Un grupo de investigación perteneciente al Programa de Medio Ambiente y Salud (Promas) del Centro de Estudios Interdisciplinarios (CEI) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), realizó una investigación sobre la exposición al arsénico en Argentina y reveló que más de 17 millones de personas están afectadas por esta sustancia, altamente tóxica y presente en estado natural en la tierra, el aire y el agua y también como consecuencia de actividades humanas.
Este contaminante, que toma contacto con los habitantes -principalmente a través del agua, a la que llega debido a la erosión de rocas y actividades industriales- está asociado con graves problemas de salud como cáncer, anomalías congénitas y enfermedades neurológicas como el Alzheimer.
Esto permitió evaluar la mitad de las provincias, equivalente a aproximadamente el 70% de la población nacional. Se pudo encontrar así que algo más de 17 millones de individuos están expuestos al contaminante. Esto indica un valor que cuadruplica a los hallazgos anteriores.
Revisión científica
Después de una exhaustiva revisión, la revista Water and Health (Agua y Salud), aceptó publicar este trabajo. Otros estudios anteriores, utilizando este índice de exposición, mostraron asociaciones en la región con tasas de mortalidad por cáncer, anomalías congénitas y enfermedad de Alzheimer.
El trabajo fue realizado en el marco de la Red Interuniversitaria en Ambiente y Salud de la Región Centro (Redinasce) por los investigadores Leandro Duarte, Laura De Gracia, Sergio Montico y el médico, investigador y especialista en ambiente y salud, Alejandro Oliva.
Para este último, “el estudio muestra que esta problemática es casi una pandemia en Argentina, que podría ser prevenida con controles más exhaustivos de las calidades de aguas y la implementación de medidas de remoción de arsénico con metodologías, hoy más accesibles y de menor costos que en el pasado; medidas de salud pública responsabilidad de los gobiernos nacionales, provinciales y comunales”.
Necesidad de controles
Destacó la necesidad urgente de implementar controles más estrictos, aunque subrayó que la falta de fondos es un gran obstáculo para llevar adelante esa profilaxis, así como los trabajos de investigación que actualmente están en desarrollo. La difusión de estos hallazgos es considerada crucial por el científico para generar conciencia y presión política para abordar esta problemática.
El arsénico constituye el principal contaminante natural del agua subterránea que es la única fuente para el consumo humano en una amplia zona de la Argentina.
Su consumo con concentraciones mayores a los valores que fija la OMS produce una enfermedad llamada hidroarsenicismo crónico regional endémico (Hacre) que se caracteriza por presentar lesiones en la piel que evolucionan hasta afectar el funcionamiento hepático, renal y respiratorio.
–¿Qué es el hacre y cómo afecta a la población argentina?
–El hacre es una condición causada por la exposición prolongada al arsénico a través del consumo de agua contaminada. En Argentina, esta problemática tiene más de 100 años de historia. Inicialmente, los efectos se manifestaron en la piel, pero con el tiempo se demostró su asociación con diversos tipos de cáncer, anomalías congénitas y enfermedades neurológicas como el Alzheimer. Este contaminante proviene principalmente de la erosión de rocas en los acuíferos, aunque también hay una contribución de actividades industriales.
–¿Cuál es el límite de arsénico en el agua potable según la OMS y cómo se compara con el establecido por el Código Alimentario Argentino (CAA)?
–La OMS recomendó un límite de 10 μg/L de arsénico en el agua potable. Sin embargo, el CAA estableció un límite mucho más alto, de 50 μg/L. Las evidencias científicas demostraron que incluso, niveles entre estos dos límites, representan un riesgo significativo para la salud humana.
17 millones de personas en peligro
–Recientemente, usted y su equipo publicaron un nuevo mapa de población expuesta al arsénico en Argentina. ¿Qué metodología utilizaron y cuáles fueron los principales hallazgos?
–Nuestro equipo del Promas, en colaboración con la Redinasce, evaluó la exposición al arsénico en 12 provincias argentinas. Utilizamos datos representativos de, al menos, el 30% de la población de cada provincia y evaluamos los niveles de arsénico según las normas de la OMS. Encontramos que más de 17 millones de personas están expuestas a este contaminante, una cifra que supera ampliamente las estimaciones anteriores.
–¿Qué implicaciones tienen estos hallazgos para la salud pública en Argentina?
–Estos hallazgos indican que la exposición al arsénico es un problema de salud pública de gran magnitud en Argentina, casi una pandemia. Es crucial implementar controles más estrictos de la calidad del agua y adoptar medidas de remoción de arsénico, que hoy en día son más accesibles y económicas. Estas acciones son responsabilidad de los gobiernos nacionales, provinciales y comunales.
–¿Cómo se desarrolló la investigación sobre la exposición al arsénico en Argentina?
–En algunos casos, como en Entre Ríos y Córdoba, realizamos mediciones directas debido a la falta de información. Utilizamos un índice de porcentaje de población expuesta por provincia con valores de 10 microgramos por litro y así calculamos que más de 17 millones de personas están expuestas a niveles altos de arsénico.
–¿Qué medidas urgentes deberían tomarse para abordar esta problemática?
–Lo urgente es confirmar las zonas de riesgo y verificar la información publicada. En provincias con buen control de agua, como Santa Fe, se debe verificar que la información sea correcta. Si se encuentran niveles altos de arsénico, es necesario removerlo. Esto puede hacerse mediante acueductos o utilizando métodos más accesibles y económicos desarrollados recientemente.
–¿Qué impacto tiene la difusión de estos hallazgos en la sociedad?
–Los resultados son cruciales para generar conciencia y presión política. La sociedad debe exigir que las autoridades tomen medidas para resolver el problema.
–¿Qué desafíos enfrentan las comunas para remover el arsénico del agua?
–El principal desafío es la falta de fondos. Muchas comunas no tienen los recursos para implementar tecnologías de remoción de arsénico. Además, el agua se usa para mucho más que beber, por lo que es necesario remover el arsénico de toda el agua de consumo.
Relación con Alzherimer y cáncer infantil
–¿Qué otras investigaciones están llevando a cabo en relación con esta sustancia?
–Estamos trabajando en diversos estudios sobre la mortalidad por Alzheimer y cáncer infantil, y encontramos asociaciones directas con la exposición al arsénico. También colaboramos con universidades y organizaciones internacionales para avanzar en esta investigación.
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–¿Qué respaldo otorgó la publicación de su trabajo en revistas científicas?
–La publicación en revistas científicas internacionales, como la Revista Water and Health (Agua y Salud), valida nuestra investigación y la consideración de nuestros pares que lo sometieron a revisión le otorga un estándar más alto.
–¿Qué otros factores contribuyen a la exposición al arsénico en Argentina?
–Además de la erosión de rocas en los acuíferos, hay una contribución de actividades industriales, como la minería, la actividad agraria y la fundición de metales. Sin embargo, el principal origen del arsénico es natural. En algunas regiones, como el sur y el suroeste, la minería también contribuye a la exposición al arsénico.
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–¿Qué otras sustancias se encuentran en el agua de consumo?
–Además del arsénico, se encontraron nitratos y flúor. Los agroquímicos son más difíciles de identificar en el agua, ya que tienden a precipitar y se van a los sedimentos. Sin embargo, algunos estudios recientes encontraron trazas de agroquímicos en el agua de consumo.
–¿Qué otros impactos tiene la exposición al arsénico en la salud de la población?
–Además de asociarse a diversos tipos de cáncer, anomalías congénitas y enfermedades neurológicas, también se relacionó con enfermedades cardiovasculares y diabetes. Por eso, es crucial implementar controles más estrictos de la calidad del agua y adoptar medidas de remoción de arsénico para proteger la salud de las personas.
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