Los rosarinos volvieron hace cinco meses a la "bolsa de los mandados", una costumbre que se había perdido y que retomaron con la entrada en vigencia de la ordenanza que en abril pasado comenzó a restringir la entrega de las de polietileno en los supermercados. El impacto, aseguran desde la Secretaría de Ambiente y Espacio Público, fue "muy importante", y lo pusieron en números: 20 millones de bolsas plásticas se dejaron de utilizar. Y, de acuerdo a los indicadores detallados, eso se traduce en el ahorro de casi 4 millones de litros de agua, emisión de dióxido de carbono y de la energía que se hubiera utilizado para la producción de las bolsas. "No hay dudas del beneficio ambiental", recalcó la subsecretaria del área municipal, Cecilia Mijich.
Los resultados de la implementación de la ordenanza que reduce el uso de bolsas plásticas en hipermercados, megamercados, supermercados y autoservicios, aprobada a finales de 2015 e implementada tras una serie de campañas informativas desde el 1º de abril de este año, fueron presentados ayer en el Centro Municipal de Distrito (CMD) Centro.
El impacto, según recalcaron tanto desde Ambiente como las autoridades de la Cámara de Supermercados y Autoservicios, "fue significativo" y en cinco meses de vigencia, la normativa redundó en la disminución del uso de 20 millones de unidades.
Positivo. Las bolsitas del supermercado son nada menos que envases de polietileno que se fabrican con petróleo, ya de por sí un recurso finito, pero que además conllevan un proceso de producción que contribuye al calentamiento global y que requieren más de 150 años para desintegrarse.
Por eso, en el análisis de la disminución de su uso en estos primeros cinco meses no sólo se hizo hincapié en la cantidad de unidades que se evitaron entregar, sino en el ahorro de recursos y el impacto negativo en el medio ambiente.
Es que las 20 millones de bolsas que no se entregaron a los clientes representaron, de acuerdo a datos de la Cámara de Industria Plástica Europea, el ahorro de un consumo de 3,8 millones de litros de agua para su producción, lo que equivale al consumo de una familia durante siete años —se estima un consumo diario por persona de 500 litros—.
Además, producir ese número de bolsas también hubiera significado la emisión de 300 mil kilogramos de dióxido de carbono, nada menos que lo que emite un auto naftero que recorre 1,3 millones de kilómetros —unos 2,3 kilogramos de emisiones por cada 10 kilómetros recorridos—. La medida también agrega un ahorro en el consumo de energía de que equivale a 1.600 barriles de petróleo.
Residuos. Además de disminuir el impacto a nivel ambiental, desde el sector empresario y el municipio señalaron que la decisión se vincula a la ordenanza de Basura Cero, sancionada en 2006, y que se propone promover la reducción del volumen y la cantidad total de residuos sólidos urbanos que se producen. "Pensar en qué consumimos, cómo lo consumimos y cómo lo descartamos es importante, y un cambio de conducta", recalcó la subsecretaria de Ambiente.
En ese punto, Mijich también explicó que, a partir de ahora, 22 sucursales de supermercados de la ciudad se convertirán en centros de recepción, comprometiéndose con la entrega de materiales reciclables y garantizando la entrega de volúmenes que impliquen recolección semanal.
Otro de los efectos "positivos" a los que hizo referencia la funcionaria es el impacto de la medida en los emprendedores que producen bolsas reutilizables. En ese sentido, puso como ejemplo el emprendimiento "Chibomba", que funciona en barrio Belgrano, y que pasó de producir dos mil bolsas mensuales a 40 mil.