Entre las interminables estanterías y los miles de libros de la sala de lectura de la Biblioteca Argentina, en un escenario que se levanta como en otro tiempo tiempo, los más de 50 chicos desenfundan sus instrumentos: saxos, trompetas, cornos, trombones y flautas, platillos, bombos y redoblantes. Instalan atriles, acomodan partituras, afinan, y los compases de "Rhapsody in blue", la melancólica melodía que George Gershwin estrenó en Nueva York en los años 20, suena de la mano de una orquesta de músicos que tienen entre 8 y 19 años. La Banda de Villa Hortensia repasa una y otra vez los compases frente a la batuta de Mariángeles Carmona, preparándose para festejar sus 15 años en un concierto que promete llenar el Teatro Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque España, y lo hará dándose el lujo de tener sentado al piano a Alexander Panizza, uno de los pianistas contemporáneos más destacados internacionalmente. "Con un grande", como ellos mismos dicen.
Los músicos no se amedrentan y tocan con el desenfado de los chicos, y el propio Panizza admite que tocar con ellos, "es como andar en moto sin casco, y sentir el viento que te da en la cara" (ver página 15).
El concierto celebración será el próximo viernes, con entrada libre y gratuita, y para llegar a ese momento los ensayos se vienen intensificando. Esta semana desembarcaron en la Biblioteca Argentina que, cuando todos los lectores se fueron, reconvirtió su espacio de lectura en sala de ensayo.
Mariángeles, a quien todos llaman "Loli", es la que está a cargo de la dirección, arma el repertorio y hace los arreglos, pero también reparte los alfajores de la merienda mientras esperan para arrancar a tocar. Si bien ahora es directora del proyecto que nació en 2001, quizá sea quien mejor pueda contar esa historia, ya que lleva los 15 años integrando el grupo: primero como alumna, como docente después, y desde hace ya varios años al frente de la agrupación.
Como alumna arrancó en plena adolescencia, cuando una amiga la invitó y ella —que vivía en el Fonavi de Casiano Casas, donde los folletos de las actividades de Villa Hortensia no llegaban— se quedó tocando y tocando: primero la flauta traversa y después el trombón, el instrumento que dice que eligió "para siempre".
"Así es como siguen llegando los chicos a la banda: por amigos, por familiares, están los que vienen de Ibarlucea y Granadero Baigorria, y nunca falta el que cruza toda la ciudad para venir porque tiene un conocido que lo invita", explica.
Ahora son más de 50 los chicos que tocan en la formación, pero hay otros 30 que están estudiando alguno de los instrumentos con el equipo de docentes, y que se sumarán en el futuro.
Repertorio. "No dejo nunca que los chicos se aburran de un tema y lo más importante es que ellos quieran tocar, y que lo disfruten", dice Loli, algo que asegura aprendió estando del otro lado del atril, como integrante de la banda. Quizá eso explica la amplitud del repertorio que los chicos vienen aprendiendo, que va desde clásicos como Strauss hasta canciones de Los Beatles y el rock de Charly García.
"Loli está siempre un paso adelante, no llegás a proponer nada porque ella ya pensó en eso", cuenta Juan Martín, saxofonista, a la hora de destacar las virtudes de su directora. Y aunque admite que sus preferencias pasan por el jazz, asegura que lo bueno "es que le da lugar a todos los géneros".
Sin embargo, la invitación del propio Panizza de tocar juntos, y la propuesta de tocar la obra de Gershwin "asustó en un principio", admite Loli. Pese a eso, se encerró más de un mes para hacer los arreglos que ahora los chicos ya están ensayando.
El desafío no sólo pasa por la propuesta de tocar con una figura de trascendencia internacional, sino también por el hecho de que es la primera vez que la banda comparte el escenario con un instrumento solista. "Es un aprendizaje para los chicos, que tienen que seguir la obra y coordinar con el piano, escuchar y esperar", explica la directora.
A divertirse. Para los chicos la respuesta es más fácil; todos coinciden en que "está buenísimo tocar con Alex". Isabella, que tiene 9 años y aprende clarinete, admite "un poco de nervios", pero dice que lo que más le gusta es "tocar con amigos".
Emiliano, que llegó a la formación por su hermana y se quedó tocando la trompeta, insiste en que "los conciertos son como un ensayo, lo más importante es divertirse". Y el que de eso sabe es Lorenzo, que está entre los más chicos y el más inquieto de la banda. Sólo se detiene cuando se sienta con el trombón y se acomoda delante del contrabajista Luis Fernández, que además es su papá y que también acompañará a los chicos en el evento.
Simón, con 10 años y dos en la orquesta, pasó de golpear ollas y sartenes con cucharas en su casa, según él mismo cuenta, a que su mamá lo llevara a tocar la batería. En plena rapsodia de Gershwin estalla con los platillos desde el fondo.
Quizá son los más adolescentes, como Juan Martín, Brian (trompeta) e incluso Giuliano —que además de tocar el saxo tenor es hijo de Panizza—, los que más presente tienen "el desafío" que representará subirse al escenario con un músico del nivel de Alexander. Los obliga a mejorar y para ellos, que cuando salgan de la Banda de Villa Hortensia ya piensan en seguir tocando, "es una experiencia increíble. No te olvidás nunca".