Tras varios amagues, el otoño se instaló en la ciudad y las bajas temperaturas se hacen sentir. El invierno está a la vuelta de la esquina y, además de pensar en sacar camperas y bufandas del fondo del placar, es momento de comprobar el estado de las estufas para garantizar que funcionen en óptimas condiciones. Cada vez más personas toman conciencia de la importancia de hacer el chequeo todas las temporadas y evitar los peligros que puede implicar un desperfecto. El costo del servicio en Rosario parte de los $5 mil y puede llegar a los $30 mil. La gama de precios es variada y depende del aparato y del profesional, entre otras cosas.
Al igual que los aires acondicionados, que necesitan un service antes de arrancar la temporada, las estufas a gas también deben tener un mantenimiento regular. Suelen ser las más usadas en las viviendas particulares porque son las más efectivas, sin embargo si sufren algún desperfecto pueden poner en riesgo la salud. Las autoridades sanitarias recomiendan que en el arranque del invierno un técnico especializado inspeccione todos los aparatos domésticos que utilizan combustible: calderas a gas, calentadores de agua, hornos y estufas u hornallas de gas, secadoras a gas, calentadores a kerosén o gas y también las chimeneas y estufas a leña.
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Foto: Sebastián Suárez Meccia
Víctor Hugo García, gasista matriculado, aseguró en diálogo con La Capital que cuando se dejan de usar las estufas a gas juntan polvo, grasa y otras partículas que hay en el ambiente. "Todas esas suciedades se juntan en los inyectores de los calefactores y tapan la salida del gas y no puede realizar la combustión con el aire que toma del exterior", precisó.
En la misma línea, el especialista explicó que tanto los calefactores de tiro balanceado como los que no tienen salida al exterior sufren el mismo desgaste. "Al no poder realizar la combustión no debería encenderse, aunque en muchos casos lo hace y comienza a emanar gases tóxicos como el monóxido de carbono que es silencio y letal", advirtió.
Por qué un gasista cobra lo que cobra
Si bien cualquier persona puede hacer el trabajo de limpieza y puesta a punto de las estufas a gas, siempre se recomienda acudir a un gasista matriculado, quienes se formaron para eso y son responsables por diez años del trabajo que realicen. "Eso marca la diferencia de por qué un gasista cobra lo que cobra", argumenta García. Lo más importante es observar el color de la llama, esta debe ser de color azul. Si es amarilla implica que hay monóxido de carbono y es fundamental el service de quienes saben del tema.
En la ciudad, la gente se anticipa a la llegada de los fríos más crudos y la mayoría de los gasistas ya tiene trabajo. Aunque García advierte que "hay colegas que no paran de trabajar y otros que más o menos. Depende de la zona y tus referencias". Los profesionales perciben que cada vez más conciencia sobre la importancia de realizarle estos chequeos a los artefactos y así evitar instancias de peligro.
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Foto: Sebastián Suárez Meccia / La Capital
En cuanto a precios, el abanico es amplio. "Cada gasista cobra lo que quiere", resume. Los costos, sostuvo, oscilan entre $20 mil y $30 mil para un calefactor tiro balanceado y entre 8 mil y 13 mil para los que no tienen salida al exterior. Los precios son tentativos y depende no sólo del gasista sino de las tareas que se deban realizar, las condiciones en las que está el aparato y el lugar en el que está ubicado, entre otros factores. En el caso de que haya que reparar algo, los repuestos se cobran aparte.
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Por otra parte, José Luis Gil, también gasista matriculado, sostuvo en diálogo con este diario que él prefiere regirse por los precios que establece la asociación a la que pertenece. "Está el que lo quiere aumentar y el que se mantiene a ese precio. Siempre me mantengo con esa referencia, si hay que aumentar porque te encontrás con algún desperfecto más complejo le avisás al cliente", indicó. Según especificó, los servicios rondan entre los $5 mil y los $7.
En cuanto al mantenimiento, en la mayoría de los casos, el especialista quita el frente del calefactor para limpiarlo y controlar el inyector, las válvulas de seguridad, el encendido pinzoeléctrico y, si lo tiene, el mechero. También el tubo de entrada de aire y salida de gases y comprobar si se debe reemplazar alguna pieza en caso de estar deteriorada.
En tanto, las instalaciones de estufas a gas nuevas parten de los $14 mil y pueden alcanzar los $36 mil. Los calefactores que cuentan con tiro balanceado siempre son más caros.
Lo cierto es que no todos los gasistas matriculados cobran lo mismo y que cada caso tiene sus particularidades. Los presupuestos son personalizados y las tareas se realizan en base a las necesidades del calefactor. Sin embargo, todos coinciden en la importancia de estos controles periódicos, no sólo de calefactores sino también de termotanques, calefones y cocinas, entre otros. La prevención puede evitar envenenamientos por inhalación de monóxido de carbono.
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El mal funcionamiento de calefactores suele ser la principal causa de intoxicación por inhalación de monóxido de carbono.
Peligro del monóxido de carbono
El Ministerio de Salud alerta todos los años sobre los envenenamientos por inhalación de monóxido de carbono. El CO se produce cuando se queman materiales combustibles como gas, gasolina, kerosén, carbón, petróleo o madera, y advirtieron que no se puede ver ni oler, con el peligro de que cuando se lo respira en niveles elevados, llega a causar la muerte por envenenamiento.
Los síntomas que produce la inhalación de monóxido de carbono son dolor de cabeza, mareos, debilidad, nauseas, vómitos, dolor en el pecho y confusión. Es de suma importancia aprender a reconocerlos para tomar medidas inmediatas.
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En caso de presentar estos síntomas, recomiendan en primera instancia dirigirse inmediatamente a un lugar donde pueda respirar aire fresco. Abrir las puertas y ventanas, apagar los aparatos que utilizan combustibles y salir de la casa.
Luego, concurrir a una sala de emergencia o centro de salud y comunicar al médico que sospecha de envenenamiento con CO. El envenenamiento puede diagnosticarse con una prueba de sangre, hecha inmediatamente después de haber estado expuesto a él.