"Sí, hubo casos de robos a parroquias", admitió el arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, en el marco del acto por los 202 años de la Revolución de Mayo. Ante esta situación, no son pocas las iglesias y los colegios parroquiales que se vieron obligados a tomar medidas de precaución como convocar a la policía o contratar vigilancia privada. Junto con esto, sustituyeron los objetos de culto, que antes eran de material valioso, por réplicas sencillas a fin de evitar además del delito, una profanación. Pero donde los párrocos están sintiendo más el efecto de la falta de seguridad es en la organización de las actividades pastorales, ya que les cuesta reunir a la gente por las noches y cierran los templos más temprano.
"No son tantos los casos y no han sido graves, pero hubo", dijo Mollaghan. Y agregó que el riesgo que afronta la Iglesia es el mismo que el resto de la comunidad. Ahora, está siendo cada vez más habitual que en los actos que congregan a una importante cantidad de fieles, se suela "llamar a quien pueda dar una mano y también a la policía para ayudar a prevenir los robos tanto dentro como fuera de los templos o colegios".
"La custodia se pone no tanto por los hechos recientes, sino por prevención. Sobre todo en los colegios donde hay alumnos en turnos nocturno. Estuve en el colegio María Auxiliadora y allí vi que tienen seguridad", comentó el prelado. Así, buscó dimensionar las situaciones señaladas: "Lo que realmente nos preocupa más son los ancianos y la gente de los barrios alejados, también la droga que tiene mucho que ver con este problema y, por supuesto, el camino a transitar para resolverlo: la educación".
Según Mollaghan, en el caso de las iglesias, lo que buscan son "los cálices pensando que tienen gran valor, pero nuestros elementos de culto son simples, no son de materiales costosos". De todos modos, para el sacerdote, los hechos que se registraron hasta ahora "fueron pocos comparados con lo que le pasa a la gente día a día".
Cambio de hábito. Desde la parroquia San Casimiro, avenida del Rosario 1552, en el distrito sur, el padre Dante Agüero explicó que el principal impacto de la inseguridad se da en la organización de la vida pastoral, ya que antes los encuentros se programaban para horas en que la gente salía del trabajo o a la noche. "Es la principal causa de la falta de asistencia, para organizar cualquier cosa tenemos que pensar en el tema seguridad; algunos amigos nos dan una mano mirando los autos y otros adentro", comentó.
"Tampoco dejamos el templo abierto, no tenemos la libertad que teníamos antes", dijo ayer el padre Dante a LaCapital. A modo de ejemplo, sostuvo que varios elementos del culto fueron reemplazados por réplicas sencillas y ahondó la mirada en el problema: "La violencia en los actos de inseguridad se traslada a las relaciones, es un tema complejo". En el colegio adscrito a su parroquia, Paraguay al 5200, los robos también se repiten a los alumnos y docentes. "Hasta le robaron al representante legal en la puerta de la escuela", relató.
Por su parte el padre Daniel Siñeriz contó que la capilla San Joaquín y Santa Ana, en Bouchard 3350, barrios La Cerámica y Cuyo, también fue blanco de lo que considera más bien vandalismo. Se llevaron placas del alambrado, un portón y rompieron caños y la membrana asfáltica. Y como además entraron varias veces por las ventanas, también reforzaron las aberturas.
En marzo último le robaron al padre Edgardo Montaldo, "El robo no interesa, lo que debe preocuparnos es que les están robando la infancia y la adolescencia a estos chicos que debemos salvar en lugar de defendernos de ellos", dijo el cura de histórica opción preferencial por los pobres, con 42 años en el barrio Ludueña, donde ayer presentó su libro "Mateando entre sueños", una serie de reflexiones de su vida de compromiso y de fe.