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Gustavo Coreman, en la llegada de los 10K de Ternium (San Nicolás) junto a Norberto Catalano.
"Son hitos que fui experimentando. A los 36 años dejé de manejar, a los 43 ya no podía salir solo de noche, a los 46 dejé de percibir los colores y a los 48 dejé de leer definitivamente hasta que admití en mi trabajo que ya no podía ver, cosa que fui algo que intenté ocultar hasta las últimas consecuencias, ya que siempre me caractericé por tomar decisiones y ser muy activo", reseña. Y pese a que viajó a Cuba para someterse a una cirugía, el factor hereditario hizo su parte y no se detuvo.
"Empezamos a correr, creamos un gimnasio y una institución deportiva dentro de la escuela Braille. Soy amante de la educación pública porque democratiza y homogeiniza tanto a unos como a otros. Por eso mi idea era que la escuela Braille pueda transformarse en un lugar abierto a la comunidad. Y como me dijeron que no se podía, reuní la Federación Argentina de Deportes para Ciegos (Fadec) y la Asociación Rosarina de Atletismo Rosario (Arda) y así surgió Ardec", recuerda.
Los guías que aprenden a ser guiados en un paseo a ciegas
Gustavo Cooreman es el guía de Noberto. Comenzó a correr a partir de un desafío que le propuso su hijo en la carrera que organiza todos los años Rosario Central para festejar su aniversario y hoy asegura que ya no es la misma persona de aquel entonces. Desde hace dos años comparte las carreras de calle y de montaña junto a Catalano y hoy son inseparables.
"Yo tengo la suerte de correr con mi ídolo. Y en la bici (en tándem) lo admiro aún más. Imaginate que él tiene que seguir mis movimientos y mis indicaciones, aunque él también es bastante intrépido y arriesgado (risas)", valora Gustavo al elogiar a su atleta guiado, a quien conoció por medio de una nadadora de aguas abiertas.
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Gustavo, acompañante de Norberto Catalano, atleta no vidente de 75 años.
"A Norberto no lo tenés que felicitar porque es un atleta no vidente, sino porque con 75 años aún sigue corriendo con una fuerza y espíritu increíbles", destaca con orgullo. En ese sentido, comenta: "Mientras corremos no llego a darme cuenta, lo disfruto mucho. Recién después, una vez terminada la carrera, logro dimensionar lo que hace Norberto a sus 75 años".
Hoy en día el lazo que los une a ambos se traduce entre viajes y anécdotas tragicómicas en cada aventura, tanto en pedestrismo como en ciclismo en tándem. Gustavo reflexiona y hasta revela que piensa en aquel día en que ya no pueda acompañar a Norberto, con quien supo cultivar una profunda amistad y compañerismo con todo el compromiso que implica.
Prestarle los ojos a quienes no pueden ver
"Siempre digo que el proceso es al revés: él me está brindando su confianza y aprendizaje; lo único que hago es prestarle mis ojos", reflexiona Gustavo en una definición que también coincide con la de María Silvina Borgiani, quien guía y conforma la dupla de paratriatlón junto a Anabel Moro, una de las primeras atletas de Ardec y representante nacional en Juegos Paralímpicos.
Respecto a su acompañamiento, explica: "Ser guía es describirle el mundo a otra persona, es prestarle los ojos a otra persona, algo que para muchos es normal. Y en eso aprendí mucho con Anabel al darme cuenta de que no tenemos solidaridad ni respeto por quienes necesitan una calle segura: desde quienes ponen macetas en la vereda; la cartelería de los locales; los que no levantan los excrementos de sus mascotas; veredas rotas... naturalizamos las cosas que están mal".
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"Sin dudas, la experiencia personal y deportiva que supone compartir y aprender de atletas invidentes o disminuidos visuales es razón más que suficiente para animar a todo atleta que tenga posibilidad de ayudar y probar alguna vez a ser guía, así que aprovecho para animarlos a todos a intentarlo en alguna ocasión porque es algo maravilloso", comenta Borgi, quien se transformó en guía de la nadadora paralímpica Anabel Moro a partir de una vuelta en la bici en tándem que dieron juntas.
Un reconocimiento especial a Norberto
"Todos estamos acá por Norberto", destaca Jorge Quiroga, quien guía a Marcela Escobar, su actual compaña, a quien ayuda a "correr en serio" desde 2018.
Quiroga cuenta que comenzó a compometerse cada vez más con Ardec desde que conoció Cuchulinos Running Team, en alusión al profe Gustavo "Cuchu" Ramos, quien coordina ese grupo los lunes, a las 19, en el parque España y martes y jueves, a las 20, en el parque Urquiza.
También tiene participación activa en el proyecto Paseo a Ciegas, una iniciativa surgida desde 2015 que consiste en pedalear en tándem con personas no videntes o que presentan disminución visual en las bicicletas adaptadas, en dos estaciones ubicadas en Puerto Norte y en San Martín y Ayolas.
"Participábamos en el grupo Cuchulinos, pionero en convocar a atletas no videntes y tuvimos la suerte de convocar a mucha gente. Así surgió mucha gente solidaria. Ahí conocí a Marcela, quien corría con una chica muy competitiva, y así fue como Marcela se fue adaptando a nosotros", comenta Jorge.
"Lo más lindo es verlos a ellos subir al podio, sacarles una foto y acompañarlos en cada calle y camino. Ellos hacen un esfuerzo importante y depositan mucha confianza en nosotros, por eso es algo tan gratificante. Me emociona mucho y me enriquece la vida", valora Quiroga.
Aprender paso a paso
Otra de las atletas guías que se suma a la charla de La Capital es Jorgelina Dianda, quien acompaña al joven Efraín Andrada y el año pasado corrió en dupla en la Maratón Internacional de la Bandera (42K). "A él se le complicaba ir al grupo porque estudia por la noche y yo también tengo mi trabajo, pero tenemos una química muy especial", señala.
En ese sentido, revela: "Pese a que no nos veíamos, lo anoté a la maratón e hicimos una dupla genial. Él es súper veloz, ganó todo, y también hace natación, pero yo soy más loca que él, por eso necesitaba una loca al lado (risas). Y cuando cuando cruzamos el arco con Efrain, le dije: «Gracias por dejarme se tu guía». A lo que él retrucó: «No, gracias a vos por confiar en mí porque no sabía si iba a poder terminar». Y como si esto fuera poco, salimos terceros en los 42K del año pasado".
Quiroga recuerda que Efraín comenzó a correr con él, pero con el paso del tiempo y las condiciones del joven ya fue necesario que conforme dupla con Jorgelina.
"Efraín hace deportes desde muy chico porque su mamá también es docente y trabaja en discapacidad, por eso también es muy conocido en el ambiente", apunta la guía, quien también acompañó a Darío Cuffia en la media maratón del año pasado.
Una mención especial para Gustavo "Cuchu" Ramos
En eso, Paola Malvestiti cuenta que hace dos años es voluntaria del grupo inclusivo y ahora suele guiar a Hugo Acuña junto a su amiga Nadia Baqueiro por su gusto en común por las carreras de largo aliento. Con él compartieron alterando cinco maratones y tres ultramaratones.
"Siempre me gustó ayudar y por eso se me ocurrió empezar a guiar. Pensé que iba a ser algo momentáneo, pero la verdad es que desde que conocía al profe (por Gustavo Ramos) y a los chicos, es algo que me llena el alma. Acompañar a la otra persona, ser sus ojos, compartir y proyectar metas y verlos cruzar la meta es maravilloso", destaca Pao.
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Hugo Acuña acompañado por Nadia.
En ese sentido, subraya: "Lo más importante es que entre todos logremos ayudar a los chicos para puedan entrenar y lograr sus metas. Por momentos parecemos muchos, pero en el día a día se complica el acompañamiento por el trajín cotidiana de cada uno. Por eso es importante aportar aunque sea un granito de arena y difundir esta actividad, porque muchas veces los chicos no tienen los fondos para poder correr las carreras y por eso las cubrimos entre todos y todas".
Nadia también es guía y llegó a Cuchulinos de la mano de Pao. "La verdad que desde que empecé a guiar no paré porque los chicos nos enseñan muchísimo, así que ojalá pueda sumarte cada vez más gente cuando puedan y durante el tiempo que puedan", valora.
Y destaca: "Esto se lo agradecemos a Cuchu, quien es un genio y gran profe; nos alienta a ir por más y nos da fuerzas para ir por más a quienes pertenecemos al grupo. Esto es un ida y vuelta, ellos también nos guían a nosotros, por eso es una experiencia muy apasionante".
Disfrutar el proceso por encima de la exigencia competitiva
Escuchar a Uriel Mansilla es asombroso. Hasta 2011 era un jugador de rugby con chances de migrar al profesionalismo, pero un accidente automovilístico puso su vida en pausa. Lo único que recuerda de aquel siniestro es que una biga hierro se incrustó por el parabrisas de su auto mientras conducía por Panamericana, desde Capital a su trabajo en Villa Constitución. Despertó 40 días después en el hospital Santojanni, tras atravesar una neurocirugía compleja y hoy vive para contarlo y acompañar.
"Perdí masa encefálica y mucha sangre: sólo un litro me quedaba cuando recibí los primeros auxilios en un hospital cercano a la cancha de Vélez, por eso me derivaron a otro lugar. Luego me contaron que tuvieron que ponerme una prótesis y, pese a que intenté volver a jugar, ya no era lo mismo", cuenta, quien es hijo del ex rugbier récord Guinness Miguel Mansilla.
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Uriel Mansilla, el atleta no vidente Hugo Acuña, Nadia y Pao.
Hoy, desde otro lugar, decidió guiar a atletas tales como Hugo Acuña y Analía Romero. "Me encantó la experiencia de poder ayudar a otro, ya que finalmente entendí que me estaban ayudando a mí. Yo soy muy exigente conmigo mismo, muy competitivo, y me encontré con personas que me ayudaron a frenar, a disfrutar y ver la realidad desde otra perspectiva, sin tener en cuenta los tres primeros puestos del podio, ya que acompañar a otra persona me devolvió mi mejor versión", confiesa.
La solidaridad como forma de vida
Sofía Tovar es hija de dos profesionales de la salud y reconocidos jueces deportivos de la Asociación Rosarina de Atletismo (Arda). De ahí surge su vocación solidaria, además de su aprendizaje de yoga, que la llevó a un cambio de paradigma sobre el modo de vida que llevaba adelante.
Su actividad en el deporte comenzó desde su más temprana edad con la práctica de natación hasta que a los 12 años decidió cambiar el agua por la pista de atletismo del Estadio Municipal, donde alternaba pruebas de 400 metros y 800 metros.
"Me gustaba tener en mi rutina de entrenamiento alguna actividad que me permitiera ponerme al servicio de otros. Así comencé a participar en Olimpiadas Especiales y luego me contactaron las hijas de Luis Ferreyra, a quienes conocía de otros ámbitos", recuerda Sofía, quien guía a este deportista con disminución visual.
En eso comenta: "Una de las aristas del yoga es encontrar actividades o momentos para ponerse al servicio en todas sus aristas, más allá de lo económico. Por eso creo que esta actividad va completamente de la mano con esa filosofía de vida".
Con Luis suelen hacer los fondos domingueros y el domingo 30 de junio compartieron la primera carrera juntos en los 10K que se corrieron en el marco de la Maratón Internacional de la Bandera.
"Fue muy emocionante porque era la primera carrera juntos, volver a correr una carrera desde que retomé la actividad; él se puso muy contento porque sus hijas lo fueron a ver. A su vez, mis padres estaban allí abocados a ambas carreras... la verdad que fue mue emocionante por lo que significó la carrera y la experiencia", recuerda.
En ese sentido, apunta: "Más allá de la carrera, me atrapa el proceso, cosa que cuando competía no lograba dimensionar por la ansiedad misma de la carrera. Ahora me doy cuenta que me atrapa cada domingo por la mañana, y que es muy importante para el corredor contar con ese acompañamiento y ellos lo valoran y reconocen todo el tiempo".
Como reza el lema que llevan en sus remeras y refrenda Catalano, "convivir es la meta" y de eso se trata este aventura entre guías y guiados.