¿Cómo se cuenta una ciudad? ¿Cómo se cuenta una ciudad como Rosario? La que se “hizo a sí misma” a la vera del río ancho, la cuna de la Bandera y de algunas vanguardias. La de experiencias políticas únicas en el país. La que se desmarca de Buenos Aires pero pelea con el “síndrome de la hermana menor”. La del afán de definirse como capital, no importa de qué. La que pasó del estigma de la tasa de desocupación más alta del país en los noventa y aquel mote de “comegato”, al de la tasa de homicidios más alta del país y fue llamada la “narcociudad”. La que en los intersticios de todo eso, sigue construyendo identidad y comunidad de maneras que merecen ser contadas.
Esa pregunta en apariencia imposible enfrentó la periodista Arlen Buchara para escribir “Rosario, perfil de una ciudad al límite”, el libro publicado a comienzos de septiembre por Futurock Ediciones (la pata editorial del medio independiente Futurock). A través de dieciséis crónicas, la autora explora las inmensas complejidades de algunos de los fenómenos que marcaron a Rosario en las últimas décadas y elabora un perfil multidimensional de la ciudad, con sus luces, sus sombras y sus espesos grises.
A diferencia de otros títulos recientes sobre Rosario, centrados casi exclusivamente en la trama narcocriminal y judicial, Arlen abre la mirada y, sin esquivarlas, ve más allá de las bandas y los apellidos que en la última década ganaron resonancia nacional hasta convertirse en sinónimo de la ciudad.
Cómo contar una ciudad
La periodista hace su labor y encuentra otros nombres propios para movilizar el relato: una familia cartonera de Santa Lucía, una cooperativa de comunicación en Las Flores, la trabajadora judicial que hace caer a un capo narco investigando delitos económicos, las militantes feministas que hicieron historia, la travesti que brilla en calle Corrientes, los militantes sociales que bancan los barrios, los trabajadores que hacen la cultura local, la escritora que abre la Feria del Libro y a la que finalmente se ovaciona de pie.
Por supuesto, también están esos otros apellidos, los de ministros, fiscales, funcionarios y abogados defensores. A veces hablando en primera persona, a veces sólo para dar contexto. De esta manera, Buchara configura un retrato de varias texturas exponiendo sus credenciales y su experiencia como periodista narrativa: localiza las historias, las narra sin ingenuidad y sin solemnidad, y aporta datos, datos, y más datos.
“La consigna era hacer un perfil de la ciudad en relación a lo que pasó en los últimos años, pero que no necesariamente sea policial, que no sea un libro sobre narcotráfico. Lo primero que hice fue hablar con gente, ver qué sucedía ahí. Es una cronología que podría partir de un montón de lugares distintos. Así que dejé que la ordene la propia conversación”, detalló Arlen en diálogo con La Capital.
Entre 2024 y 2025, la periodista hizo más de cincuenta entrevistas, repasó libros de historia y narrativa sobre Rosario, consultó infinitos informes judiciales, recorrió barrios y, sobre todo, escuchó. “Fue un año y pico de estar muy atenta a la conversación sobre la ciudad. Salir y estar con el oído parado”, apuntó. No es un relato lineal ni cronológico, sino que va trazando una cartografía a través de las distintas voces que se complementan, se contradicen, y se acumulan.
>> Leer más: La fotógrafa Adriana Lestido presentó una película y dos libros sobre su viaje al Ártico
La autora salió airosa de dos desafíos centrales. El primero fue narrar en tiempo real a una ciudad que no da respiro, a veces literalmente. En ese sentido, tuvo que despojarse del instinto de periodista gráfica y entender que estaba escribiendo “un libro y no un diario”, que no se trataba de incorporar cada nuevo dato que aparecía, sino de “confiar en el material que ya tenía” y armar “una foto de un momento”. De esta manera, el libro es el resultado de un ejercicio fino de “pensar en movimiento”, entre “el límite siempre difuso entre lo que pasa y las formas que encontramos de entenderlo”.
El otro gran desafío que Buchara sorteó fue el de construir un enfoque y un tono que no cayeran en la romantización ni en la estigmatización a la hora de contar fenómenos complejos. En ese gesto de abrazar la complejidad (en línea con el oficio pero en contra de los mandatos de época), el retrato se vuelve mucho más humano y más cercano.
“Sé que son recortes. Hubo muchas disyuntivas en relación a cómo contar ciertos barrios. Para mí una manera era a través de las experiencias comunitarias. Hubo algo de entrar a través de lo colectivo, y ver que realmente es muy importante lo comunitario en un barrio. No lo pienso de una manera naif. Quizás no son historias tan grandilocuentes como las que ya se han contado, pero que hay algo de registrar cómo se está viviendo en un momento en un lugar”, compartió la autora.
Pertenencia elegida
Es difícil ponerle un gentilicio a Arlen. Nació en Nicaragua, y se crió entre Italia, Cuba y Santa Fe. En 2006, llegó como muchos jóvenes a Rosario para estudiar en la universidad pública. Desde entonces, echó raíces y es donde más tiempo de su vida pasó.
“Es difícil definir a una ciudad, y sobre todo en la que una no nació. No es un libro para nada autorreferencial, pero sí es cierto que mi propia historia de migración a Rosario, coincide un poco con el período de transformación de la ciudad. Hubo algo de revisar esos años y pensar cómo era el centro, cómo cambiaron determinados lugares, cómo cambió la forma de movernos”, dijo Buchara.
>> Leer más: Se presentó la Feria Internacional del Libro de Rosario 2025, "la más masiva del interior"
Hubo algo de esa pertenencia elegida que le permitió dar forma a un punto de vista único, con la suficiente cercanía y la suficiente lejanía para afrontar la tarea. Es así que, a lo largo de poco más de doscientas páginas, la periodista no sólo desarma las explicaciones monolíticas a cuestiones complejas sino que también aborda los múltiples mitos que circulan sobre la ciudad.
Tierra de mitos y construcciones políticas
Tal como el libro da cuenta, Rosario está llena de mitos, desde los imaginarios sobre el Puerto o ciertos barrios, hasta el mito de origen, ese que recobró centralidad a partir de la propuesta de celebrar el Tricentenario este 2025. La ciudad sin fundador ni fecha de fundación encuentra en las crónicas de Pedro Tuella una supuesta génesis en 1725, donde convivieron españoles y originarios. Una imagen moderna que se retoma trescientos años después.
“Hay algo de esa forma de construcción que permanece en el tiempo. Beatriz Vignoli dice que los lugares más provincianos son los que tienen mayor afán de vanguardia. Hay algo de eso. Rosario tiene unas construcciones a nivel político que son bastante únicas. Lo que sucede en términos de políticas de salud, de infancias, de juventud, lo que sucedió con políticas culturales en algún momento”, consideró Buchara.
“Ni hablar de todo lo que es derechos sexuales y reproductivos, y en la fuerza del colectivo travesti trans. Creo que esos son dos ejes únicos a nivel país y no los dicen sólo desde acá, sino que lo dicen desde afuera. Realmente hay un cambio vital ahí”, sumó la autora, que aborda todas experiencias en los distintos capítulos del libro.
A través de todo este trabajo, Arlen dio forma a un texto que permite a propios y ajenos visualizar un panorama amplio de Rosario, en sus múltiples e intrincadas facetas. Es decir, no es un libro para porteños ni que busca explotar el sufrimiento de la ciudad para el rédito de una editorial comercial. Es un texto que le permite también a los rosarinos (quizás sobre todo a los rosarinos) desandar prejuicios y comprender en mayor profundidad las tramas que atraviesan el lugar donde viven.
“Escribir sobre una ciudad es la posibilidad de construir una versión sobre ella. Y como toda construcción, este es un recorte. Esta no es la ciudad donde nací (...) Es la ciudad donde sentí lo que es el arraigo, donde encontré un oficio y gente para amar. Y es donde aprendí a pensar un país a partir de un lugar. Porque una ciudad también es eso. Una multitud desde donde mirar, un lugar donde construir identidad con otros y otras”, dice Buchara en la breve introducción que antecede a las crónicas. Una ciudad también es eso, la voluntad de quienes la habitan de narrarla con responsabilidad, con afecto y con rigor.