalición oficialista rosarina. Muchos de los sufragios de las primeras 10 seccionales que, en 2011, votaron a Javkin en primarias se fueron a López Molina en 2017. El concejal de Creo podría atraer voluntades que no reportarían al Frente Progresista en otras circunstancias.
En ese sentido, el macrismo tiene el camino despejado. En la transitadísima franja de la progresía marchan el socialismo, el peronismo, Ciudad Futura, el giustinianismo y, a un costado, la izquierda clasista. Es como pescar en una pecera, salvo que se concrete una fórmula de síntesis entre los integrantes de Diálogos Abiertos. Eso equilibraría las chances.
Llama la atención que, pese a la crisis de representación que atraviesan los partidos políticos, y a lo bien que les fue a los que probaron suerte con candidatos extra partidarios, no haya una sola cara nueva entre los pretendidos postulantes. A derecha, centro e izquierda. Bajo el bochornoso sol de enero, un grupo de dirigentes estará dándole forma a una rosca gigantesca que le proporcionará entidad a una interminable cantidad de listas.
Ojalá el decreto recientemente firmado por el gobernador le ponga un límite al habitual zafarrancho de casilleros en la boleta única . Entre el calor infernal y la malaria económica, el desfile preelectoral no augura demasiada empatía en la vereda de la sociedad. Ojalá no sea así.