Con un relevamiento en más de 46.600 chicos de todo el país de entre 2 y 18 años, incluidos unos 5 mil santafesinos, la organización Barrios de Pie y el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) le pusieron números a la demanda alimentaria que estalló desde el principio de la pandemia en sectores empobrecidos y a los que sumaron otros tantos con el paso de los meses. Eso muestra el Indicador Barrial de Situación Nutricional, relevado durante de febrero de este año, que exhibe que de los 45.600 chicos relevados en 20 provincias del país, el 42,1 por ciento muestra malnutrición, un indicador que creció 5,4 puntos respecto de 2019 y que tiene a los niños de entre 6 y 10 años entre los más afectados. Santa Fe no está por debajo de ese número y alcanza el 43%. A nivel nacional, casi un 20 por ciento de las familias entrevistadas afirmaron que realizan entre una y dos comidas al día.
El indicador es una herramienta que la organización social junto con el Isepci construyen desde hace cuatro años y que en Rosario incluyó a unos 25 barrios de los distritos periféricos a través de los comedores a los que las familias asisten.
Laura Lonatti, coordinadora del Area de Salud Colectiva del Isepci, ya había advertido en febrero pasado, en el inicio del relevamiento territorial, que la situación "es estructural y crítica" ya en la previa al 20 de marzo de 2020 y que la pandemia “no hizo más que profundizarla”. Ahora, con los resultados en mano, advierte que pasar de un universo de 30 mil chicos de 2 a 18 años en 2019 a casi 50 mil este año habla de por sí "del incremento de la demanda".
Qué comen esos chicos y chicas y qué aporta el Estado, en sus tres niveles, en los programas de ayuda alimentaria es lo que el estudio pone bajo la lupa. "Tiene que haber un cambio drástico en las políticas de ayuda alimentaria porque el problema del hambre tiene una mano invisible que es el sobrepeso y la obesidad que oculta la gravedad del problema", afirmó.
Los resultados
El déficit nutricional no solo de niñas y niños sino de las familias se registró a través del “indicador familiar de acceso a la alimentación”, que mostró que un 19 por ciento de los grupos familiares entrevistados afirmaron tener acceso a una o dos comidas diarias. Y un 26 por ciento llegaba a un esquema de tres comidas.
A través del análisis el índice de masa corporal en chicos de entre 2 y 18 años, se estableció que más de 19.200 niños presentan malnutrición, un 42,1 por ciento del total. Un número que está 5,4 puntos por encima del 36,7 por ciento que se había registrado en 2019.
En el caso de los varones, la malnutrición alcanza al 41 por ciento con “prevalencia del sobrepeso”, mientras que en el caso de las niñas y mujeres jóvenes, el porcentaje crece al 43 por ciento y prevalece la “obesidad”.
Santa Fe no es la excepción a esas cifras. Chubut, Tierra del Fuego, Río Negro, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires son las jurisdicciones que están por encima del 50 por ciento de su población malnutrida, incluso rozando el 60 por ciento en el caso de Chubut; sin embargo, los 19 departamentos santafesinos muestran un indicador del 43 por ciento, algo por encima de la media nacional.
Crecer y comer peor
Una de las aristas que muestra el estudio es que a mayor es la edad de los chicos relevados mayor es el porcentaje de malnutrición y los más afectados son los que se encuentran en la franja de 6 a 10 años. Un dato que se mantiene desde 2019.
Así, mientras que la malnutrición en la primera infancia (de 2 a 6 años) alcanzaba el 27,4 por ciento en 2019 y ahora se incrementó 5 puntos, superando el 32 por ciento; entre los 6 y los 10, ya superaba el 40 por ciento hace dos años y ahora roza el 50 por ciento, la mitad de la población relevada en esa franja etaria. De 10 a 18 años, en tanto, indicador creció 6 puntos y alcanzó el 46,4 por ciento.
Entre los lactantes, bebes recién nacidos y hasta los 2 años, aunque no menos grave, es donde menor crecimiento del indicador se detectó. En 2019 fue del 26 por ciento y este año creció al 28.4 por ciento.
"Estructural y crónico"
Si bien los resultados están dentro de las previsiones, sobre todo cuando para Lonatti se trata de "un problema estructural y crónico", la coordinadora recalcó la necesidad de avanzar en "cambios drásticos en las políticas de ayuda alimentaria".
Como ejemplo de la malnutrición que atraviesan los chicos de 6 a 10 años y que se acrecentó durante la pandemia señaló: "Las escuelas que eran las únicas que proveían en los comedores algo de carnes y alimentos frescos, dejaron de brindar esa comida y fue reemplazada por un bolsón de alimentos secos".
Ahí es donde Lonatti señala que "sin dudas se trata de un problema de ingresos" y agrega: "Aumenta la indigencia y la cantidad de personas que no acceden a la canasta básica de alimentos, lo que necesariamente incrementa la malnutrición en las familias que acceden a alimentos que no aportan nutrientes, sino saciedad. El problema es que cuando vemos un chico de 6 ó 7 años con hasta diez kilos de sobrepesos, más en contexto de pandemia donde la obesidad es un factor de riesgo, eso no genera la misma preocupación ni reacción que un niño de bajo peso".