La Medalla de Oro de José “Maligno” Torres de este miércoles en la competición de BMX freestyle en los Juegos Olímpicos de París fue celebrada en todo el país, pero en la casa de Máximo Peralta el triunfo del cordobés tuvo otro gustito. Por lo cercano. Porque “Max”, con apenas ocho años, es un competidor en bicicleta desde antes de dejar los pañales.
La historia del pequeño niño, único representante de Rosario en las competencias nacionales infantiles de BMX, empezó a los dos años y medio cuando Silvina Ambrossi, su mamá, observó una patacleta de dos ruedas que le gustó estéticamente. El pequeño vehículo sin pedales fue el regalo del día del niño. Los padres alzaron las cejas cuando vieron que el pequeño iba y venía con una inusitada habilidad sobre la patacleta. Todo lo que siguió fue el amor a un deporte que, según Silvina, no tiene difusión en la ciudad.
“Era genial verlo, se tiraba de todas partes con la patacleta. Un día buscamos quien le pudiera dar clases y el profe nos dijo que le armemos una bici”, contó orgullosa Silvina a La Capital, quien contó que al poco tiempo, para sus tres años, “le compramos la bici, que se la armó el padre con rueditas (de auxilio). Al rato pidió que se le sacáramos las rueditas y empezó a andar como si nada”.
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Máximo Peralta es campeón nacional de BMX en su categoría con apenas ocho años y es el único referente de la ciudad en este deporte.
Foto: gentileza de la familia de Máximo Peralta
Una vida en bicicleta
El pequeño gran campeón experimentó un enorme cambio en su desempeño deportivo después de diciembre pasado, luego de que cambiara su pequeña bicicleta rodado 14 a una rodado 16, con la cual pudo empezar a realizar las acrobacias y trucos que sus compañeros de entrenamiento, que son más grandes que él, realizaban: “Ese cambio fue la bisagra. Al pasar a una bici más grande, pudo explotar y empezó a crecer un montón”, aclararon desde la familia.
La primera bicicleta de Max era un rodado 12, aunque de a poco las habilidades y el hambre de crecer y ser mejor lo llevó a especializarse y a conseguir mejores equipos: “La bici que tiene ahora es de cromo, tiene que ser livianita. Acá no se consigue nada. El cuadro solo cuesta un millón de pesos. Las cubiertas que tiene ahora se las trajeron de EEUU”.
Practicar BMX freestyle es un deporte que no es barato. La situación económica general y la creciente devaluación de peso argentino respecto de la divisa norteamericana hace que poder participar sea restrictivo.
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Foto: Marcelo Bustamante / La Capital
Un deporte caro
“Hay competencias que son afuera, como en Brasil, en Estados Unidos, y se nos complica mucho poder hacerlo”, contaron a este diario los padres del Max y afirmaron que el apoyo de patrocinadores es muy necesario para que los chicos puedan participar de los torneos y añadió: “Necesitamos ayuda para poder llevar adelante los viajes, los alojamientos, los repuestos de la bici, todo. Es un deporte caro, a veces se hace un poco cuesta arriba”.
Los padres del rider rebosan de orgullo no sólo por la pasión de su hijo, sino por su desempeño en otras instancias de su vida, como lo es la escuela: “Sabe que si en la escuela afloja se le termina la bici, pero es uno de los mejores alumnos. Es re aplicado. Si hay un día que tiene prueba al otro día, eso siempre se habla pero ese día se queda a estudiar y entrena al otro día”, apuntó Silvina.
No obstante, el pequeño Peralta cuida con recelo las faltas que le permiten en la escuela y las suele usar para las competencias largas o lejanas, en las cuales ya cuenta una larga lista de triunfos: “Hace dos, tres años empezó a competir a nivel nacional y quedó primero en su categoría en La Fosa, en un evento que se hizo en Salto, Uruguay, que encima fue su primera competencia internacional”, expresó la mamá de chico y agregó que “el año pasado compitió en Bahía Blanca, en Tierra del Fuego, en Reconquista. También fue a competir y a entrenar varias veces a Córdoba. Al ser conocido Máximo, y José lo invita a entrenar”.
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Bendecido por el campeón
Al momento de cerrar esta edición de La Capital, la cuenta oficial en la red social Instagram de Max tiene 1085 seguidores, los cuales comenzaron a crecer después del torneo de Tierra del Fuego llevado a cabo el semestre pasado. El niño comenzó a hacerse cada vez más famoso en el círculo de riders de BMX y es el más chico de un grupo de competidores pequeños que opaca el podio en cada competencia a la que se presenta.
“En Uruguay tenía club de fans”, recordó Silvina y apuntó que el niño recorría las calles de Salto con una camiseta de Newell's Old Boys con el nombre de Messi en su espalda: argentino y siendo el único proveniente de Rosario en los torneos, estaba claro que se trataba de Max: “Los chicos, incluso más grandes que él, lo buscaban para sacarse fotos, era una locura”.
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Max junto con su ídolo y medallista olímpico José "Maligno" Torres.
Foto: Gentileza de la familia Peralta.
Ese reconocimiento lo llevó a visitar diferentes provincias, entre ellas la vecina Córdoba. Con el tiempo, la mirada de José “Maligno” Torres se posó en el rosarino de 8 años: “Lo conocimos en una competencia en San Nicolás hace un tiempo. El Maligno se presentó como uno más entre los que estábamos ahí, se puso a hablar con los chicos, se puso a cebar mate y como estaba lesionado no pudo participar, pero alentó a los chicos. Es un tipazo”, destacó Silvina.
Los cinco pequeños campeones fueron invitados por el propio Torres para que entrenaran en el mismo parque que él: “En ese grupo de 5 chicos, que son los mejores del país, de entre 8 y 11 años, Maxi es el más chico. Es el único representante de Rosario, los son de San Lorenzo, de Buenos Aires y Río Tercero. Maligno los buscó a los cincos y los llevó ahí, que sólo se puede entrenar con invitación y llenando una planilla con un seguro, todo”.
Silvina contó que en ese viaje a Córdoba, Maligno invitó a Max y a otro rider de 10 años, oriundo de San Lorenzo, Felipe Antunez, a comer a su casa: “Les mostró las medallas de los torneos, las competiciones, se sacaron una foto con ellas y José les dijo ‘Ustedes son los próximos campeones’. Así que fueron algo así como bendecidos por el Maligno”, bromeó la madre del talentoso rider.
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La familia de Max vivió con mucha pasión la participación de Torres en los Juegos Olímpicos: “Fue muy emocionante. Max le escribió un mensaje ayer a Maligno. Le contestó, está siempre agradecido con los chicos y es el ejemplo que tienen ellos a seguir. Cuando dijeron que Maligno salió primero fue muy emotivo, porque cuando sabés que los otros tienen muchísimos más recursos para entrenar y encima el resultado es este, la medalla tiene otro gustito”.
Silvina reveló que BMX no es un deporte que sea muy difundido ni apoyado por Rosario, lo cual hace que el círculo de competidores sea pequeño y que prácticame no haya competencias en la ciudad. No obstante, no faltan espacios para entrenar en el deporte de las bicicletas de alto vuelo.
Max entrena cuatro días a la semana en los galpones de Roca y el río, en un espacio llamado Helltrack Rosario Bike Park, en donde pasa varias horas desarrollando una pasión que parece tener un destino mucho más alto que las rampas a las cuales, con su cortísima edad, remonta con confianza.