"La ocupación ahora es del ciento por ciento. Estamos con un lleno total. Van a bajar un paciente y subir a otro. Estamos así desde hace dos semanas". El relato es del mediodía del martes. Y el que habla es Juan Carlos Pendino, médico terapista con 35 años de experiencia en el Hospital Centenario. El escenario por esas horas y las que siguieron era el mismo en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca). Esa realidad revela la posibilidad cierta de que ante la escasez de recursos _específicamente respiradores_ los terapistas deban definir qué paciente recibe asistencia y quién no, lo que se conoce como el “protocolo de la última cama”. Afirman que eso aún no pasó, pero Miguel Tortorelli, intensivista del Heca desde hace 25 años, señala que “se priorizan pacientes todo el tiempo" y agrega un elemento no menor: la demora en la atención, que ya está presente y juega en contra.
“Hace días que venimos priorizando pacientes. Cuando tenés una sola cama y decidís a quién subís a la terapia y quién espera en la sala general priorizás, y en ese tiempo en el que buscás cama para el que menos cuidados necesita, el riesgo es demorar la atención”, detalla el médico.
Para acompañar ese proceso, ya en la primera ola de contagios el Ministerio de Salud provincial elaboró un documento: Guías Bioéticas para el Acceso y Tratamiento Apropiado en el Contexto de la Pandemia de Covid-19. Un protocolo que justamente ayuda a tomar esas decisiones y que, según afirman los médicos, “alivia" esa tarea diaria.
En esta segunda ola, con un escenario epidemiológico que los intensivistas afirman les está dando menos respiro que la de 2020 y dentro de las terapias intensivas les deja “menos capacidad de maniobra”_en palabras de Pendino_ el documento volvió a circular en las últimas semanas.
Qué definen las guías
El protocolo _uno más de los que rigen en las áreas críticas que son espacios "altamente protocolizados", dicen los especialistas_ fue elaborado por expertos en bioética e investigación, abogados, médicos intensivistas, cirujanos, anestesistas y paliativistas convocados por Salud y publicado en octubre de 2020.
Ayudar a definir acciones ante la falta de recursos es justamente una de las razones de ser del documento. Así lo explicita en los primeros párrafos, donde añade que se trata de una guía “para velar por la dignidad de los pacientes y del personal de salud".
“Las decisiones vinculadas a la efectiva implementación de los principios de justicia y solidaridad en contextos de escasez y de saturación de los servicios de cuidados intensivos es uno de los dilemas que presenta mayor dificultad de resolución; porque cualquiera sea la alternativa elegida, se transformará en un nuevo problema”, se lee en las primeras páginas.
Allí mismo señala que ponderar el por qué, el para qué y para quiénes es “la clave para la mejor toma de decisión” y agrega: “No se puede ofrecer un recurso que no se dispone, pero siempre ha de ofrecerse aquel que reconforte a los pacientes y allí radica la condición de mínima. Dicha elección moralmente relevante, deberá ser aquella en donde exista la menor tensión posible entre los valores, principios y derechos en juego".
Quienes mejor lo traducen son justamente los mismos médicos. "En la práctica se trata de ver qué paciente realmente se va a beneficiar subiéndolo e ingresándolo a terapia y, en el caso extremo, se trata de determinar cuál tiene mayores posibilidades de supervivencia”, afirma el médico del Centenario y pone como ejemplo los hechos sucedidos en España.
“Hubo un momento de la primera ola donde se determinó, por ejemplo, que los pacientes geriátricos o que requerían muchos cuidados, lo que nosotros llamamos «asistencia para las actividades de la vida diaria», directamente no ingresaban a las UTI”, detalló.
Allí es donde están estipuladas a través de categorizaciones técnicas, la edad, el estado general, las comorbilidades y enfermedades preexistentes, es decir la posibilidad de supervivencia, se ponen en juego para tomar la decisión.
La fantasía del último respirador
El terapista del Heca admite haber pasado por la situación de tener dos pacientes y un solo respirador. “No fue en pandemia, sino hace muchos años cuando la asistencia pública de salud atravesaba una realidad que dista mucha de la actual", recuerda Tortorelli. Sin embargo, aclara que el escenario de estos días "es complejo" por la saturación del sistema.
El movimiento de las actividades laborales, escolares y recreativas e incluso la escalada de violencia que atraviesa la ciudad son los factores que hacen que la realidad en la UTI del Heca sea la de “cama caliente”. Ahí aún no se define quién respira y quién no, pero sí se define hora tras hora quién recibe primero los cuidados críticos. "Eso no es menos grave", aclara el médico.
“La «fantasía» mas extrema es la de no tener respiradores, pero hoy el problema central que atravesamos es la demora para ingresar a los pacientes que requieren asistencia. Y ese tiempo que se demora ante la falta de lugar, es un riesgo”, explica.
Es que preparar una cama de terapia intensiva es “tremendamente complicado en contexto de pandemia”, dice y relata: "Hay que estar con los equipos de seguridad para recibir al paciente que ingresa por Covid, pero además implica aislar el paciente, el trabajo del camillero, los estudios por imágenes previos, limpiar la cama en sí misma y todo eso conlleva una coordinación de servicios, es tiempo de asistencia para la persona y no sucedería si hubiera mayor disponibilidad de camas”.
Es más, cuando un paciente muere, “retirar el cuerpo sin riesgos para terceros también implica una serie de movimientos precisos y tiempo". El médico describe una realidad en la cual “aunque lo del último respirador aún no haya sucedido, lo que sucede no es menos grave y afecta a todos".