La situación que viven las personas con discapacidad y las prestaciones necesarias que forman parte de su cotidianidad, como lo son el transporte o las distintas instituciones a las que asisten, se encuentran en absoluta emergencia. Uno de los ejes fundamentales que desencadenó el quiebre del sistema es el económico, aunque también se esbozan otros que son políticos. Sin respuestas por parte del Estado, el insostenible desfasaje arancelario proyecta a corto plazo algo inminente: el cierre de los establecimientos para las personas con discapacidad.
Las prestaciones para personas con discapacidad se facturan, en su mayoría, a mes vencido y se cobran, en el mejor de los casos, a 60 o 90 días. En un contexto inflacionario arrasador y de constantes ajustes, la pérdida en relación a los aranceles es muy grande. El quiebre empezó primero con los transportistas por los aumentos del combustible que se dieron desde la llegada de Javier Milei a la presidencia de la Nación. Ahora, todos los eslabones se ven afectados y las instituciones están cerrando.
“La situación es alarmante en todos los eslabones que conforman el sistema de prestaciones básicas de atención integral a favor de las personas con discapacidad, como lo son el transporte, los centros de rehabilitación, los centros de día o los espacios terapéuticos. Si uno de ellos deja de funcionar, repercute y tiene graves consecuencias”, manifestó Mariel Chapero, presidenta de la Asociación Provincial para Personas con Discapacidad (Apridis).
Y continuó: “Desde comienzo de mes, gran cantidad de pacientes no está pudiendo concurrir a los servicios de atención. La precarización de las prestaciones nos está llevando a un cese inminente en la actividad. Estamos trabajando con instituciones de todo el país y en la espera de respuestas urgentes del Estado”.
Las actividades de verano de muchos establecimientos fueron suspendidas porque los chicos no pueden llegar, ya que en muchos casos sus familias no consiguen trasladarlos o es una dificultad utilizar el transporte público. Además, porque los recursos económicos de las instituciones son cada vez más escasos. Este quiebre genera un estado de extrema gravedad para la salud de las personas con discapacidad, su inclusión y su autonomía.
En este sentido, la presidenta de Apridis reflexionó: “En lugar de armar proyectos, nos tenemos que dedicar a visibilizar la problemática y enviar notas a distintas entidades. Es invertir nuestro tiempo en luchar por los derechos ya adquiridos. Hoy nos los arrebataron. Estamos con muchísima angustia, somos personas que nos formamos para esto y nuestro propósito es mejorar la calidad de los servicios que brindamos, trabajar colectivamente”.
Deuda histórica y derechos adquiridos
La movilidad es una deuda histórica del Estado para las personas con discapacidad y desde Apridis la viven denunciando. A veces, en las aplicaciones móviles figura que está por llegar un colectivo con rampa y quienes lo esperan, se encuentran con que no es así, en otras ocasiones la rampa no funciona. Esto produce instancias que en vez de facilitar, complican la movilidad y la vida cotidiana de estas personas y sus familias.
“Las políticas públicas tienen que promover la autonomía de las personas con discapacidad. Una rampa que no funciona o una esquina que no tiene para cruzar es una barrera que pone el Estado. Hablamos de accesibilidad universal”, indicó Chapero.
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Si bien existen deudas pendientes, también hay derechos adquiridos. Desde Apridis manifestaron que “hubo un retroceso” con el nuevo gobierno nacional. En este contexto, plantearon: “Una cosa es la deuda pendiente y lo que tenemos que seguir trabajando, y otra lo que ya se logró. Hoy las personas no están accediendo a los espacios donde realizan sus actividades, es muy grave para su salud no concurrir a rehabilitación o que las instituciones lleguen a la instancia de cerrar sus puertas”.
¿Usuarios de segunda?
Las distintas instituciones destinadas al bienestar de las personas con discapacidad pidieron una reunión con el gobierno de la provincia de Santa Fe que se consumó con las nuevas autoridades de la Subsecretaría de Inclusión. El encuentro se realizó pero sin respuestas, ya que el pedido de “poner en agenda” a las personas con discapacidad no se concretó hasta el momento. También, estuvieron en diálogo con Iapos porque “la situación de sus afiliados es terrible”.
A partir de esta problemática, los trabajadores se comunicaron con el gobernador Maximiliano Pullaro a través de una nota formal a principios de enero pero tampoco obtuvieron una respuesta. Las instituciones, que a pesar de la crisis que vive el sistema de prestaciones siguen funcionando, no pueden contemplar afiliados de Iapos porque “es muy difícil, los valores son demasiado bajos”.
“Parece que el usuario de Iapos es de segunda. Se piden muchísimos requisitos desde el gobierno provincial hacia las instituciones, pero no destinan los recursos que son necesarios para que esas exigencias se puedan cumplir. Entonces nos encontramos con profesionales absolutamente precarizados y establecimientos que están cerrando”, reveló Chapero.
En carne propia
Amparo tiene una discapacidad neurológica que sus médicos descubrieron cuando ella tenía seis meses, hoy tiene 18 y no puede realizar el tratamiento que necesita. Su mamá, Daniela, relató que como no puede manejarse sola en la vía pública, es necesario que se movilice en transporte o junto a un familiar que la acompañe. Por la mañana, Amparo asiste a un centro de día y a la tarde va a distintas terapias. Pero todo se cortó.
“Si tenemos que llevarla y traerla caminando es mucho tiempo, tardamos una hora de ida y otra de vuelta, muchas veces no asiste. No sé qué hacer, no puedo dejar de trabajar para llevarla porque nos quedamos sin comer. Los servicios de prestación como el transporte son fundamentales, necesitan estar inmersos en la sociedad”, expuso Daniela con respecto al desesperante escenario al que se enfrentan.
Además agregó: “No entiendo por qué son tan invisibles las personas con discapacidad. Muchas veces, cuando usamos el transporte público, los colectivos no paran. Todo se hace difícil, es como una agresión que se siente todo el tiempo”.