Anclado en la esquina de Maipú y Urquiza, una de las más europeas de la ciudad por su adoquinado y por la cercanía con el edificio de la Aduana y la Fuente de las Utopías, el bar Pasaporte es un emblema de la ciudad. Por este motivo, la noticia de que fue puesto en venta el histórico inmueble en el que funciona encendió las alarmas de los rosarinos.
"Lo que se puso en venta es el inmueble. Nosotros somos dueños del fondo de comercio, que alquilamos", explicó Luca Bonilla, uno de los dueños de Pasaporte, a La Capital y aclaró que la permanencia del bar en este punto va a depender de las intenciones que tenga quien lo compre.
En ese sentido, el joven señaló que primero hay que ver si se vende y luego coordinar con el nuevo propietario qué quiere hacer. "Lo más lógico es que el comprador quiera el bar. De esta manera no desaparecería, sino que cambiaría de dueños", analizó y espera que el funcionamiento del bar no se vea afectado.
La propiedad fue publicada en los últimos días por la inmobiliaria UNO y se oferta a 190 mil dólares. En la publicación de su página web detallan que el local tiene 70 años de antigüedad y 88 metros cuadrados. "Local de amplias dimensiones emplazado en la tradicional esquina de Maipú y Urquiza, frente a la Aduana. Patrimonio histórico y cultural de la ciudad, conserva su fachada conformando con su entorno la esquina más europea de Rosario", dice el aviso.
Por último, Bonilla no descartó que sean ellos - los actuales inquilinos - quienes se conviertan en los nuevos propietarios del inmueble. "Si lo compramos nosotros, el bar va a seguir. Si lo compra alguien que quiera poner otro negocio, no. Pero no creo que el bar deje de estar. El terreno se vende sabiendo que está el bar", agregó.
Al ser patrimonio histórico de la ciudad, la fachada no se puede tocar. Además, se trata de una propiedad horizontal, con una pequeña terraza con unas mesas. Arriba del bar hay viviendas, por lo cual lo más lógico es que en el lugar siga funcionando el emprendimiento gastronómico o, en el peor de los casos, se utilice para otro tipo de negocio.
Mientras tanto, el consumo en Pasaporte viene con altibajos. La crisis económica repercute en las salidas de los rosarinos y esto impacta de lleno en el rubro. Sin embargo, se las ingenian para poder seguir funcionando pese a la coyuntura nacional.
Bar Pasaporte, un emblema de Rosario
Cuando Pasaporte abrió sus puertas en 1986, no pasó desapercibido para los jóvenes que frecuentaban el bajo rosarino los fines de semana. Con el paso del tiempo, la vida nocturna se trasladó a Pichincha, dejando a este icónico bar como uno de los pocos referentes de la zona.
Lejos de quedar en el olvido, los nuevos propietarios lo renovaron por completo, cambiaron la propuesta musical, gastronómica y de coctelería, y utilizan las redes sociales para atraer a las nuevas generaciones.
La familia Bonilla manejó durante 30 el bar Luna. En la zona también estaban Salamanca, Marte y Berlín. Era común que a fines de los 80 y también en los 90 los jóvenes hicieran la previa en un lugar, pasaran buena parte de la noche en otro, y cerraran tipo after en un tercero.
En la década de 2000, el área del bajo comenzó a declinar mientras la vida nocturna se trasladaba a Pichincha. Los negocios en el bajo cerraban uno a uno, mientras en esta otra zona brotaban nuevos locales. La transición tomó una década, y para 2010 era evidente que los jóvenes habían cambiado su lugar de encuentro. En 2015, Bonilla cerró el legendario Luna y, cuando parecía que se despedía definitivamente de la escena, surgió la oportunidad de sumarse a Pasaporte.
Actualmente, el bar es una parada obligada para quienes visitan la ciudad y también para los rosarinos, que suelen aprovechar los ratos libres para tomarse un rato en "la esquina más parisina" de la ciudad.