Hace exactamente un mes, el 25 de agosto, miles de rosarinos salieron a las calles a exigir seguridad y justicia. Esa multitudinaria y respetuosa marcha, impulsada por una seguidilla de crímenes en pocas horas, marcó un quiebre en la relación de la sociedad con su clase dirigente. Impuso un norte. Le dijo cuáles eran las prioridades y la impulsó a actuar en consecuencia.
En estos treinta días los efectos de ese reclamo se sucedieron frenéticos. Tuvieron su punto de ebullición el día en que el gobernador Miguel Lifschitz anunció operaciones de inteligencia para desestabilizarlo y castigó con dureza a la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich. Se apaciguaron (al menos para los flashes) una semana más tarde, cuando ambos funcionarios volvieron a verse las caras en Capital y luego el gobernador mantuvo un encuentro privado con el presidente Mauricio Macri.
Ese encuentro no fue en los mejores términos. Hubo pases de factura, reproches y una especie de fumata de pipa de la paz.
Mientras tanto, los poderes Ejecutivo y Legislativos (provincial y municipal) apuraron una serie de normas tendientes a brindar "mayor seguridad" a la población.
Una de esas leyes, sancionada el jueves pasado por la Legislatura, faculta al decomiso de los bienes de organizaciones delictivas, aún cuando no exista una condena, y sólo cuando el imputado reconozca que ese patrimonio procede de hechos delictivos.
Sin dudas aparece más como un efecto espasmódico ante un masivo reclamo social que como un trabajo a conciencia de los legisladores. Cuesta creer que un imputado reconozca, previo a ser juzgado, que sus bienes provienen de actividades ilícitas. Lo que refuerza la idea de que lo que se buscó fue un gran título.
Llegando los trols. El cimbronazo provocado por la marcha también generó múltiples controles vehiculares a nivel municipal, cuyos resultados se exhiben en propagandas televisivas, siempre en horario prime time (publicitar en ese espacio no es lo que se dice barato) como grandes logros. La pregunta que cabe es: ¿por qué no se hicieron antes?
En el medio, en estos treinta días recrudecieron los trol, personas que publican mensajes en las redes sociales con la intención de confundir y generar debates innecesarios.
Muchos, por no decir todos, tienen claras intenciones políticas. Un solo ejemplo: en Twitter, desde siete cuentas distintas se lanzó el mismo tuit. "Presentan una denuncia penal a partir del informe de Lanata". O a siete tuiteros se les ocurrió escribir exactamente lo mismo, o a los trol los maneja la misma persona que se quedó sin ideas. En fin, las vicisitudes de contratar gente sin mucha imaginación.
Lo que debería evaluar quien lleva adelante este tipo de operaciones es que intentar sacar rédito político en materia de inseguridad es un boomerang. Tarde o temprano, eso se vuelve en contra.
Cisma progresista. La movilización también tuvo otro efecto. Esta vez hacia dentro del Frente Progresista. El lunes pasado, desde el gabinete municipal se lanzó una convocatoria al equipo de gestión para repasar básicamente tres lineamientos: panorama político local, situación y novedades en materia de seguridad y desafíos colectivos para los próximos meses.
Se encontraron en el Centro de la Juventud, los reciclados galpones de la costa central, y allí fue evidente el faltazo que pegaron muchos radicales. Todo un síntoma de las tensiones que hay hacia dentro del frente. Es más, algunos de los ausentes habían estado 48 horas antes reunidos con la ministra Bullrich en un coqueto hotel céntrico.
El objetivo era rediscutir la gestión, pero al parecer los radicales no estaban muy convencidos. En el cónclave, el secretario general de Gabinete, Pablo Javkin, destacó que "las épocas marcan desafíos políticos distintos" y llamó a "repensar" lo que se hace porque "la sociedad cambió".
Habló de "innovar", de dar "nuevas respuestas" y hasta se despidió parafraseando el tema "Rabo de Nube", de Silvio Rodríguez. "Un aguacero en venganza, que cuando escampe parezca nuestra esperanza", cantaba el cubano. "Hoy es un día típico de escampe y fuerte para nuestras esperanzas", les dijo Javkin a los funcionarios que lo escuchaban.
El propio Rodríguez explicó una vez que en Cuba la gente le dice rabo de nube a los tornados. En Rosario, la masiva movilización del 25 de agosto fue una especie de tornado. Hoy, un mes después de la marcha, el Frente Progresista intenta que ese viento no se lleve puesto más de 25 años de gobierno. Por ahora, la brisa se les coló entre las filas y la pata radical ya está flameando.