La balacera de este martes en el barrio Empalme Graneros, que provocó que un nene de 6 años resultara herido, ocurrió en un contexto de violencia que se acentuó alrededor de instituciones educativas, sobre todo desde comienzos de 2023. Sin embargo, hace años que los niños están en la línea de fuego y constituyen una cifra importante entre las víctimas de homicidios y de heridos a balazos. Así, desde el año pasado ya hubo 43 menores asesinados.
"Dejen de meterse con los chicos que no tienen nada que ver", pidió el padre de Lux, el chiquito de 6 años que recibió un balazo en la pierna. El ataque fue cerca de las 17.30 en la zona de Génova y Cullen, de parte de dos personas que pasaron en moto a los tiros cuando había niños y adultos que salían de la escuela José Ortolani.
Se dice que la balacera, por la que ya hay dos detenidos, pudo tener como blanco una vivienda de la zona. Sin embargo, y más allá de los pormenores de este suceso, ocurrió en un barrio donde en los últimos meses se dieron atentados intimidatorios que entre otras instituciones tuvieron como blanco a escuelas. Situaciones que también se replicaron en otros sectores de la ciudad. En ese marco fue que el gremio Amsafé Rosario llamó a un paro docente desde las 10 de este miércoles y a una manifestación frente al Ministerio de Educación.
"Basta de matar a nuestros alumnos", hoy es una consigna que se repite en las recientes manifestaciones a raíz de hechos violentos con chicos en edad escolar como víctimas. Pero en 2014, cuando surgió, fue el nombre elegido por un colectivo de maestros que a partir de un hecho (el asesinato por linchamiento de David Moreira) se reunió para alertar sobre un panorama complejo. Con pibes de un lado y del otro de las broncas que habían comenzado a estallar, el 2013 había terminado con 35 menores asesinados. Una situación que se mantuvo, a pesar de los altibajos en las estadísticas: en la última década fueron asesinados 216 niños y adolescentes.
La complejidad de esa problemática se había advertido desde 2012, con la situación agravada a partir del triple crimen de Villa Moreno el primer día de ese año. Ante ese escenario, los gobiernos municipal y provincial idearon y pusieron en marcha el programa Nueva Oportunidad, primero a nivel local y después en todo Santa Fe. Una política pública que admitió que había una población vulnerable: la compuesta por adolescentes de los barrios periféricos, sobre quienes se centró el programa basado en talleres de capacitación y en la articulación con organizaciones sociales.
Los años siguientes, los números registrados de niños y adolescentes asesinados por año disminuyó: hubo 22 en 2014, 24 en 2015, 17 en 2016, 17 en 2017, 16 en 2018, 12 en 2019, 16 en 2020 y 14 en 2021. Pero con el tiempo las dinámicas de la violencia cambiaron y en los análisis criminalísticos comenzó a notarse un incremento en la cantidad de víctimas "por error", es decir, que no eran el blanco principal de los ataques en los que murieron. Con esas características aparecieron con más frecuencia los casos de niños y adolescentes asesinados o heridos por quedar en medio de balaceras. Un factor que incrementó los números de víctimas en esa franja etaria al sumarse a la de menores que sí estaban involucrados en conflictos.
>>Leer más: Vidas truncadas: quiénes eran los chicos rosarinos asesinados por la violencia urbana
En ese marco fue que en 2022 la cantidad de niños y adolescentes asesinados llegó a 34 y superó con creces los 14 registrados en 2021. Hubo hechos que generaron mucho impacto público, como el crimen de Lucas Geovanni Vega, un niño de 13 años que el 1º de agosto estaba con amigos a metros de su casa, en Génova y González del Solar, barrio Emaús, cuando los balearon desde un auto. De esos 34 casos fueron 30 los homicidios con arma de fuego y al menos 26 de se investigan en contexto de criminalidad, más allá de si las víctimas estaban directa o indirectamente involucradas.
A los 7 días del 2023 ocurrió el primer asesinato de un menor. A Dylan Panuncio, de 14 años, un policía de civil le disparó en Ayacucho y Circunvalación en el marco de un intento de robo. A los cuatro días un joven de 16 años, Santiago Pacheco, fue acribillado en Granadero Baigorria. En lo que va del año ya son 9 los menores asesinados, todos a balazos. Si el rango etario se extiende a 21 años, se agregan 13 homicidios más.
En 2023 la violencia callejera mantuvo la tendencia de 2022 respecto de un recrudecimiento en la zona noroeste. En ese marco se explica, por ejemplo, que tres adolescentes fueron asesinados en el mismo barrio con una diferencia de tres días. Jeremías Natanael López, de 15 años; Maite Gálvez, de 14; y Máximo Luján, de 13, murieron al quedar en medio de ataques llevados a cabo desde vehículos en movimiento. Una serie de hechos violentos que incluyó también el crimen de un hombre de 37 años y que por el momento no fueron esclarecidos.
>>Leer más: "Jamás me imaginé lo peor", el dolor de una madre por su hijo de 13 años asesinado a balazos
El resultado muerte es el más grave en este contexto, pero no es la única consecuencia. Según las estadísticas del Observatorio de Seguridad Pública de la provincia, en 2022 hubo 35 menores de 15 años heridos por armas de fuego. El mismo organismo registra, hasta fines de abril pasado, 19 hechos en lo que va del año, a los que se le suman el de este martes y otros ocurridos en mayo que aún no fueron sumados a las estadísticas.
Otra consecuencia es tal vez colateral: las escuelas que suspenden las clases por amenazas de balaceras, por ataques llevados a cabo contra las instituciones o en sus inmediaciones, e incluso por duelo cuando hay alumnos asesinados. Hechos que provocan un quiebre en la vida social y en el ciclo educativo de los chicos, además de profundizar la precariedad del Estado en algunos sectores de la ciudad. Un marco que genera preocupación en la comunidad educativa y remarca la certeza de que hay lugares en Rosario donde las infancias están en peligro.