En el desarrollo de esta Copa de la Liga, Newell’s nunca pudo enfocarse solamente en lo futbolístico. Su recorrido estuvo permanentemente contaminado por fallos arbitrales que se transformaron en algo más que obstáculos de ocasión. A cada paso se le cruzaron inconvenientes inesperados que muchas veces modificaron rumbos de partidos, que lo llevaron a perder soldados muy importantes y lo obligaron a buscar alternativas en un plantel que no ofrece muchas variantes. Esa tensión, ese ruido continuo, ese estado de exasperación que supera las fronteras del control, acompaña el arribo del equipo rojinegro a la etapa decisiva de la fase de grupos.
Queda claro que nunca pudo desprenderse de esta situación, que ese pesar lo sigue escoltando, que diezma la extensión de sus avances, que altera su frecuencia y sus nervios, y que no le permite encontrar un punto de sostén, serenidad y equilibrio para darle más certezas a su objetivo de pelear hasta donde pueda.
Esa fase de búsquedas también dilató sus intentos de tratar de parecerse a aquel conjunto que impactó a todos en el arranque de la Copa de la Liga, con cuatro triunfos en hilera, con un Ever Banega de galera y bastón, y con los goles del Colo Ramírez, que mostraron los rasgos iniciales y la esencia de las pretensiones del equipo en el comienzo del ciclo que comanda Mauricio Larriera.
Después, le costó mucho asemejarse a esa aparición. Hasta ahora nunca pudo ni siquiera llegar al nivel de esos cautivantes esbozos. Y los padecimientos por los fallos arbitrales sirven para entender y explicar esta situación, sus angustias y sus retrasos en su curva de confirmaciones y progresos.
La expulsión a Rodrigo Fernández y las declaraciones de Armando Méndez en Junín volvieron a ubicar a Newell’s en estado de ebullición y enfado. Las determinaciones de Fernando Espinoza, encuadradas siempre detrás de posturas altaneras, irrespetuosas y soberbias hacia los jugadores, enojaron a todo el plantel rojinegro.
Más allá de que el equipo rojinegro ganó las últimas seis veces que Espinoza lo dirigió, es un juez que siempre saca de eje a los verdaderos protagonistas de este deporte. El apretado, sufrido y trabajoso triunfo de este domingo 1-0 sobre el verde sirve de cercano ejemplo para mostrar las consecuencias negativas de sus arbitrajes.
Por una disputa común, promediando la segunda etapa, con el mediocampista local Sergio Quiroga, Espinoza vio roja directa a Rodrigo Fernández y esa acción cambió todo en los modos de conducir y supervisar el trámite del partido. El llamado del VAR le hizo bajar la roja y el árbitro decidió una segunda amarilla, que igual dejaba afuera a Pitbull, un eslabón clave en el andamiaje del mediocampo.
Esa prepotencia sin sentido, dejó fuera de sí a Armando Méndez, quien lanzó durísimas críticas a Espinoza luego de la finalización del pleito, a la salida del vestuario visitante, poco antes de subir al micro de retorno a Rosario.
Sensación de malestar
Esa sensación de ingratas sorpresas, de bronca y de malestar atravesó y contagió al plantel, al cuerpo técnico y a los hinchas leprosos. E incluso logró infectar la habitual serenidad de Larriera para abordar este tipo de problemáticas. Y lo expuso el DT, con tono un poco más amable, en la rueda de prensa en Junín.
“Nunca tuve tantas expulsiones en un equipo mío”, remarcó el técnico. “La orden que siempre les doy a los futbolistas es de jugar dentro del reglamento, de colaborar con los árbitros, de no exponernos ante la gente, ni de local ni de visitantes, pero son seres humanos”.
Y profundizó: “No voy a referirme más nada a la expulsión porque es lo que le pido a los muchachos. Hay cosas y diálogos dentro de la cancha que uno no conoce, pero igual les pido que no reclamen, que no lo expongan al árbitro, que hable solo el capitán. Pero la verdad es que estoy cansado de las expulsiones”.
Y subrayó: “Tengo en claro que es difícil ganar un campeonato con muchos expulsados o con muchos penales en contra. Tenemos que gestionar mejor las emociones”.
De esa manera, queda evidenciado que por encima de las palabras del presidente Ignacio Astore, en nombre del club, en relación a su alineamiento público con la AFA, a Newell’s lo siguen perjudicando, sobre todo con la designación de los árbitros.
En los últimos partidos, luego de la polémica tarjeta roja a Banega, por parte de Fernando Rapallini, en la 10ª fecha ante Godoy Cruz en Mendoza, a la entidad leprosa le cruzaron en su camino árbitros que están muy mirados de reojo por los hinchas por decisiones en el pasado inmediato. Sin embargo, aparecieron nuevamente igual.
En la jornada 11ª, frente a Platense arbitró Pablo Dóvalo, ante Midland dirigió Luis Lobo Medina, y en la 12ª de la Copa de la Liga con Sarmiento estuvo Fernando Espinoza. Más allá de los resultados de cada pleito, lo cierto es que esos nombres predisponen mal a todos en Newel’s, lo ponen en frecuencia negativa y siguen siendo designados. Muchas veces, la gente lo entiende como una burla.
En ese agitado escenario, el plantel tiene que trabajar, pensando en el trascendental encuentro del sábado, a las 17, ante Boca, un rival directo en la misma lucha, por la 13ª fecha, quien vendría a Rosario con todos los titulares a pesar de estar disputando la Copa Sudamericana.
Para esa ocasión, Newell’s podrá disponer de los importante regresos de Ever Banega y de Ian Glavinovich, quienes ya cumplieron sus sanciones por tarjetas.
Pero, a la vez, ya sabe que no podrá utilizar al Pitbull Fernández por la incomprensible expulsión que sufrió en Junín, y tendrá que seguir muy de cerca las decisiones que se tomen alrededor de Méndez, quien todo indica que habría sido informado por Espinoza.
La lupa sobre Méndez
Fue tan malo lo de Espinoza en Junín que provocó un fuerte contrapunto entre Méndez y el propio árbitro en la zona baja, a la hora de enfrentar los micrófonos. “Quiere ser siempre el personaje (por Espinoza). A mí, cuando me saca la amarilla, me dice al lado mío: “al 14 lo echo en dos minutos”. Es un payaso. Yo también con dos tarjetas en la mano soy guapo. Pero afuera, no creo”, disparó Méndez en diálogo con Paso a Paso, de TyC Sports.
“Después de que me sacó la amarilla me siguió mirando a ver mi reacción. Es un mala leche, un soberbio”, de esa manera se refirió Méndez al juez Fernando Espinoza.
Y después, Espinoza le contestó directamente: “No tuve relación con Méndez. Lo amonesto por protestar. Así como hablo con todos los jugadores, es libre de declarar”. Y remarcó: “Sé que esto es fácil de agarrar y usarlo (por el micrófono). Yo lo uso para justificar el arbitraje. Después, ellos pueden hablar lo que quieran”.
Ese cruce puede llegar a traerle consecuencias a Méndez, y seguramente será uno de los temas de la semana en Newell’s.