"Siempre como sopa, tomo agua y nunca bebidas alcohólicas. El secreto es una alimentación sana." Esa es la fórmula que recomienda Teresa Tomasini para llegar a 100 años tan lúcida y saludable como ella. Aunque admite que los fines de semana y festivos se permite disfrutar platos más sabrosos como pastas y asado, su perfil de vida no se caracteriza por hacer desarreglos.
Le gusta que la lleven a pasear en auto y tomar mates cerca de las cuatros plazas céntricas de Casilda. Coqueta, simpática, y sólo con una pequeña dificultad para caminar, ella se siente y luce tan bien que ni siquiera consume medicamentos.
Tere, como la conocen, es hija de padres inmigrantes italianos y tuvo ocho hermanos ya fallecidos. Aún recuerda los lindos momentos de su infancia cuando "jugaba a la Rayuela y a La Mancha", cursaba la primaria en la Escuela Casado, disfrutaba de la vida de campo y ayudaba a sus padres, Antonio y Gentilina, en la huerta donde cultivaban verduras y hortalizas que llevaban en una carreta por calles de tierra vendiendo sus productos.
"Cuando mi papá, que vivió un tiempo en Rosario antes de venir para Casilda, iba al pueblo siempre compraba LaCapital y así empecé a leerlo como sigo haciendo todos los días de mi vida", comenta Tere.
En la Residencia Santa Isabel donde está hace siete años "por propia elección", aclara la abuela, escucha radio, ve tele, tiene el afecto de las personas con que comparte el hogar de ancianos, y recibe amor incondicional de sus seres queridos. "Acá estoy muy contenta, la atención es muy buena, la comida sana y me llevo bien con todos. En mi cumpleaños, que fue el martes, hubo festejo y vino, una cantora y un mago", recordó. Los fines de semana almuerza de familiares que la pasan a buscar. "Antes cuando era más joven invitaba y cocinaba, pero ahora le toca a mis hijos", cuenta.
"Le encanta salir a pasear en auto, tomar mates y charlar para ponerse al día", apuntan sus hijas Gladys y Lita en relación a la vitalidad de Tere que se casó con apenas 18 años y fruto del amor con su compañero de vida también tuvo un varón llamado Néstor. Además de sus tres hijos tienen seis nietos y 14 bisnietos con los que ayer compartió un momento inolvidable en la gran fiesta de cumpleaños que tuvo en el Salón de la Vecinal Nueva Roma donde concurrieron más de cien invitados que ella eligió.
Su primer trabajo fue en una fábrica de golosinas en Casilda y tras casarse y tener tres hijos atendió con su esposo, que murió hace años, un almacén y despacho de bebidas en bulevar Ovidio Lagos.
"Trabajábamos más de 10 años en ese negocio donde venía mucha gente que también se entretenía jugando a las cartas o en la cancha de bochas", rememoró, quien también tuvo una tienda de ropas en Los Molinos donde residió seis décadas para luego volver a Casilda.
Su avanzada edad no la priva de informarse y conversar sobre actualidad y mucho menos de seguir disfrutando su pasión por el tejido. Desde su edad aconseja a los jóvenes que "salgan y se diviertan sanamente", y sobre Casilda recordó que "comenzaron a pavimentar las calles cuando era una quinceañera".
Gustavo Orellano
En familia. Teresa, agasajada por bisnietos, además de sus hijos y nietos.