Benjamín Olaizola es parte de ese éxodo venezolano que la agencia de Naciones Unidas para Refugiados (Acnur) describió como el desplazamiento humano más grande de la historia moderna de Latinoamérica. Una de las 5.500 personas que a diario, según estiman, cruzan las fronteras del país caribeño empujados por la crisis política e institucional. No piensa en volver ni en quedarse. "Hay que esperar", cuenta el hombre que desde 1998, cuando jugó en Caracas la primera partida de Scrabble, no imaginó que sería dos veces campeón, que lo acercaría a quien es hoy su esposa y que también a través de los amigos hechos entre campeonato y campeonato, saldría de Venezuela para radicarse en Rosario. Olaizola, que ayer participó del torneo nacional que se realiza en el Hotel Riviera, consideró que su situación "es privilegiada si se la compara con la de otros venezolanos", y aseguró: "Mis amigos me dan trabajo, pero sobre todo tengo, a través del juego, una red de contención que muchos compatriotas no tienen".
Afirma que lo más maravilloso del Scrabble es que lo dejó viajar por el mundo, y habla del "mundo scrabblístico" para referirse a todas esas relaciones que tejió por décadas y que en los últimos años le permitieron pensar y concretar su salida de Venezuela.
En 1998, Benjamín era un estudiante que vivía a pocas cuadras de la plaza Altamira, en el centro de Caracas, y que apenas jugaba en el ámbito familiar, cuando se acercó por primera vez a un torneo. Recuerda mucho los detalles y señala que fue en el Teatro Teresa Carreño donde fue con su hermano y su cuñado a jugar por primera vez.
"Nos fue bastante bien y nos sorprendió", cuenta y admite que al año siguiente los resultados no fueron tan buenos. "Eso me motivó, me anoté un club de Scrabble, mejoré mucho y para el 2000 logré una plaza para el mundial que se disputaría en Chile", detalla.
Fue en el país transandino que quedó 5º y un año más tarde, en San José de Costa Rica, se consagró campeón por primera vez.
En adelante fueron torneos tras torneos. Allí se cruzaba jugadores de todo mundo, incluidos argentinos y rosarinos que "en muchos casos son verdaderos jugadores de elite", asegura.
El amor
Entre esos campeonatos conoció en 2007 a Karene, su actual mujer. "Fue todo muy vertiginoso", señala, y cuenta que mientras se preparaba para el campeonato mundial de ese año empezaron a salir y en pocos meses quedó embarazada. "Ahí nomás nos casamos, fuimos juntos y gané el segundo campeonato, después nació mi hijo", indica sobre el niño que nació en 2008.
"Tuve varias finales, como la de México en 2011, pero no gané más. En varias me ganaron mis amigos; muchos, argentinos".
La salida
Recibido de administrador de empresas en 2005, trabajó como corredor inmobiliario e incluso en la administración pública. "El deterioro fue progresivo", señala sobre la crisis política, económica e institucional que atraviesa su país, y se admite como un "privilegiado" de haber podido "salir, tener trabajo y vivir en una ciudad como Rosario, donde mis amigos son mi red, más allá de que extraño cada día a mi familia". Es que fueron sus compañeros de Scrabble los que le insistieron. "«Veníte» me decían cada vez que nos encontrábamos, y eso que primero fue en chiste, fue convirtiéndose en una posibilidad más concreta con el paso del tiempo y el deterioro de la situación", relata.
Fue así que llegó en 2017, con Karene su mujer y su hijo, y comenzó a trabajar como administrativo en una empresa constructora. "Es doloroso estar acá, saberse bien y contenido, y saber que en tu país las cosas van mal, hay grandes necesidades y problemas —continúa—. Allá dejamos todo, familia, casa y trabajos; así que vamos viviendo día a día, viendo el panorama y sin saber qué será de nosotros en el futuro", admite con resignación.
en acción. Olaizaga, ayer, en pleno torneo en el Hotel Riviera.