Establecer quién habrá ganado y por cuánto el 26 de octubre, va a ser una tarea digna de especialistas en minería de datos porque la única alianza que se presenta con el mismo nombre en los 24 distritos del país es LLA. El pro-kirchnerismo no solo va con la denominación Fuerza Patria (FP) sino que va con otros nombres, dependiendo del distrito. De modo que lo único que va a quedar claro en el recuento oficial es qué porcentaje de votos cosechará el propio gobierno nacional. Eso le dará una alegría relativa que le permitirá festejar esa noche. Pero la lectura fina empezará bien entrada la madrugada.
El primer interrogante es qué listas se deberán sumar en la conferencia peronista: ¿los disidentes del PJ oficial, como Leavy en Salta?, ¿los gobernadores peronistas pero que hacen rancho aparte como Jaldo en Tucumán o Jalil en Catamarca? El segundo interrogante será para Provincias Unidas porque hay adherentes al espacio que van con otras denominaciones como, por ejemplo, el radical Roberto Sánchez en Tucumán, actual diputado nacional.
Estas son preguntas que se atienen más a lo formal. Pero hay otras por hacerse. Una clave es ¿cuántos votos sumaron las listas de los gobernadores que eran considerados dialoguistas y que no son aliados de LLA? Estamos hablando de unos 14, incluidos los de Provincias Unidas. Otro interrogante más sociológico será ¿cuántos votos habrán juntado las distintas vertientes moderadas, más allá de esos catorce mencionados? Y por supuesto, ¿cuánta polarización habrá realmente?
Todas estas lecturas estarán sobre la mesa de los decisores políticos y económicos, a la corta o a la larga, y hablará mucho sobre la complejidad de la demanda social y el nivel de apoyo real al gobierno nacional. También se podrá observar con cuántas piezas se quedó cada actor en el Congreso y cómo eso afectará al proceso de “ampliación de la base de sustentación política” que le está pidiendo el gobierno americano al argentino.
Ampliar la base significa perder poder para ganar poder. Es decir, dejar de tener el monopolio del control del propio gobierno, para tener un punto de equilibrio más sólido, menos sujeto a los vaivenes del contexto, partiendo de una fragilidad económica y en un mundo lleno de incertidumbres. ¿Aceptará el primer mandatario y su hermana incorporar como funcionarios a dirigentes políticos relevantes en base a un acuerdo amplio, que estarán más allá del aporte del PRO macrista, y a quienes no podrán echar ni maltratar, so pena de generar una crisis política? ¿Será como un gobierno parlamentario de hecho, el cual tendría asegurado mayorías parlamentarias para sus iniciativas legislativas?, ¿qué pasaría frente a un profundo desacuerdo?, ¿mediaría la Embajada americana? Una de las preguntas del millón en el circulo rojo es cuánta disposición habrá en el oficialismo para concretar dicha ampliación, teniendo en cuenta la matriz del proyecto político: personalista, endogámico, verticalista, fundacional y mesiánico. Pero, nunca está dicha la última palabra en política.
Apoyo de EEUU
El amigo Donald dijo que su dinero es para Milei, no para la Argentina. Si bien no quedan claros todos los condicionamientos (explícitos o implícitos) que EEUU impondrá al gobierno libertario, lo que es seguro es que se deberían hacer correcciones para cumplir con el acuerdo de abril con el FMI, además de la mencionada base de sustentación. Y aquí viene otra pregunta del millón: ¿y qué pasaría si por torpeza o tozudez el oficialismo no logra construir los consensos permanentes necesarios? ¿Hasta cuándo los actores convocados querrán seguir sacándose fotos y asistir a reuniones que son inconducentes? Ya vimos lo que pasó con el famoso Pacto de Mayo: nada. ¿Y si pasa el tiempo y la economía no se recupera, aunque se estabilice, y la opinión pública le sigue restando apoyo? ¿Los actores dialoguistas seguirán en esa tesitura?
Sin embargo, la necesidad tiene cara de hereje: Trump no parece ser un personaje que se resigna ante los obstáculos más grandes. Uno podría pensar que, si puso en caja a Netanyahu y a Hamas, ¿por qué no podría poner de acuerdo a Milei con los dialoguistas, sobre todo por las imperiosas razones geopolíticas que motivan semejante apoyo a la Argentina, y si además desenfunda su billetera?
La Argentina ha demostrado ser un adolescente díscolo a lo largo de la historia. De modo que tampoco habría que apostar a que seremos mansas palomas. Hasta el más pintado fundió biela. Trump tiene bastante imagen negativa en nuestro país, como en la mayor parte del planeta fuera de Estados Unidos. Las bravuconadas del mandamás americano pueden tener un efecto bumerán (ya sabemos dónde terminó Braden o Perón).