Nóbile recuerda hoy que en aquella época se había hecho previamente un rastrillaje cera de la cava, en un horno de ladrillos. Pero luego se apuntó al relleno. “Ahí empezó un trabajo enorme, había que ver cómo estaba la cava en 2011. El relleno tenía cien por diez metros, y 14 de profundidad. Había que remover tierra, piedras, escombros y basura a fin de llegar a los 12 metros y alcanzar los niveles anteriores a septiembre de 2011. Todas las empresas de la zona llevan una parte de lo que desperdician a las plantas recicladoras, y otras las tiran ahí. sabíamos el largo y el ancho, pero era mucha la profundidad que teníamos que alcanzar. Ya habían pasado cuatro años”, rememora el especialista.
Se pidieron retroexcavadores y ayuda a bomberos. “Sacábamos una palada de tierra y basura, y buscábamos en cada capa, en el interior de cada bolsa”, detalla Nóbile.
El trabajo de tarreplenado concluyó el 21 de abril de ese año y comenzaron las tareas de exploración. Por esos días, Alberto Perassi esperaba la detención de los implicados en la investigación.
Esa excavación se intensificó el 30 de julio de 2015, a partir de nuevas identificaciones realizadas por los perros. Se habían retirado ya seis metros de tierra, escombros y basura, pero faltaban otros seis para llegar al nivel que tenía el depósito cuatro años antes. Uno de los perros que ayudaron con la búsqueda marcó en tres oportunidades el mismo lugar. Se trata de Chester, el mismo que participó en la búsqueda de los fallecidos en la tragedia de calle Salta de Rosario, que encontró el cuerpo de Chiara Páez, la chica asesinada y enterrada en la casa de su novio, en Rufino, y el que halló sana y salva en noviembre de 2013 a Francesca, una beba de un año y medio que estuvo desaparecida durante nueve horas en Arrecifes, provincia de Buenos Aires.
PAULA 7 CHESTER PERRO RASTREADOR.jpg
Chester, el perro que olfateó algo en la cava de Puerto San Martín. Ya había participado en búsquedas espectaculares.
En el ínterin, mientras se removía la basura, el Eaaf hacía entrevistas con gente del lugar. Así, y con nuevos datos, en la mitad de la excavación surgieron otras posibilidades, a partir de los registros de planos y propiedades de los imputados. Se trasladaron provisoriamente a la localidad de Aldao, a una finca del amante de Paula, y se hizo otra prospección en la casa de la mujer entonces apuntada como la responsable de provocar el aborto de Paula. “Buscábamos rastros de sangre o algún elemento que nos diera la pauta de que Paula Perassi podía haber pasado por ahí”, afirma Nóbile.
Todos los resultados fueron negativos. La excavación en la Cava de Puerto San Martín se prolongó por siete meses, con tres especialistas del Eaaf, diez bomberos y maquinistas, que trabajaban entre ocho y diez horas diarias. “Teníamos una enorme limitación por el tiempo transcurrido, Estas medidas se debieron tomar inicialmente. Cuatro años después, la actividad en el lugar había sido muchísima”, lamenta el responsable del equipo.
En medio de los eucaliptus
En agosto de 2019, el Eaaf volvió a buscar el cuerpo de Paula en un monte de eucaliptos que se levanta al costado de un camino que corre paralelo a la ruta nacional A012, cerca del cruce con la ruta 34 y en jurisdicción de Luis Palacios, 32 kilómetros al norte de Rosario. La búsqueda se activó en un predio ubicado en esa zona por orden de los fiscales Matías Edery y Leandro Lucente.
Allí, y bajo la atenta mirada de Alberto, el padre de Paula, la retroexcavadora removió tierra de entre medio de los árboles.
La búsqueda se prolongó durante dos días, supervisada por Nóbile. Se motivaba en un testimonio reservado de un poblador del lugar. Pero prontamente se interrumpió. “Ubicamos a los propietarios del lugar, y nos dijeron que en realidad habían enterrado a un perro, y que alguien le hizo una broma al denunciante”, recuerda Nóbile. En efecto, lo único que se halló fueron los restos de un perro de gran porte.
Años antes, el 3 de junio de 1016, un cuerpo semiesqueletizado había sido retirado de una cuneta lindera a la autopista Rosario-Santa Fe, a la altura de Capitán Bermúdez, luego de que la policía fuera advertida el jueves de esa misteriosa y macabra presencia.
La noticia corrió rápidamente en la región, y aunque en un principio se especulaba con que podía ser el cadáver de Paula Perassi, tal hipótesis quedó descartada.
Por último, el 17 de junio de 2020, aparecieron restos en la zona ribereña de San Lorenzo, lo que volvió a generar expectativas. Nuevamente la policía, nuevamente el Eaaf buscaron, mientras el padre de la víctima miraba desde la barranca. Los restos aparecieron en la zona ribereña a la altura de calle 9 de Julio de San Lorenzo. Alberto Perassi expresó que cada vez que surge algún dato que podría orientar la búsqueda de Paula se genera una lógica expectativa, aunque la búsqueda no haya dado resultados positivos en todos estos años. Y esta no fue la excepción. Pocos días después, el mismo padre anunciaba que los restos no eran los de su hija.
PAULA 8 BUSQUEDA EN EL RÍO.jpg
Una de las últimas búsquedas, en la ribera de San Lorenzo.
A partir de entonces, siempre que se investiga un cuerpo sin vida en la región, se llama al Equipo de Antropología Forense. Ya es una rutina, para despejar absolutamente toda duda. Incluso se intervino en el hallazgo de un cuerpo en el patio de una casa, en San Lorenzo. “En la zona, todo lo que se encuentra de restos óseos o cadáveres nos dan intervención. Consideramos que es una buena práctica”, dice Nóbile. Pero ninguno fue de Paula.
Misiones imposibles
Lo cierto es que algunos rastros se pueden seguir, pero otros no. Si Paula fue incinerada en un horno industrial, no hay manera.
“Nosotros dividimos las hipótesis entre las que ameritaban trabajo de campo, y aquellas en las que ya no se podía. Siempre que estuvo la posibilidad, fuimos quitándonos las dudas. La cava, el bosque, la finca, la casa, eran lugares concretos en los que, con más o menos expectativas, podíamos indagar. Pero en IDM, por ejemplo, ya no podíamos hacer ninguna investigación de campo”, asegura Juan Nóbile. Y recalca que “el Juzgado de San Lorenzo tampoco fue nunca insistente con el tema. El juez Eduardo Filocco debió esforzarse por investigar”.
El especialista asegura que “dentro de los casos que nos tocan, que siempre son complejos porque las hipótesis de búsqueda resultan endebles, en este en particular se fueron acumulando errores, dejadeces. Y en criminalística, las cosas que no investigan al principio, difícilmente se vayan a descubrir después. Aquí, recién a los dos años empezó a dilucidarse algo, pero no lo primordial, que era saber dónde estaba el cuerpo para entender qué había pasado con él”, dice. Y recuerda que al comienzo se contrató a un criminalista, quien dijo que todo lo actuado había sido “una grosería detrás de la otra”. En efecto, habían quedado tantos cabos sueltos a lo largo del proceso que el resultado era esperable.
Desaparición y negligencias
Todos estos elementos abonan, para Nóbile, la teoría del plan desaparecedor y de una estructura que podía estar a atrás. “Nosotros sostenemos que cuando la desaparición se sostiene en el tiempo, es que hay negligencia o complicidad de los aparatos estatales, que son en definitiva los responsables de la búsqueda. De la negligencia se habló mucho, pero no se pidió explicaciones a los más altos responsables de incurrir en ella. No hay crimen perfecto, hay investigaciones mal hechas, pero ¿quién investigó mal y qué explicaciones tuvo que dar?”, se pregunta.
PAULA 9 JUAN NÓBILE.jpg
Nóbile, del Eaaf, abona la teoría de las estructuras desaparecedoras.
El Equipo Argentino de Antropología Forense busca gente muerta, y comienza a actuar cuando la presunción de que alguien ha perdido la vida tiene suficientes argumentos. Fue el caso de Paula. “Una chica de clase media, conviviendo en familia, con dos niños pequeños a su cargo, no desaparece sin dejar rastros un domingo a la tarde en pleno centro de San Lorenzo. Aquí se hizo algo para que no se sepa más nada de esta chica. ¿Quiénes fueron los negligentes que permitieron eso?”, vuelve a interrogar Nóbile. Y rememora: “Nos preguntaban si se podía haber ahogado, algo prácticamente impensable, ya que hoy Prefectura tiene elementos de búsqueda y, tarde o temprano, encuentra los cuerpos en el río. Nos planteaban hipótesis de suicidio, que no coincidían con el perfil psicológico de la víctima. Estaba claro que las defensas de los imputados estaban muy seguras de que, no habiendo cuerpo, no se iba a demostrar un asesinato”.
Y el Eaaf actuó siempre bajo la presunción de que ya no había elementos que permitieran inferir que Paula estuviese viva. Buscaron un cadáver, pero no apareció. “Las estructuras desaparecedoras, por negligencia o complicidad, lo permiten. La relación entre la víctima y su amante, las cuestiones de la familia, las distintas relaciones interpersonales son motivo de investigación de la Justicia. Nosotros trabajamos sobre la presunción seria de muerte”, cierra.
A su juicio, el de Perassi fue un caso “extremadamente complejo” por la imposibilidad de poder tejer hipótesis ciertas sobre su paradero. “Es un hecho que trasciende lo imaginable, empezando por el contexto, la falta de una hipótesis de búsqueda y el silencio hermético de los imputados”, remata.
Especial 10 años sin Paula Perassi
1- La mujer que salió a hacer un mandado y no apareció nunca más
2- Un cuerpo que fue buscado, sin éxito, hasta en la profundidad de la tierra
3- Sin pruebas que convencieran a los jueces, todos absueltos
4- Para la Justicia, se demostró quiénes la desaparecieron, pero no que esté muerta