Los datos que ofreció la UCA abarcaron un período de más de diez años, y según ese trabajo, el malestar psicológico se iba a profundizar en 2024, algo que parece estar ocurriendo, según lo que ven los especialistas en sus consultorios. Los psiquiatras, en el sector público y privado, advierten que este año las consultas se incrementaron y que incluso viene bajando la edad de quienes buscan ayuda para paliar su sufrimiento psíquico.
Estefanía Niccia, médica psiquiatra y docente universitaria, quien atiende pacientes en Rosario, dice sin vueltas: “Sí, hay más consultas, y más diagnósticos de trastornos de ansiedad y depresión”. Los que más recurren a la atención profesional son personas de mediana edad, a partir de los 30 años.
La experta, que acaba de publicar el libro Psiquiatría Humanizada, destacó que si bien hay un incremento en la cantidad de consultas, el hecho de pedir un turno a un psiquiatra sigue siendo un tema tabú, repleto de prejuicios. Ese “peso” es el que muchas veces impiden a una persona que lo necesita iniciar una terapia que le permita vivir mejor.
Prejuicios sobre la psiquiatría
Escribiste un libro cuyo título es Psiquiatría Humanizada, ¿eso implica que hay una que no lo es?
Es que justamente hay como una deshumanización de la psiquiatría, en relación a los prejuicios y temores que existen sobre la profesión. La mirada que tiene la sociedad, en general. Al paciente le cuesta acercarse a una consulta aunque esté sufriendo. Piensan que eso que les sucede les pasa a ellos solos y no dan el paso que les puede cambiar la vida. Porque hay muchas de estas situaciones que con el tratamiento adecuado mejoran, se estabilizan. En mi libro hay historias anónimas que ayudan a ver que estos padecimientos suceden mucho más a menudo de lo que imaginamos, y también que hay salida.
Existe el estigma de “ir al psiquiatra”…
Exacto. Y hay gente que directamente se niega a la medicación que necesita. El psiquiatra es un profesional preparado para indicar el tratamiento adecuado, y es cierto, muchas veces implica medicación, que no tiene por qué ser de por vida, que con un buen seguimiento y dosis correctas no tiene por qué tener efectos negativos sino todo lo contrario: mejora la calidad de vida.
¿Cuáles son los padecimientos más habituales?
El sufrimiento es variado y lo mismo las patologías, pero en los últimos años es muy frecuente la consulta por trastornos del humor, cambios bruscos del estado anímico. Los más habituales son el trastorno de ansiedad, y la depresión.
¿Cómo se manifiesta el trastorno de ansiedad?
Puede presentarse con ataques de pánico, cambios en la cognición, pensamientos negativos que persisten, vergüenza, sentimientos de humillación, dificultad para concentrase, tensión, insomnio, que afectan a la persona en su vida cotidiana; angustia, sentir que las situaciones lo superan, y todo esto pueden influir en el entorno social, familiar y laboral de ese sujeto. Hay cuestiones fisiológicas, síntomas físicos como las palpitaciones, la sudoración, contracturas musculares, morderse las uñas, hacer movimientos repetitivos.
¿Estas señales indican que hay una enfermedad que debe tratarse?
Para eso está el profesional. Porque hay una ansiedad que es funcional, que aparece frente a un estímulo particular: un viaje, un examen, algo que moviliza a la persona y eso le despierta emociones. El tema es que la respuesta sea acorde al estímulo y no exagerada. También se analiza si esa ansiedad se mantiene en el tiempo. Cuando la respuesta es exagerada y prolongada hay que prestar atención y entonces puede haber un diagnóstico. Cuanto antes uno consulte, mejor. Llegan personas que padecen años y años y que no han buscado ayuda profesional. Cada vez más angustiados, más aislados, con más dificultades en la vida social.
¿El enojo y la ira también forma parte del trastorno de ansiedad?
Sí. Puede darse. Es como la otra cara del aislamiento y la tristeza.
¿La persona suele darse cuenta de lo que le está pasando o muchas veces es su entorno el que le pide que vaya al psicólogo o psiquiatra?
Depende de la situación y de la patología. Puede ocurrir que la persona tenga conciencia de enfermedad o que sea notado por su entorno más cercano. En ocasiones el paciente viene porque la pareja, o los hijos, o los padres le insisten.
¿Las mujeres consultan más que los varones?
En general es así, aunque los hombres empezaron a asumir mucho más lo que pasa. También hay que decir que esto puede darse a cualquier edad aunque predomina más en adultos jóvenes, tanto las afecciones agudas en el campo de la ansiedad como las crónicas.
¿Cómo es una manifestación aguda?
El ataque de pánico lo es. Lo crónico es más del orden del estrés que se prolonga, una tensión basal, que incluso altera el metabolismo, modifica tejidos del cuerpo, altera los niveles de cortisol, de adrenalina, aumenta los lípidos, la insulina. Y puede producir infartos, accidentes cerebrovasculares y otros problemas de salud severos. A veces, hasta que no pasa algo del orden físico, la persona no lo advierte como un problema.
¿Y la depresión?
Hay diversas manifestaciones pero en general aparece un marcado desinterés por las actividades cotidianas, hay falta de voluntad, a la persona le cuesta levantarse. Se afectan varias áreas psíquicas. Pero al principio el paciente lo minimiza, hace grandes esfuerzos para seguir llevado su vida adelante. Después, cuando busca ayuda profesional, cuando está en tratamiento, ve cómo cambia el cuadro con la medicación adecuada, cómo su desarrollo personal, afectivo y profesional mejora.
¿Es común que las personas se automediquen?
Sí. Está el que dice tomo esto que me dio mi mamá, o un amigo me presta medio “clona” cuando estoy muy nervioso. Eso es malísimo porque son dosis inadecuadas y probablemente fármacos inadecuados. Suele ser totalmente contraproducente.
Mencionaste que hay más consultas… ¿en una franja de edad determinada?
Sin dudas. A partir de los 30 años se nota el incremento. Pero también hay personas de la tercera edad que se están animando a venir, quizá por primera vez. Es muy importante poner en palabras lo que nos pasa. Hablar de la salud mental con más naturalidad. Un buen tratamiento nos puede cambiar realmente la vida. El martes 6 de agosto, cuando presente el libro en la Sala Lavardén, vamos a estar charlando sobre esto.