Por Luis Castro
"La libertad es lo más lindo que te da la vida de cartero, no lo cambio por nada". La frase suena con fuerza y la dice orgulloso Hernán Arana, cartero que hace 25 años que recorre las calles de la ciudad a pie y tocando timbres. Lo hace con felicidad, por más rutinario o cansador que pueda parecer. "Estar en la calle y en contacto de la gente es lo más gratificante de este trabajo", confeso sonriente, con el bolso colgado en el hombro derecho y cartas en mano bajo el sol de una primavera anticipada.
Hoy, en su día, recorre las calles de los barrios de la ciudad sin descanso. En 1771 se estableció el 14 de septiembre como el Día del Cartero en homenaje al español Bruno Ramírez, el primero cartero oficial del país. Un hombre tan importante que, en la ciudad de Hurlingham, se bautizó un barrió como Cartero Bruno Ramírez. Obviamente, en honor a ese trabajador que llegó de Sevilla y que hizo historia en Buenos Aires.
Más allá de la celebración, Arana, (47 años y dos hijos, cumplió con su trabajo como cada día, le tocó la zona de Riobamba y La Paz que conoce bien, hace años. Con la misma felicidad de siempre, a pesar de que la pandemia de coronavirus lo obligó adoptar nuevas rutinas, tomar nuevos recaudos. "Me gusta el trabajo porque estoy en la calle y con la gente. Siempre me encantó esta tarea. Yo podría trabajar adentro en el Correo Argentino, pero no quise porque en la calle me siento cómodo, feliz", relató en diálogo con La Capital.
Uno de los beneficios de su labor es el horario, trabaja de mañana, desde las 6 hasta las 14, y, además, el salario, que es bueno. "No me puedo quejar", admitió Arana, mientras esperaba ser atendido en un edificio para entregar una carta.
El coronavirus, como en todos los trabajos, hizo que las empresas a tomaran medidas con el fin de que sus empleados eviten los contacto y, de este modo, los contagios. En el Correo hay cerca de cincuenta carteros y para que no se junten en la sala de distribución se establecieron dos turnos.
Arana señalo que al entregar las cartas o envíos las personas firman las planillas y solo muestran el DNI. "No tocamos nada", advirtió el cartero, quien recordó que una de sus películas predilectas -como no podía ser de otra manera- es "El cartero", 1995, que cuenta la historia de un cartero que se hizo amigo del poeta chileno Pablo Neruda, durante su exilio en un pequeño pueblo italiano.
La inseguridad es una preocupación de los que trabajan en la vía pública, también para los carteros. No obstante, Arana destacó que no le tocó sufrirla en carne propia. "Estoy en una zona céntrica, que es más tranquila, pero a mis compañeros si les han robado", contó, y eso que no llevan más valores que papeles. "Buscan los celulares personales", explicó.
Pese al a revolución tecnología, el correo electrónico, el WhatsApp y las redes sociales, la importancia del cartero es innegable. "El trabajo bajó muchísimo. Antes había más cartas, ahora no tantas. En las fiestas se mandaban muchísimas tarjetas. Eso no existe más", se lamento Arana.
Arana reflexionó que "las cosas se van reinventando y se trabaja con otros productos, hay envíos de mercaderías por ventas telefónicas, Mercado Libre, entre otros". Y en el Correo lo viven a diario, con largas filas para buscar las compras que los rosarinos hacen vía internet.
¿Mito o realidad? ¿Los días de descanso el cartero sale a caminar? Arana sonríe ante la pregunta y niega con la cabeza. No descarta que alguno de sus colegas lo hagan, pero no es su caso. "Los fines de semana son para estar con los chicos", aclaró.
"Libertad". Una simple palabra, pero tan valiosa y de tanto sentimiento. La síntesis con la que Arana graficó la tarea de cartero que cumple, que no cambia por nada y que tanto significado tiene en un mundo donde siempre se reclama lo mismo: ser libre.