Gerdau es la primera empresa productora de acero del país en certificar sus operaciones como Empresa B, un logro que también alcanza su operación en Uruguay. En un contexto donde la sostenibilidad es un compromiso necesario a largo plazo, la empresa del sector siderúrgico decidió en 2023 comenzar este proceso con el fin de marcar un precedente. Lo cierto es que, dentro de su segmento, esta certificación que otorga la organización sin fines de lucro internacional B Lab, no es un requisito obligatorio por lo cual otras empresas líderes aun no lo han hecho.
En diálogo con Negocios de La Capital, Guillermo Maglieri, director ejecutivo de Gerdau en Argentina y Uruguay, conversó sobre lo que este reconocimiento significa para la empresa y su comunidad de colaboradores, como también sobre el compromiso que la acería tiene con la región en términos de sustentabilidad: “No hay un estándar de la industria que exija esta certificación, pero cuando la empresa tiene participación social comprometida, se vuelve una oportunidad”, explica.
Gerdau, que es de origen brasileño con presencia en Argentina desde 1998 con plantas industriales en Pérez, ya venía implementando un compromiso sólido con el desarrollo sostenible, la innovación y la creación de valor en sus filiales de Perú (Siderperu), México (Gerdau Corsa), Estados Unidos y Canadá. La representación del Cono Sur, entonces, estaba lista para apuntar al mismo objetivo: “Somos la primera siderúrgica a nivel mundial que se anima a transitar este proceso. Ya veníamos replicando con éxito prácticas instaladas en las otras operaciones y teníamos muchos puntos positivos”, explica y añade que ésta fue una oportunidad para desafiarse y ser evaluados por una institución independiente.
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El trabajo para lograr la certificación en la planta fue muy transversal porque todas las áreas hablaron de sus procesos.
Foto gentileza Gerdau
En la preevaluación que les propuso B Lab, el puntaje ya fue muy bueno: “Cuando empezamos a trabajar la metodología propuesta, vimos que teníamos muy bien algunos aspectos. Eso nos validó y nos enfocamos en mejorar algunos procesos y documentar otros como corresponde”, agrega el ejecutivo. Para alcanzar la certificación, es necesario cumplir ciertos estándares, pero también demostrar prácticas sostenibles y verificables a nivel social, ambiental y de gobernanza: “Nuestras acciones no fueron para conseguir la certificación, todo lo contrario. Porque ya llevábamos adelante esta estrategia sostenible, fue que nos sentimos seguros de que podíamos conseguirla”.
Compromiso transversal de todo el equipo
La certificación de Empresa B consta de distintas etapas de evaluación, entre ellas se encuentra una serie de entrevistas con los colaboradores de la empresa que se eligen al azar, sin importar el área de trabajo o el puesto que ejerzan. El resultado de esa etapa, fue otro de los momentos de orgullo de Maglieri, ya que pudo notar la consistencia en el mensaje que la empresa buscaba transmitir: “Fue un trabajo muy transversal porque todas las áreas hablaron de sus procesos y las respuestas fueron muy similares”, comenta y agrega sobre otros puntos encarados: “Modificamos estatutos para dejar los compromisos por escrito y conectamos el trabajo con la estrategia global de la empresa planteada en nuestra matriz de materialidad del 2020. Fue una toma de consciencia general que nos da mucho orgullo”.
Cómo cumple Gerdau los estándares de Empresa B
Una Empresa B invita a integrar una comunidad global comprometida con altos estándares de desempeño social, ambiental, transparencia y responsabilidad. Algo que Gerdau cumple a través de tres focos de trabajo. El primero es su producción sostenible, la productora de acero largo, es la recicladora de chatarra ferrosa más grande de América Latina, con 10 millones de toneladas procesada por año.
En Argentina, más del 90% del acero producido proviene del reciclaje de chatarra, mientras que en Uruguay ese porcentaje alcanza el 100%. El uso de la chatarra en el proceso productivo contribuye directamente con la economía circular, porque se reduce la energía utilizada en el proceso industrial, se evita el enterramiento de miles de toneladas de chatarra, se disminuye las explotaciones de recursos naturales, se recupera el valor económico de los residuos y se potencia la cadena de valor de reciclaje de chatarra. El acero es reciclable infinitamente, su durabilidad lo hace un material noble que permanece en el tiempo y por lo tanto es eficiente en los recursos.
Por otro lado, la empresa recicla más del 98% del agua utilizada en los procesos productivos. A su vez, integra a recicladores locales a la cadena de valor mediante un programa de desarrollo de proveedores y también implementó una política de fletes y envíos con menor impacto ambiental, optimizando la logística para reducir su huella de carbono.
El segundo foco de trabajo es justamente el compromiso ambiental. Gerdau tiene como meta global de reducir las emisiones a 0,82 toneladas de COe por tonelada de acero para 2031, mediante inversiones en iniciativas de descarbonización, fuentes de energía renovables y tecnologías de producción limpia. Incluso, hoy en día, tienen uno de los menores promedios de emisión de gases de efecto invernadero (COe), de 0,85 t de COe por tonelada de acero, lo que representa aproximadamente la mitad del promedio del sector, de 1,91 t de COe por tonelada de acero.
Por último, se encuentra su foco en el impacto social. La empresa se enorgullece de generar oportunidades de empleo directos e indirectos, fomentando programas de voluntariado corporativo y promueve activamente la diversidad y la inclusión, en especial en género: “Las personas están en el centro, una de nuestras acciones específicas es involucrar más mujeres en el rubro. Para eso trabajamos activamente en ver cómo facilitar su incorporación a la operación. Hubo un prejuicio de que era una industria de hombres, pero de a poco vamos cambiando esa idea”, explica el director ejecutivo. Actualmente Gerdau tiene un 8% de mujeres en el piso de planta y van incorporando nuevas a medida que se generan vacantes: “Tenemos mujeres que operan grúas, maquinaria y en posición de liderazgo. Queremos reducir ese ‘gap’ entre hombres y mujeres y sacarlas a ellas del trabajo informal para que puedan desarrollar aptitudes en planta. Para eso es que creamos un programa de formación específico para mujeres”, agrega.
Responsabilidad social enfocada en educación, vivienda y reciclaje
Las acciones de Responsabilidad Social Empresarial de Gerdau están enfocadas en beneficiar a miles de personas en las comunidades donde operan. Para eso participan de distintos programas para ofrecer soluciones a problemáticas de la región. Uno de los más relevantes fue el que tuvo como objetivo la reconstrucción del corredor biológico del Arroyo Ludueña: “Estamos en la cuenca del Ludueña y sabemos lo que eso significa. Queríamos generar consciencia sobre la importancia de la forestación. ¿Nos sirve para el proceso productivo? No, pero plantar especies nativas nos ayuda a evitar inundaciones y sostener el entorno natural del lugar donde estamos. Es visión a largo plazo y una búsqueda por contagiar a otros a hacer lo correcto”, propone Maglieri. A partir de esta acción, la empresa ha plantado 4.000 algarrobos nativos con los colaboradores como voluntarios: “Hicimos un día de la familia para esta plantación. La mayoría vive en Pérez y entiende la importancia de cuidar su espacio”, agrega.
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Proyecto de forestación que se realizó en el predio de la acería en Pérez.
Foto gentileza
En el pilar de vivienda, la empresa ha desarrollado el concurso “Pensando en Acero”, que busca fomentar la innovación y la sustentabilidad entre estudiantes de Ingeniería Civil y Arquitectura. A través del desafío de diseñar modelos constructivos utilizando acero como principal elemento estructural, incentivan el desarrollo de soluciones industrializadas y escalables, que aporten no solo a la formación profesional de los estudiantes, sino también al bienestar social. La iniciativa comenzó en 2018 y se ha materializado en dos residencias estudiantiles. La primera se inauguró en 2020 en Santiago del Estero, con 160 metros cuadrados para alojar a 20 estudiantes del interior del país. La segunda, de 120 metros cuadrados, fue entregada en 2022 en Casilda, que hoy permite que 17 jóvenes de 11 provincias cursen sus estudios en la Facultad de Ciencias Veterinarias.
Por último, entre los programas educativos que fomenta la empresa, están las herramientas y aptitudes que le ofrecen a estudiantes de nivel secundario para que puedan insertarse en la universidad o el mercado laboral. A través de iniciativas como el Programa de Capacitación Técnica, el de Educación para el Trabajo y las Prácticas Profesionalizantes, se impulsan formaciones teóricas y prácticas en alianza con la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario.
También, desde el 2012, llevan adelante un programa educativo orientado a fortalecer las prácticas de lectura y escritura en escuelas primarias de Pérez, Soldini y Zavalla. La iniciativa parte de una mirada integral sobre la lectura como eje transversal en toda la escolaridad, más allá del ciclo de alfabetización inicial. El proyecto se enfoca en la capacitación docente y la organización de una maratón de lectura, con el objetivo de formar lectores competentes y despertar en los niños y niñas el deseo por la lectura.
En conclusión, la obtención de la certificación de Gerdau como Empresa B, es un reconocimiento que valida una gran cantidad acciones en las que la empresa ya es pionera. Incluso, entre otros de los orgullos que manifiestan, es que sus prácticas han ido contagiando a proveedores, colaboradores externos y socios estratégicos quiénes de a poco se van acercando a los diversos líderes y preguntan: “Me gusta lo que están haciendo, ¿Cómo puedo sumarme yo también?”.