El shock del triunfo electoral ha generado “una cierta” paz en los mercados, en la política y en la interna del gobierno. Ponemos esas comillas porque no es del todo así, pero huele bastante a tregua de los actores con la administración, reverdeciendo un clima de optimismo, como si todo fuera un camino de rosas. Hace bien el presidente en disfrutar esta etapa, ya que las turbulencias volverán tarde o temprano.
Mientras los festejos continúan, en algún lugar del castillo de Kronenberg, Hamlet con la calavera en la mano, adapta su tradicional interrogante a “flotar o no flotar, esa es la cuestión”. Este debate va de la mano con el de acumular o no acumular reservas, demanda en la cual existe una gran coincidencia, salvo para el propio Milei y su equipo económico. Mientras parezca que todo está bajo control, el apoyo americano no afloje y siga habiendo alguna perspectiva del crédito privado de los otros 20.000 millones de dólares, no habrá ninguna urgencia por definir esa discusión.
Entre las luces de estos días post electorales, se supo que tendremos cosecha récord de trigo, lo cual alimentará una liquidación de dólares temprana que permitirá llegar al trimestre de oro de 2026 con las ansiedades satisfechas, evitando oscilaciones que perjudiquen las expectativas de inflación. También ayudará la toma de créditos en dólares de las provincias y las empresas en los próximos meses. Todo a pedir de boca.
Con la caja en orden y la política shockeada, la avanzada con las reformas estructurales evidenciará hasta dónde la gestión libertaria asimiló los errores legislativos de 2025. Tendrá más posibilidades de concretar apoyos en Diputados, entre otras cosas por tener un piso mucho más alto de legisladores, pero también por el encolumnamiento de algunos gobernadores de origen peronista. Dos de ellos ya se manifestaron a favor de la necesidad de una reforma laboral, por ejemplo. Esto es lo que quería el “gatito mimoso”: que el sistema político se disciplinara a partir de un resultado electoral contundente. Que “la gente” le hiciera entender a “la casta” lo que tiene que hacer.
Sin embargo, en las primeras conversaciones, los dialoguistas tienen la sensación de que la administración libertaria los está invitando a apoyar sus reformas, más que a negociar cosas. Para un gobierno que debe mantener por lo menos el mismo nivel de superávit fiscal de 2025, no le va a resultar sencillo pasar a ser dadivoso, ya que su margen de maniobra seguirá siendo acotado de acá al final del mandato. Si esto se complejiza en Diputados, las dificultades serán mayores en el Senado, ya que estarán mucho más lejos del quorum.
Por eso, la gran expectativa será ver el llamado a extraordinarias para que se termine de descubrir la estrategia de las reformas. Si se respetará un cierto timing, si irán por todo de entrada, si los proyectos serán maximalistas, etc. Además, el 10 de diciembre, cuando entre en vigencia la nueva composición del Congreso, se sabrá realmente cuál fue el resultado final de la elección del 26 de octubre, qué interbloques habrá, quiénes quedarán líberos, qué poder de fuego tendrá Fuerza Patria, cómo se reconfigurarán las comisiones.
La realidad del PRO
Sabemos que el PRO mantendrá sus bloques (disminuidos) independientes de LLA. Después de los tragos amargos que sufrió Mauricio Macri en los últimos meses, era esperable que los que conservan la camiseta amarilla no aceptasen perder identidad, al menos en el corto plazo. Los que no atravesaron el Jordán, es porque realmente serán difíciles de seducir para ser violetas. Dicha decisión los pone en valor al no aceptar licuarse: 16 diputados pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte en votaciones claves.
Macri trabajará para hacérsela difícil a Milei. Por eso también dijo que en 2027 su partido tendrá un candidato a presidente propio. Es decir, ninguna facilitación. La impronta vengativa del calabrés seguro jugará con su máxima expresión. Tiene claro que el presidente solo entiende un lenguaje: el de la dureza del poder expresado en números concretos. Se acabó la era de la buena onda para ayudarlo a gobernar. Le dio todas las manos posibles y, como era de esperar, los hermanos confirmaron que son impiadosos y malos pagadores.
Si el socio más cercano del gobierno se comporta así, ¿por qué los dialoguistas más lejanos deberían ser más concesivos después de lo visto estos dos primeros años? “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. El viejo refrán estará más al día que nunca. Los gobernadores lo esperarán al gobierno sin apurar el juego, para ver si se equivoca una vez más. Entonces se sentarán en otras condiciones.