Al ingresar a la sede del Club Social y Deportivo El Luchador puede leerse sobre una pared la consigna: "Aquí se respira lucha". Debajo de la inscripción, que marca a fuego los orígenes y el devenir de la institución, niños y niñas corren detrás de una pelota mientras unas chicas montan la red para jugar al volley. A un costado, en una pileta de natación cubierta y climatizada, se escuchan los braceos contra el agua. Son nadadores de todas las edades que vienen del barrio para ejercitarse en las aguas cálidas.
Del otro lado del patio, una puerta conduce al buffet del club. Ahí los más viejos juegan con los naipes, cerveza o café de por medio, y desprenden risas, gastadas y enojos en una mesa redonda que acapara la atención de todos los que pasan.
Un poco más acá, en un salón con parrillas, mesas y sillas, un profesor de guitarra guía la clase en la que participan chicos de seis a doce años. Puntean melodías de inicio, repitiendo el ejercicio bajo la atenta mirada del profe. Estamos en la zona oeste de Rosario, en el corazón del barrio La República, territorio de lucha.
Todos del mismo barro
El Luchador nació un 1º de mayo de 1932. Sus fundadores provenían de los movimientos obreros, eran trabajadores que se reunían en las esquinas del barrio. En el contexto de la depresión económica que hacía estragos en la población, movilizaron la idea de formar un club social y deportivo que diera respuestas a las necesidades del territorio.
El primer espacio fue un sótano ubicado en Carriego al 1500, donde se formó la primera comisión directiva que decidió el nombre originario: Club Social y Deportivo Obrero El Luchador. Además de competir en ligas de fútbol locales, el club acunaba una biblioteca popular abierta al barrio, donde se ofrecían talleres de alfabetización y apoyo escolar.
La bandera siempre llevó los mismos colores: rojo, negro y verde."Los colores tienen que ver con el anarquismo, con cómo pensaban sus fundadores. El nombre "Luchador", viene de las luchas de las clases obreras, por las reivindicaciones sociales que planteaban sus primeros miembros", cuenta Alberto Blasco, socio del club hace más de 25 años.
En 1938 el club se instaló en su sede actual, en unos terrenos alquilados en calle Lima al 1300. En la década del 40 vivió sus años dorados. Se construyeron la cancha de básquet y luego la pileta, se editó un periódico y hasta se tejió la idea de una universidad popular. Por las noches, el club se llenaba de música con orquestas de renombre y grandes bailantas populares. La masa soceitaria alcanzó esos años las 1.700 personas.
Con el golpe militar del 55, la institución se vino a pique. En pocos años, quedaron apenas 250 socios y la sede cultural y administrativa del club fue vaciada por el gobierno de facto. Volvió la democracia y un grupo de vecinos conformó la comisión directiva haciendo renacer el proyecto social, deportivo y cultural.
La experiencia tuvo años de crecimiento, con una importante contribución en el ámbito deportivo de la ciudad. Pero llegó el golpe del 76 y los sueños volvieron a desmoronarse. Con el retorno de la democracia en los 80 las familias se apropiaron de la sede, que estaba casi abandonada. Volvieron a realizarse tareas educativas, prácticas de deportes, reuniones sociales y culturales.
Pero llegaron los 90 y con ellos un nuevo modelo de sociedad configurada por el avance del neoliberalismo en nuestro país y en el mundo. Lo individual sobre lo colectivo, lo privado sobre lo público, el mérito sobre la igualdad de oportunidades, fueron ideas que quebraron las bases de aquellos espacios que le pertenecen al pueblo, como los clubes de barrio. POco quedaba del club cuando estalló en 2001 la crisis social, política y económica.
La República que renace
Frente a la crisis, empezaron a organizarse las primeras asambleas barriales. El club ya casi no tenía ritmo institucional y los intereses económicos avanzaban sobre la vida social. Un grupo de amigos pusieron en acción un proyecto de recuperación de El Luchador y también del Club El Federal, ubicado a tres cuadras que tampoco era ajena a la situación social y económica del contexto. Las dificultades fueron muchas, pero la organización colectiva fue ganando los espacios.
"Empezamos a juntarnos entre un grupo de amigos convencidos de que pensar el barrio implica sentirnos juntos en un mismo territorio, definiendo y decidiendo cómo queremos vivir. A partir de eso empezamos a pensar en el trabajo en dos instituciones, el Luchador y El Federal, donde nacimos, como punto de encuentro y espacio de formación para generar acuerdos en cuanto a cómo queremos vivir". Nicolás Rigatuso fue protagonista de la recuperación de los clubes, hoy es parte de la comisión y dirige las divisiones inferiores del futsal de El Federal.
Desde sus inicios, el proyecto buscó enraizarse en La República y también en barrio Bella Vista, abriendo espacios de participación en diversas disciplinas. Para Juan Manuel Dezorzi, jugador de futsal del club y miembro de la comisión, la idea del proyecto "es trascender la barrera de los espacios y poder tener influencia en sectores y espacios específicos. Las intervenciones se dan en lo cotidiano, en la granja, en el club, en la plaza, pensando que es necesario ocupar estos espacios. Por eso hemos realizado un montón de actividades: El Che en los barrios, Carnavaleando, la República de los niños, que buscan abrir la participación fuera de los clubes".
Decenas de chicas y chicos de distintos barrios llegan todos los días a El Luchador para hacer natación, practicar vóley o futsal. Otros se acercan para participar en los talleres de la Universidad Popular de Artes Rosario Oeste. Su coordinador, Eduardo Dezorzi dice que con este proyecto "se retoma una iniciativa de los fundadores del club, una universidad para todo el barrio". La experiencia de El Lucha combina deporte, arte y cultura como procesos de integración y construcción colectiva en el territorio.
Para Blasco, que fue presidente e integró el equipo de futsal, el lucha "es un lugar de contención, un club de barrio que integra. Acá pasa eso, vienen chicos de una escuela a practicar deportes, hacer sus clases de gimnasia, utilizan la pileta. También viene gente mayor a nadar, jubilados. Hay fútbol desde los 5 años".
Clubes en la pantalla grande
Estee viernes 2 de noviembre, a las 20.30, en el cine El Cairo se proyectarán dos capítulos de cuatro series web ganadoras de la convocatoria Estímulo a las Industrias Culturales. Entre ellos, se podrá ver "La Leona" (Club Sportivo Alberdi) y "Aquí se respira lucha, capítulo dedicado a la historia conjunta de los clubes El Luchador y Federal, que forman parte del universo transmedia De Barrio Somos. La muestra se realiza en el marco de la celebración por los 10 años de Espacio Santafesino, con entrada gratuita.
De Barrio Somos | Historias de clubes en 360º
El proyecto transmedia da forma a un recorrido multiplataforma por las historias de clubes de la ciudad de Rosario, de la mano de personajes que le otorgan tridimensionalidad, articulando una serie de medios on y offline que buscan aprovechar las potencialidades narrativas de cada lenguaje. Es una iniciativa del #DCMteam de la Universidad Nacional de Rosario.
De Barrio Somos incluye un webdoc (o documental interactivo), propuestas de realidad virtual que combinan tecnología 360 + Cardboard, una serie documental para TV y web (8 capítulos de 13 minutos), un libro de crónicas, un juego de mesa, un álbum de figuritas con trackers de realidad aumentada, una kermesse transmedia y contenidos para redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.
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