A un año de su asunción, el rector de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Franco Bartolacci, realizó un balance de la gestión y afirmó que casi toda la hoja de ruta que se exhibió el primer día del mandato, el 6 de agosto del año pasado, se cumplió. Enumeró como cuestiones centrales la jerarquización de políticas de género, la continuación pese a la pandemia de las obras encaradas y, sobre todo, la presencia de la universidad en la ayuda a la comunidad rosarina. “La universidad es el resultado del esfuerzo colectivo de la sociedad”, sintetizó.
Con la pandemia como contexto mayoritario hace meses, la situación llevó “a hacer cosas que teníamos previstas para realizar en un período más largo de tiempo”, aseguró el rector. Esto viene a título de la transformación maratónica que tuvo que afrontar la UNR. “En diciembre presentamos el sistema de educación a distancia y el nuevo diseño del campus virtual. Fue realmente exitosa la transformación porque pasamos de tener, el 16 de marzo, una plataforma virtual por la que transitaban alrededor de 400 personas por día, a una que hoy transitan, diariamente, más de 40.000 usuarios. Hicimos esa mutación, prácticamente, sin sobresaltos”, explicó Bartolacci.
En cada punto que describió el rector, no dejó afuera a la comunidad que trabajó para llegar a ese objetivo: “Hubo un gran compromiso del colectivo docente universitario, un enorme trabajo de las áreas de gestión de todas las facultades y escuelas, el área académica y el personal no docente afectados para todo esto”.
“En la asunción fuimos contundentes en señalar que uno de los objetivos centrales de la gestión es el de poner a la UNR al servicio de lo que la sociedad necesita. La universidad cumple con su misión cuando el vínculo con la sociedad en la que está inserta es bien estrecho, y cuando deja de convertirse en una institución que sólo acredita a través de un diploma la formación de determinados profesionales, para ser un instrumento que transforme la vida de la sociedad. Sobre todos los temas de la ciudad y la región, la universidad pública tiene algo para hacer o decir”, manifestó Bartolacci.
Es por esto que una de las premisas de la gestión, según indicó, era “dar vuelta la universidad y ponerla en diálogo con la agenda, los actores y los problemas de nuestro tiempo”.
“La universidad tiene que es estar atenta a cada problema que tiene la ciudad y la región para que podamos ofrecer un dispositivo, una herramienta, un programa o una acción que ayude a enfrentar los problemas”, dijo Bartolacci y puso como ejemplos la realización de 1.200 viandas diarias para personas en situación de calle, la producción de alcohol en gel y el consultorio que montaron para atender a quienes se vean afectados por el humo de las quemas en las islas.
Género
La creación del área de género y sexualidades puso a la UNR como pionera en tal sentido a nivel nacional. Con su jerarquización, Bartolacci contó que se “ponía en evidencia la vocación de ir hacia una institución que no sólo ayude hacia afuera a instalar la agenda de género, sino que también haga de esa agenda una cultura institucional”.
“Implementamos la ley Micaela, con la capacitación en género de todo el personal de la universidad. Pusimos en marcha el programa Mil Micaleas (tendiente a formar una red de mujeres y feminidades en la comunidad universitaria para impulsar tareas de sensibilización y prevención de violencias sexistas en la UNR), está implementado el cupo laboral trans, empezamos a trabajar en la transversalización de la problemática de género de nuestros contenidos curriculares”, enumeró, y agregó: “Hay un desarrollo de políticas de ampliación, reconocimiento y restauración de derechos que, a mi juicio, es inédito para la UNR. Estamos casi saldando una deuda”.
La hoja de ruta giró en torno a consolidar “una universidad de excelencia y popular, más moderna, más creativa, democrática y transparente, diversa, plural, feminista y comprometida con su tiempo” .
Obras
“Aún con las dificultades del contexto en términos económicos, sociales y por las políticas de aislamiento, pudimos sostener un programa de obras e intervenciones inédito en nuestra universidad, que garantizó intervenciones en casi todas las facultades y escuelas”, detalló el rector.
Así, enumeró que en un año se inauguraron dos comedores universitarios; se terminó el edificio UNR Innova, destinado a la ciencia, la tecnología y la innovación para el desarrollo; se comenzaron tareas de restauración en las facultades de Derecho, de Humanidades y de Ingeniería; se confirmaron las obras de finalización del anexo de Odontología, el aulario del área salud y el tercer piso para el taller de escultura de Humanidades; y, “a buen ritmo” se está terminando el aulario de La Siberia.
“Nuestra universidad tiene edificios extraordinarios que son patrimonio de toda la ciudad y que hemos descuidado colectivamente durante mucho tiempo. Vamos a poner mucha energía en hacer cosas que garanticen mejores condiciones de trabajo y estudio a la comunidad, pero también poner en valor el patrimonio histórico que tiene nuestra universidad”, afirmó.
Además, destacó la presencia global de la UNR al firmar un acuerdo con la Universidad de Bologna, la más antigua de occidente: “Es una puerta de entrada al concierto de universidades europeas y una alianza estratégica que nos permite entrar allá y a Bologna poder trabajar con América latina, que va a tener absoluta relevancia en los próximos años”.
“Los proyectos nunca son individuales. Hay un gran colectivo de gestión, muy jerarquizado, en el gabinete institucional y hay mucho compromiso de la comunidad. Las cosas no pasan si no hay una comunidad que tiene ganas de que suceda”, aseguró Bartolacci, quien también afirmó que vive con mucho entusiasmo el cargo que le toca ocupar: “No se es rector todos los días. Por eso, aprovecho todos los momentos que tengo para hacer algo”. remarcó.