—Nicolás, ¿Cómo es el día a día con respecto a la preparación de los autos de competición, sabiendo que atienden 22 Fiat 500 y corren cada 21 días?
— Complejo, pero nos encanta este trabajo. Estamos todo el día acá adentro con estos Abarth 595, que vinieron de Italia. Lo que hacemos es el mantenimiento general y toda la etapa de competición. Reformulamos muchas cosas en torno al auto que se ve en las calles.
—¿El motor lo tocaron?
— No, porque en realidad ya viene preparado. Es potente. Lo que hacemos, entre otros puntos, es la parte de la suspensión, barra estabilizadora, chasis, se modificaron los discos de frenos. También se adaptaron muchos elementos para poder llevarlo a la pista. Este es un auto que desde el impulsor está preparado, porque es picante. De fábrica viene entre 160 y 165 caballos y acá lo llevamos a una empresa de Pérez para que se encargaran de toda la parte electrónica para correr. Nos hicieron todos los mapeos y eliminaron el cableado original para suspender las funciones que traía de fábrica. Hoy en día la potencia quedó en 160 con el turbo pegando a muy bajas vueltas, que es mejor porque apenas tocás el acelerador responde. De hecho, de abajo es muy fuerte, pero no tanto en velocidad final, que oscilará entre los 180 y 185 KM/H en la actualidad.
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El staff es juvenil y muy profesional, además de ser grandes amigos entre sí.
—¿El staff es variado y nutrido?
— Somos seis de manera directa vinculados al día a día, mientras que a eso hay que sumarle que por ahí vienen chicos de escuelas técnicas para hacer pasantías. Eso sí, todos hacemos de todo. Si bien hay algunos que por ahí se encarga generalmente de la alineación, por citar un ejemplo; si se necesita que haga los frenos, bajar una caja o dedicarse a la parte de chapería en fibra de vidrio, lo puede hacer porque está capacitado.
—¿Coincidís que para Rosario es importante tener este taller acá, porque no solo le dan la posibilidad de trabajo a chicos locales sino que además, al tener pasantías, abre las expectativas en las carreras vinculadas al deporte motor?
— Totalmente. Incluso, por ahí recibimos a chicos que vienen a ver cómo es el proceso de preparación de autos de carreras porque no son los mismos métodos que los urbanos. Es otro tipo de mecánica esto, porque hay piezas esenciales.
—¿Les comentan también que no es lo mismo trabajar en el taller con un ritmo a hacerlo en un autódromo, sea con frío, lluvia, altas temperaturas o incluso quedarse hasta altas horas de la noche cuando un auto se la pega o rompe?
— Sí, eso también lo contamos porque es parte de este hermoso trabajo. Para hacer esto tenés que tener ante todo pasión porque sino....no va. Nos pasa de todo cuando estamos en un autódromo. Pasamos frío, dependiendo los lugares que vamos, sobre todo en invierno, y también nos agarró muchas veces lluvia. Ni hablar que cuando un piloto choca, nos quedamos hasta tener el auto de nuevo listo para salir a la pista, y eso incluye muchas de horas sin dormir o cansados por tanto trajín. Esto es así, y quienes estamos en este circo, lo sabemos. Si no amas esto, no lo podés hacer, es así de simple.
—¿Hacen eje en otros temas?
— Así es. Siempre les remarcamos que acá tienen un abanico muy grande para aprender. Porque en este taller se hace todo, prácticamente. Contamos con todos los elementos necesarios para poner un auto en pista desde cero. Cada mecánico es capacitado y pasa por diversas áreas para que aprenda. Si bien en pintura tenemos a Roberto, que es el maestro que nos enseña a lijar, pintar y pulir, luego el resto hace de todo.
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Rosario es base de la Copa Abarth Argentina, que se florea por todo el país junto al TN.
—¿Tienen un manual de estilo para trabajar de manera lineal y achicar los márgenes de errores?
— Por supuesto, y lo denominamos proceso de trabajo. Hay una guía que muestra cómo se debe encarar el trabajo en cada pieza, sea de estética como mecánica. Siguiendo esas pautas, los chicos no le pifian jamás. Por suerte venimos muy bien en este sentido.
—¿Los autos están preparados todos iguales?
— Sí, no hay ventajas en ese sentido. A todos les ponemos las mismas ganas y energías. Por ejemplo, alineamos al auto sabiendo el peso de cada piloto, por decir algo específico.
— Entonces gana quien tenga mejor muñeca, no hay verso acá.
— Creo que gana quien mejor se adapta al auto, no hay otra. Un piloto puede venir y decirme que se le va de cola, de trompa o tiene otro problema técnico. Lo siento frente a la computadora y le muestro todo hasta saber porqué tiene ese o tal problema. Acá largan todos los autos al mismo nivel.
—¿Y cómo es el procedimiento que hacen cuando están en una competencia?
— Cuando estamos en carrera tomamos los primeros datos tras la primera tanda. Nos sentamos piloto por piloto y vemos todos para corregir o chequear.
— Si bien es una categoría que apunta a ser escuela, también es verdad que una persona con poder adquisitivo que tenga ganas de correr puede hacerlo, ¿cómo es el sistema para habilitarlo si no es piloto regular?
— En ese caso se le hacen pruebas preliminares. No podemos dejar subir a cualquiera porque no deja de ser auto de carrera. Es más, estamos haciendo la experiencia Abarth, que se trata de ver cómo es estar arriba del auto de competición, independientemente de que es una especialidad que está abierta a todos y a su vez apunta a que los chicos que tenemos en plaza luego suban al Turismo Nacional.
—¿Dónde hacen las pruebas?, ya que en Rosario el autódromo está vedado para eso y muchos tipos más de usos por una antigua legislación, que a su vez atenta contra la propia economía del trazado local.
— Esa es una gran realidad. Debemos ir a San Nicolás o a Marcos Juárez, circuitos que están afuera del radio de Rosario. Es verdad que se genera empleo y dinero extra cuando se hacen pruebas o carreras. Somos una pyme, es así. Traccionamos la economía regional y local, y además el propio autódromo Fangio pierde dinero porque nosotros alquilamos los otros trazados. Es un gran engranaje que se pone en marcha con esto. A eso sumale que hacemos mover las pinturerías, ferreterías, todo lo que es gastronomía...
— De hecho hay muchos equipos de la zona que terminan depositando mucho dinero a las tesorerías de Buenos Aires y Córdoba, cuando podrían hacerlo en nuestra propia ciudad o provincia con el alquiler del Fangio, por decir uno autódromo.
— Sí, es así. La región tiene muchos equipos y a todos les vendría mejor probar en el Fangio, pero no depende de nosotros o demás team. Hay una legislación que lo impide.
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Los Abarth llegaron todos desde Italia y fueron readaptados para la competencia.
—¿Cómo hacen para conseguir respuestos?, ya que son autos importados.
— Y... es difícil. Igualmente intentamos tener repuestos a mano de manera preventiva. Por eso cuando vemos que algunas piezas se están por desgastar hacemos los trámites para comprarlos y que lleguen en semanas, porque vienen de afuera y vivimos en Argentina.
—¿La adrenalina es antes o después de cada carrera?
— Es todo el tiempo en realidad porque estamos todos a mil en el día a día. Tenemos una jornada para dejar un auto listo, para así graficarlo ya que corremos cada 21 días.
— Se enferman dos mecánicos y te complica todo.
— Ni hablar. De ser así, estaríamos muy complicados porque es verdad, tenemos un día para armar un auto, pero estando todo el staff. Solo no se puede hacer nada. Somos un equipo, que está compuesto por Alexandro, Joaquín, Marcos, Roberto y Ezequiel.
—¿Con qué no desean encontrarse en una carrera?
— Con un accidente fuerte. Sobre todo por el tiempo que te lleva volver a alinear al auto. Ni hablar si hay que cambiar alguna chapa lateral o techo, porque eso viene de Italia también.
—¿Qué considerás que le aporta a la ciudad este taller?, porque realmente es más importante de lo que muchos imaginan.
— Es así, porque acá no solo estamos haciendo base en la ciudad como categoría y se compran muchos insumos a comercios locales, sino que además le brinda la posibilidad a chicos y estudiantes de venir, ver o trabajar en el ramo competencia deportiva, que no todos los lugares del país tienen esa posibilidad de hacerlo. Rosario es además una plaza muy tuerca, más de lo que muchos creen. Hay muchos que se reciben y no pueden cumplir su sueño de aportar lo suyo en esta disciplina. Nosotros, como estructura, tratamos de ayudar en lo que más podemos desde el lugar que tenemos. Aunque esta ciudad tiene mucho potencial para dar aún.
—¿Cómo definirías a esta gran cocina?
— Y... es mucho más que una categoría escuela de pilotos y de mecánicos. Es pura pasión, no tengo otras palabras.