Aún en medio de las complicaciones que acarrea la pandemia desde hace más de un año, muchos santafesinos manifestaron su deseos de ofrecerle una familia a decenas de niños que por distintos motivos quedaron en estado de adoptabilidad. Según datos aportados por el Registro Unico de Aspirantes con Fines Adoptivos (Ruaga), hay 200 aspirantes que siguen adelante con un proceso que iniciaron en 2020. Además, a ellos se suman otros 256 que se anotaron al cierre del último llamado a inscripción el 10 de junio. En toda la provincia hay 70 chicos en estado de adoptabilidad, 49 de los cuales ya se vinculan con pretensos adoptantes.
El camino de la adopción tuvo cambios de paradigmas en los últimos años. Los funcionarios, operadores judiciales, familias, parejas o personas que emprendieron los trámites, e incluso comunicadores, comprendieron que no solo se trata de cumplir el anhelo de ser padres, sino fundamentalmente de darle una familia y protección a niños que por distintos motivos quedan desamparados.
Y a pesar de las restricciones que impuso la pandemia del Covid-19, la ciudadanía dio respuestas a las sucesivas convocatorias que hizo el Ruaga desde 2020. En ese sentido, la directora provincial del organismo, Magdalena Galli Fiant, recordó que hubo 410 inscriptos durante el año pasado: 240 en agosto, y otros 170 en diciembre.
En tanto, en 2021 ya se realizaron dos convocatorias. En marzo se anotaron 172 personas, y en el último llamado de mayo, que cerró el 10 de junio, se completaron otras 256 fichas de pretensos adoptantes. De acuerdo al cronograma, se hará otro llamado antes de fin de año. De acuerdo al contexto, el balance es positivo, según el análisis de la directora del Ruaga.
Instancias
Los inscriptos, que pueden ser personas, familias o parejas, luego atraviesan una segunda instancia de encuentro informativo, entrevistas personalizadas con funcionarios del registro (por ahora bajo la modalidad virtual), donde se trabajan aspectos técnicos, marco social, disponibilidad, aspiraciones adoptivas y su viabilidad en relación a las edades de los niños.
“Luego de la registración se les informa sobre los chicos que están en estado de adoptabilidad, edades, si hay adolescentes o grupos de hermanos, en algunos casos las circunstancias especiales de salud. Es una instancia de evaluación de requisitos, de viabilidad, también de intercambio entre los aspirantes”, amplió Galli Fiant a este diario.
Con matices, entiende que el balance es positivo en relación al interés demostrado por los santafesinos para recibir nenes en adopción. De todos los inscriptos, la titular del Ruaga aclaró que al 16 de junio hay 200 que vienen del año pasado y ya superaron distintas etapas. Hoy están en condiciones de iniciar un proceso de vinculación con niños en estado de adoptabilidad.
Con medidas excepcionales
Cuando un niño es sujeto de una medida excepcional que obliga a separarlo de su centro de vida, la subsecretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la provincia da parte a los jueces de Familia, que deben hacer un control de legalidad de esas intervenciones y velar porque no se vulneren sus derechos.
Según aportó la subsecretaría de Niñez de Santa Fe, Alejandra Fedele, en esa situación hay unos 200 niños. No hace falta enumerar las circunstancias por las cuales llegaron a ese estado. Mantener a salvo sus historias evita estigmatizaciones y prejuicios que pueden condicionar un proceso sensible.
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En la actualidad hay 70 niños que superaron esa instancia judicial, luego de que el juez considera que lo mejor para su futuro es integrarlos a una familia adoptiva. Luego se da intervención al Ruaga. “Más de la mitad de esos chicos ya iniciaron un proceso de vinculación con familias que aporta el registro. Otros 25 aún esperan por personas que los quieran adoptar”, indicó Fedele.
La funcionaria hizo una observación respecto a un aspecto que se busca subsanar y trabajar con múltiples abordajes. “Hay algunas dificultades para encontrar familias que reciban a niños mayores de 10 años, o adolescentes”, se preocupó.
Por su parte, Galli Fiant hizo una salvedad en relación a los interesados. “Aquellos que superaron las primeras instancias se les brinda un plazo de un año (desde el momento de la inscripción) para que puedan completar el formulario F2 donde deben ser más específicos en relación a la disponibilidad de adoptar, y qué edades”.
También aportó que lógicamente después de las entrevistas hay aspirantes que no se admiten porque “no reúnen las condiciones o no son viables sus pretensiones”. Sin embargo, muchos de los que siguieron con la intención de ser parte del registro “ya están incorporados, y otros incluso atraviesan la etapa de vinculación con niños”.
Pocos aceptan mayores de 10 años
Con sustento en las estadísticas, la titular del Ruaga respaldó la referencia de Fedele sobre las dificultades en conseguir familias para chicos mayores del 10 años. “Sólo el uno por ciento de nuestros inscriptos acepta a chicos mayores de 10 años”, remarcó en relación a un trabajo que demanda búsquedas minuciosas.
Aunque los santafesinos muestran apertura a la hora de modificar sus pretensiones y se abren a la posibilidad de recibir niños más grandes, hermanos, o incluso con algunos con problema de salud, hay algo irreparable que sucede mientras el tiempo se escurre más de la cuenta entre medidas excepcionales, resoluciones judiciales y la búsqueda de padres adoptivos: los ciclos vitales de niños se diluyen en medio de una amarga espera hasta recibir el abrazo de una familia, salud y educación.
Deseos de adoptar
Al dar a conocer los datos de la última inscripción al Ruaga, la titular del organismo aportó datos que demuestran la complejidades de la búsqueda. “Hay 49 chicos en la provincia que se están vinculando con sus futuros adoptantes, son procesos que llevan un tiempo, que varían según cada situación, pero son acompañados en el caso de los adultos, y también por la secretaría de la Niñez en relación a los niños, hasta que el proceso termine en una resolución judicial que otorga la guarda”, recalcó Magdalena Galli Fiant.
También recordó que entre esos niños, “hay cuatro grupos de hermanos que no pudieron ser adoptados por un misma familia”. Por eso insistió en un concepto que refuerza el cambio de mirada sobre la adopción. “Los inscriptos deben conocer que hay una realidad. Los chicos que esperan una familia son de edades variadas, hay mayores de 10 años, adolescentes, y pocos inscriptos que estén en condiciones de recibirlo. Solo el 1 por ciento de los interesados demuestra interés en adoptar chicos adolescentes de 12, 14 o hasta 17 años”.
Integrarlos a una familia
“El proyecto adoptivo no es solo incorporar a un niño pequeño como forma de ser mamá o papá por adopción, sino que pueden recibir grupos de hermanos, niños más grandes cuyas vidas se va a integrar a esas familias. Los deseos de adoptar no siempre coinciden con las necesidades reales de esos chicos. El proyecto adoptivo se piensa de una manera, pero las necesidad es otra, y esa es la gran brecha”.
Las búsquedas del Ruaga cuando hay casos especiales (grupos de hermanos, situaciones especiales de salud, o mayores de diez años) se transforma en una tarea artesanal. “Hay que trabajar para dejar tendidas las redes, facilitar que puedan tener una familia. Por eso hacemos búsquedas por aproximación, cuando ponemos a consideración de interesados en cierta edad que hay chicos un poco más grandes”.
Según Galli Fiant, “gracias a estas estrategias también se anotan otras personas. A veces se indaga si aquellos que se inscribieron para recibir dos hermanos pueden aceptar uno más, en el caso de que sean tres. También hay pedido de colaboración a todo el país. Esto es una tarea artesanal cotidiana, de revisar cuantos niños, cuantos inscriptos, y no siempre lineal”.