Cuando sigue resonando el caso del joven que murió por graves quemaduras al intentar robar cables de la Empresa Provincial de la Energía (EPE), en el Ministerio Público de la Acusación (MPA) se tramitan hechos similares que demuestran no solo la recurrencia de una forma de delito precario emparentado con la pobreza, sino la limitación de la persecución penal, que recae siempre en los eslabones débiles del entramado ilícito. Ahora dos hermanos, de 18 y 19 años fueron condenados a 3 años de prisión efectiva por una seguidilla de robo de cables, cañería y objetos de una peluquería.
Hace pocos días las escalofriantes imágenes de un joven ennegrecido al salir de una zanja de la EPE tras intentar robar cables de alta tensión y recibir una mortal descarga eléctrica, tuvo un tratamiento público que llamó a la reflexión de una sociedad que focaliza y su furia contra los eslabones más vulnerables de la cadena delictiva.
Ahora, un caso similar demuestra la reiteración de ese tipo de conductas delictivas precarias, que no sólo exponen a las víctimas, sino que hace visible la vulnerabilidad social de los autores.
Este miércoles la jueza de primera instancia Lorena Aronne declaró admisible y homologó un procedimiento abreviado presentado por la Fiscalía y aceptado por la defensa, y condenó a Román T. a 3 años de prisión efectiva por los delitos de robo simple en grado de tentativa agravado por la participación de un menor de edad; robo agravado por escalamiento en grado consumado; y robo agravado por ser cometido en lugar poblado y en banda.
En el mismo trámite recibió idéntica pena su hermano menor, Lorenzo T., por robo simple agravado por ser cometido en lugar poblado y en banda, en grado consumado y en calidad de coautor.
Cables, caños, tijeras, un carro de supermercado
Según la acusación de la fiscal Guillermina Aiello, el 1º de noviembre de 2022 a las 2, junto a otras personas, una de ellas menor de edad, Román intentó robar cables de fibra óptica y video instalados en un poste en la zona de Camilo Aldao y Campichuelo.
En ese momento los vecinos advirtieron la situación a la central de emergencias 911. Cuando el personal policial arribó al lugar, el ladrón se dio a la fuga por Campichuelo hacia el oeste, pero fue detenido a los pocos metros. Entre sus ropas tenía un cuchillo de cocina de 20 centímetros de largo.
El 11 de marzo de 2023, aproximadamente a las 8, en zona de calle Carrasco al 2100 trepó e ingresó al techo de una vivienda y sustrajo caños de un tanque de agua. Pero el propietario de la vivienda regresó al ser alertado por el mensaje de un vecino, que le mandó una fotografía del sospechoso sobre el techo.
Cuando el hombre llegó a la intersección de Carrasco y Sotomayor, divisó al intruso arrastrando un carro de supermercado, y lo reconoció como la persona de la fotografía. Junto con otros vecinos lo retuvieron hasta que llegó la policía. Finalmente a ambos condenados se le atribuyó un hecho más grave.
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El 8 de julio de 2023 a las 4 rompieron la ventana de una peluquería ubicada en Juan José Paso al 5400, ingresaron a la parte de atrás del local y sustrajeron dinero, una computadora, tres máquinas de cortar el pelo, tijeras, tres navajas, y cajas de filos por 200 unidades.
A través de registros fílmicos ambos fueron reconocidos por el encargado de la peluquería, y a las 13.30 del mismo día los detuvieron en Felipe Moré y Gorriti. Si bien el caso tuvo un efectivo accionar de policial y del MPA sobre persona que merecen reproche penal, el caso demuestra que sigue pendiente la persecución sobre quienes demandan y reducen materiales robados bajo una modalidad que en alza, que se emparenta con la pobreza y recrudece con cada crisis social.