"Jefe, tenés tres días para juntar 50 mil dólares". El papelito escrito en mandarín y pegado sobre la fachada del supermercado de origen asiático es la clara señal de que la mafia china desplegó sus tentáculos en Rosario. El pánico a estos grupos que atemorizan a fuerza de granadas, bombas Molotov y tiros se nota en el silencio de las víctimas ante las autoridades judiciales. Atar cabos y avanzar en las investigaciones se complejiza en el hermetismo. Desde hace tres meses, dos policías chinos convocados por la Embajada tienen línea directa con los pesquisas locales.
En la actualidad se acumulan en los Tribunales locales una decena de causas de esta naturaleza. Los grupos investigados están integrados por recaudadores asentados en la ciudad y en Buenos Aires. Un mecanismo violento que mueve un circuito aceitado: el botín que se obtiene tras las amenazas va a prestamistas que cobran al contado bajo el imperio de las balas.
De las 35 causas que tienen como víctimas a ciudadanos chinos, una decena tiene un mismo denominador común: amenazas, uso de armas de fuego e intimidaciones en torno a la denominada mafia china. El resto son robos o hurtos que reflejan una problemática común al resto de los comercios ante el flagelo de la inseguridad.
En Rosario existen aproximadamente más de 300 locales chinos, de los 10 mil que funcionan en la Argentina (de los cuales más de 3 mil están ubicados en la provincia de Buenos Aires).
Los comercios que están radicados en la ciudad tienen como dueños y empleados a radicados provenientes de una misma región de China: Fujián.
Pero en paralelo al negocio de los súper y en las sombras florece otro negocio. Las reglas no escritas son claras: se debe pagar por protección o bien atenerse a las consecuencias de la mafia. Y para abrir un supermercado se impone la territorialidad. "Ellos saben perfectamente dónde deben instalarse según el código entre «paisanos»", indica una alta fuente de Tribunales. La cercanía entre competidores significa una afrenta que se debe pagar de una manera u otra.
En esta lógica entre grupos dominadores y dominados, los hechos violentos saltan a la luz en las páginas policiales. Un mundo oculto que pocos rosarinos conocen.
¿Cómo operan? Si bien impera el silencio movido por el pánico a los sicarios de sangre fría, algunos testimonios y las pesquisas hechas en estos diez expedientes permiten inferir un modus operandi.
De madrugada y empleando mano de obra argentina, los extorsionadores dejan un primer papel con ideogramas en chino mandarín. "Jefe, preparáte 50 mil dólares sino te mato". "Te doy últimos 3 días, sino arreglan con la plata, preparáte tu ataúd".
En la breve esquela se deja un número de celular, cuyo chip es descartado al poco tiempo. La mafia emplea argentinos para pegar los papeles en la puerta de los súper. A quienes se resisten o demoran, se les arrojan bombas incendiarias o una ráfaga de disparos en el frente de sus comercios.
Una vez torcida la voluntad a fuerza de amenazas, los integrantes de la mafia se encargan de la búsqueda del botín, muchas veces en los locales de sus víctimas. Están integrados por chinos asentados en Rosario, pero también vienen de Buenos Aires, según datos allegados a Tribunales.
La gran mayoría termina pagando ante el pánico de las represalias. ¿Dónde va el dinero? Los investigadores con los que LaCapital pudo dialogar sospechan de un circuito de prestamistas, deudas de juego, dinero que circula por cuerdas no oficiales. Y las sospechas recaen en algunos supermercadistas que usan esta actividad como pantalla para algo más rentable.
Sin embargo, hay un dato que para los funcionarios judiciales resulta llamativo. Desde la llegada de un contingente de policías chinos convocados por la Embajada en la Argentina, no se produjo un sólo caso más en Rosario.
"Todas las causas de amenazas son anteriores. Incluso hay un contacto directo y fluido con dos agentes, quienes se pusieron a disposición y han mostrado mucha colaboración", reveló una fuente de la fiscalía.