La demanda está. Pueden crecer lo que ellos decidan crecer. Estuvieron en una gran expo en París y de allí se trajeron 45 solicitudes para empezar a exportar. Pero no tienen prisa, son jóvenes, tienen tiempo, dan pasos certeros. Hablamos de Arbanit, una fábrica rosarina de cubanitos rellenos que ya tienen una gran presencia en nuestro mercado y que se encaminan a la exportación en sólo un mes. Los fundadores de la marca son Gabriel Freites e Ivo Kraljev, dos emprendedores que se profesionalizaron para comandar una planta con 20 personas a cargo y desarrollar toda la estrategia comercial para ser una opción muy competitiva en los kioscos del país.
La nave donde opera la empresa está en zona sur, allí se mudaron en octubre del 2021 a un espacio de 220 metros cuadrados y ahora duplicaron capacidad con un nuevo depósito que lo utilizarán para tener todo el stock allí. En total están produciendo 320 mil unidades al mes por turno pero la apuesta es llegar antes de fin de año a 1,5 millones de unidades. ¿Cómo darán ese salto? Están importando desde Europa, tras una inversión de 50 mil euros, una maquinaria que promete acelerarles por ocho la producción.
En la entrevista con Negocios están ambos socios, Gabriel explica que “esta maquinaria unifica procesos y nos va a dar la posibilidad de ampliar tanto el mercado interno como externo”, Ivo agrega que “hay muchos clientes que tenemos la posibilidad de venderles y no podemos porque somos muy prolijos en la apertura de clientes. Nunca tuvimos un problema con nadie y esa responsabilidad hace que tomemos decisiones acertadas. Sabemos lo importante que es generar credibilidad en el mercado, también llegamos a donde estamos por cómo hemos sido”. Dentro de los clientes grandes de Argentina a los cuales hoy no pueden atender están las grandes cadenas de supermercados como Carrefour o todo el universo Cencosud: Jumbo, Disco y Vea. Si amplían producción, las puertas están abiertas.
Ese mismo equipo es el que les permitirá también dar el salto tras las fronteras. Eligieron para dar sus primeros pasos dos países cercanos: Uruguay y Paraguay. A ambos llegarán a través de un importador que opera supermercados y retails. “Nos parece un buen mercado para probarnos porque tienen un consumo estable”, agregan. En mayo será la primera exportación con 45 mil unidades para cada país, mientras que la proyección es duplicar en poco tiempo esa cantidad para Uruguay y triplicar para Paraguay, que es un mercado con mayor cantidad de habitantes.
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La máquina para fabricar cada cucurucho de Arbanit va girando mientras se obtiene cada unidad.
Branding y packaging
“No hay segundas oportunidades para una primera impresión”, esa frase de Oscar Wilde la toma Gabriel para referirse al proceso de branding y packaging por el que pasaron los productos de Arbanit. El gran salto en ese sentido lo dieron en el 2017 cuando presentaron el flowpack que les sumó valor en lo estético más un sellado hermético que les posibilitó mejorar mercados. La marca se creó en mayo de 2015 y en ese momento los cubanitos se vendían en bandejas plásticas. Hoy Arbanit se comercializa en paquetes individuales y cajas de 12 productos que están en primera fila en las góndolas de los kioscos. Han sabido además lograr que sus distribuidores peleen y triunfen por ese espacio central y a la vista de quienes ingresan a un kiosco a elegir un producto de este tipo. Para Ivo, la mejor estrategia que tienen es que la gente pruebe su producto y es por eso que eligieron como slogan la frase “amor a primer mordisco”.
Pero si vamos a los inicios de la marca, es interesante cómo Gabriel e Ivo llegaron a idear Arbanit. Por un lado, los hombres de la familia Freites estuvieron siempre ligados a los secretos de la receta para hacer un buen cucurucho. El abuelo de Gabriel tenía una heladería y él mismo hacía en una panquequera los cucuruchos y luego fue su papá el que montó una fábrica de cucuruchos para atender a las heladerías de Rosario, justamente la capital de este producto. Así, el know how estaba asegurado para Gabriel, quien empezó a estudiar Hotelería y Turismo como una carrera que le permitiera viajar, que era uno de sus objetivos a mediano plazo. Allí conoció a Ivo que justamente venía de viajar por el mundo y también buscaba un trabajo que le permitiera seguir sosteniendo esas experiencias. Y en una clase escucharon que la comida y la felicidad estaban relacionadas, y así pensaron en hacer un producto alimenticio. El cucurucho fue claramente la primera opción y el valor agregado sería sumarle un relleno de calidad. Hoy tienen nueve opciones, dulce de leche, pasta de avellanas y pasta de maní son los tres más demandados, pero también los hay de frutos rojos, maracuyá o frutilla e incluso la variedad veggie.
Ya pasaron ocho años desde que juntos se aventuraron a armar su propio producto y el proyecto de seguir viajando está asegurado. Ya se fueron a la SIAL de París, a fines del año pasado donde hay 7000 expositores de todo el mundo, y cuentan que estuvieron en todas las ferias que pudieron desde 2016 en adelante. Ese es el camino que se proponen, el de seguir creciendo viajando juntos.