María del Carmen Renzo: "Los pueblos deberían ser gobernados por mujeres"
Fue la primera y única mujer electa como presidenta comunal en 1983, año del regreso a la democracia. 42 años después, rememoró aquella experiencia
7 de diciembre 2025·09:00hs
María del Carmen Benzo se transformó en 1983 en la primera y única mujer electa para un cargo ejecutivo en toda la provincia, desde el regreso de la democracia.
Se llama María del Carmen Benzo y en 1983, casi sin proponérselo, entró en la historia de la política santafesina. En las elecciones celebradas ese año, que significarían el regreso a la democracia después de siete años de dictadura, se transformó en la primera y única mujer electa para un cargo ejecutivo en toda la provincia. De esta manera, María del Carmen se convirtió en la presidenta comunal de San Carlos Centro, un pueblo del departamento Las Colonias que por aquel entonces tenía poco más de 8.000 habitantes.
Si hoy es bastante común ver mujeres participar activamente en política partidaria y ocupando diversos cargos, hace 42 años la realidad era bien distinta.
“Era un bicho raro”, se autodefine entre risas apenas comienza la charla con La Capital. A los 85 años se la nota locuaz del otro lado de la línea telefónica y con una memoria prodigiosa a la que no se le escapa ningún detalle.
Motivada
“En 1983, cuando se abrió el acceso a la democracia, estábamos todos muy motivados y había un enorme deseo de hacer algo por la patria. En esa época se abrió la afiliación a los partidos y un amigo de mi pueblo, que había sido ministro de Silvestre Begnis, un día me dijo te voy a afiliar al peronismo. Nunca fui una peronista fanática pero tenía afinidad con los principios del partido. Mi madre era peronista y mi padre era conservador”, arrancó su relato.
Era una época de mucha efervescencia, donde el ejercicio político asomaba como rayos de sol que se filtraban entre las nubes negras que dejaba la dictadura. Hasta ese momento María del Carmen era más conocida por ser docente de grado con una amplia trayectoria de más de dos décadas, que por sus manifestaciones políticas.
De hecho, si bien participaba en las actividades de la Unidad Básica de su pueblo, su candidatura fue pura casualidad porque su nombre ni siquiera estaba en el radar de quienes tomaban las decisiones.
“El partido fue a una interna y el ganador, que era secretario general de Atilra, dijo que no se sentía capacitado para ser candidato. Entonces comenzaron una serie de debates en privado de los que yo no participé. Un día me llamaron por teléfono y fueron a mi casa a proponerme que encabezara la lista como presidenta comunal. Tenía 42 años y estaba casada con hijos”.
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Mujeres al poder
- ¿La tomó de sorpresa entonces?
- Y sí. Me sentí halagada por la propuesta porque siempre me interesó la cosa pública. Pregunté a mi familia, mi marido me dijo ‘no te presentes’, mi mamá igual. Me dijo ‘cómo te vas a presentar’.Tomé notas de esto, pero sentí que podía hacerlo y acepté el desafío.
- ¿Qué recuerda de aquellas discusiones políticas?
- Había en la Unidad Básica un excelente grupo de gente decente con experiencia política y con buenas intenciones. Nos reuníamos dos o tres veces por semana a charlar sobre el futuro del pueblo y elaborar un proyecto político pensando en lo que hacía falta y lo que era necesario. Entre las cosas que pusimos había algunas utópicas como traer el gas o construir las cloacas, cosas que no tenía ningún pueblo, y otras más accesibles.
- ¿Y cómo fue la campaña?
- Había otras dos listas que competían pero la campaña fue respetuosa. En el pueblo ya había radio local así que íbamos a presentar nuestra propuesta. Pero la campaña verdadera la hice en bicicleta repartiendo votos y hablando con la gente, que ya me conocía bastante por mi actividad docente.
- ¿Y qué pasó cuando ganó aquellas elecciones?
- Me dediqué a leer toda la documentación que había, todos los libros de actas de la Comuna, todas las ordenanzas y los balances hasta la asunción el 10 de diciembre. Me dediqué a ver la maquinaria que había. Una de las primeras cosas que hice terminado el ciclo lectivo fue pedir licencia como docente y cuando asumimos empezamos a desarrollar los proyectos que habíamos pensado. Recuerdo que una de las primeras cosas que hicimos fue presentarnos en el Ministerio de Obras Públicas con los industriales a pedir el gasoducto para las cristalerías. Hicimos una encuesta con todas las industrias para consultarles cuánto combustible líquido consumían durante el año. Los industriales vinieron con la idea de hacer un gasoducto y nosotros lo apoyamos porque lo veíamos posible ya que el caño pasaba a 25 kilómetros.
- En los pueblos chicos los presidentes comunales están al alcance de la gente y es común que cualquier vecino vaya hasta su casa a hacerle un reclamo a la casa. ¿Cómo manejó eso?
- Siempre había gente tocando timbre en mi casa. Recibía a cualquiera sin audiencia, siempre. En los pueblos chicos tenemos que ayudarnos unos a otros. Si el sábado me invitaban a una cena, iba y si el domingo me invitaban al torneo de bochas, también iba.
Siempre tuve una vida muy ordenada, de levantarme temprano y almorzar en casa. Tampoco teníamos como costumbre andar de noche. Una vida normal de gente trabajadora normal. La actividad política es muy exigente y uno necesita un hogar tranquilo donde refugiarse. Mi familia lo sabía muy bien y me acompañó en silencio, sin ocupar ningún cargo político.
- ¿Sintió alguna traba en su tarea por ser mujer?
- No, al contrario. Me recibían con gentileza y me metía por todos los despachos, hablaba con quien fuera. Siempre fui bien recibida. Donde más se asombraban era en Buenos Aires cuando iba a hacer trámites. Salían a los pasillos a mirar y se asombraban de ver a una mujer presidenta comunal.
- Durante su mandato, San Carlos Centro fue declarada ciudad y usted se transformó en la primera intendenta electa. Sin embargo, después de 12 años al frente decidió dejar el cargo. ¿Por qué?
- En mi segundo mandato como intendente, nos reuníamos los intendentes peronistas para discutir temas que nos afectaban a todos. Ellos me propusieron para estar en la lista a diputada nacional que encabezaba Obeid. Así fue que fui electa en 1995, en el segundo mandato de Menem. Después de cuatro años como diputada, tenía 61 años y estaba en edad de jubilarme como docente. Entendí que era hora de dejar la política después de 16 años. Había una situación de mucho estrés y necesidades de atender cuestiones de familia.
Nueva etapa
Claro está que no la dejó del todo a la política, porque un par de años después fue electa concejal, cargo que ocupó ad honorem por dos períodos. “Los pueblos deben ser gobernados por mujeres porque es como administrar una casa, aunque un poco más grande”, dice al pasar a punto de terminar la entrevista.
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Hoy, a los 85 años, María del Carmen ocupa sus horas trabajando en un hogar de ancianos y presidiendo la asociación sin fines de lucro que lo sostiene. Ninguno de sus dos hijos heredó la cosa política aunque no lo lamenta porque saben que siguieron sus instintos: su hija es maestra y su hijo mecánico. “Siempre fui muy respetada y sigo teniendo el mismo número de teléfono fijo de toda la vida y nunca recibí un llamado fuera de lugar. A lo largo de los años recibí muchos honores, no me puedo quejar de nada”, concluyó.