¿Cuánto de esas mujeres de vestidos livianos sentadas en los patios a la espera de algo hay en Ramona Montiel? ¿Cuánto de esas cabelleras y las flores que las adornan? ¿Cuánto de esos gestos de las que conversan entre ellas o de las que están sentadas sobre la falta de un varón? "Ramona Montiel viene un poco de ahí", reconoció el propio Antonio Berni, en palabras que años después de su muerte en 1981 se reprodujeron en la revista La Maga y que dan cuenta de esas imágenes de las mujeres de los burdeles rosarinos que con el seudónimo de Facundo había tomado durante 1932 con una cámara Leica traída de Europa en los patios de Pichincha. Esas fotografías que muestran ese interior prostibulario, por aquellos años reglamentado por las autoridades municipales, y que hasta ahora solo fueron expuestas en el Museo de la Cárcova en Buenos Aires, podrán verse por primera vez a partir de este jueves, a las 17, en el Museo de la Ciudad(parque Independencia) como parte de la muestra "Pichincha. Historia de la Prostitución 1914-1932".
El Berni que aún no llegaba a los 30 años y que tomó las imágenes en el inicio de los años 30, cuando la prostitución en Rosario ya llevaba 16 años reglamentada y un debate público ya preanunciaba un final de época, venía de Europa, había estado en Francia y España, había recibido distinciones, realizado muestras colectivas e individuales y vendido muchas de sus obras.
De ese viaje, trajo consigo una cámara Leica y no porque sí: la documentación fotográfica fue un ejercicio que mantuvo a lo largo del tiempo no solo de los prostíbulos, sino de muchos otros espacios y temáticas para la construcción de su obra artística.
Sin embargo, no fue en ese contexto que ese Antonio que se hizo llamar Facundo fue junto a su amigo Rodolfo Puiggrós, por entonces un joven periodista del diario Rosario Gráfico, a los burdeles de Pichincha y tomó las imágenes; más bien casi las robó, las capturó a escondidas y sin que nadie se diera cuenta para una investigación que el periódico realizaba por esos años donde la abolición de la prostitución estaba en debate.
Esas fotografías que se publicaron en la edición del 11 de febrero de 1932, en el marco de una fuerte campaña que el periódico independiente venía sosteniendo contra la prostitución en la ciudad y que se ratificaba en esa nota que firmaban dos jóvenes que con los años se convertirían en referentes nacionales de la vida política y artística.
Documentos históricos
Las fotografías, que se exhibirán junto a una cámara Leica que utilizó Berni y una reproducción de la edición del diario Rosario Gráfico -el original se encuentra en el Museo Histórico Julio Marc y no está en condiciones de ser trasladado-, forman parte "Pichincha. Historia de la prostitución en Rosario 1914-1932" que comenzará a exhibirse en el Museo de la Ciudad y de la cual su director, Nicolás Charles, afirma "son una de las joyitas" en el recorrido de las salas.
En el marco de la historia la Rosario prostibularia, en esos años donde el ejercicio de la prostitución estuvo reglamentada, Charles afirma que las imágenes tomadas por Berni "son todo un documento histórico" ya que existen "pocas imágenes que muestren el interior de los burdeles: los hombres, las mujeres, la arquitectura de los lugares".
Sin embargo, no serán las únicos. La propuesta que trabaja sobre los textos de la historiadora María Luisa Múgica, la primeras en abordar desde la investigación académica la prostitución en Rosario, así como del escritor Rafael Ielpi se articulará también a partir de otras imágenes y objetos de la época.
Aunque mucho se ha hablado de la Pichincha prostibularia, Charles afirma que es la primera vez que se aborda desde un espacio como un museo esa historia "en forma detallada, teniendo en cuenta el orden legal y jurídico que significó ese período y que María Luisas Múgica deja asentado en sus investigaciones, así como la faceta vinculada al control sanitario, el ejercicio de poder que eso significaba sobre las mujeres y la explotación sexual".
Pensada además en el marco de las historias barriales que el Museo de la Ciudad viene contando, esta de Pichincha busca además abordar "las reinterpretaciones del barrio, el imaginario que se construyó sobre él y cómo responde a esa reorganización de la ciudad de fines del siglo XIX y principios del siglo XX donde aúnan elementos como la inmigración, el comercio, la Estación Sunchales (hoy Rosario Norte) y la organización de todo un barrio para el ejercicio de la prostitución durante un período de tiempo", detalló Charles.
Sin romanticismos
Prontuarios, los documentos del control sanitario e incluso el instrumental ginecológico que se utilizaba para llevar adelante esos "controles sanitarios" en las mujeres que ejercían la prostitución en esos tiempos son algunos de los objetos a través de los cuales también se cuenta la historia y que deja en claro, como señala el director del museo, "la relación de poder que se ejercía sobre las mujeres" en ese contexto.
La propia María Luisa Múgica -convencida de que "la historia es el arte de desacralizar"- se para tan lejos de la romantización de Pichincha como de las miradas moralistas, e incluso no deja de mencionar los escollos encontrados hace algo más de dos décadas cuando en las investigaciones los temas de mujeres eran considerados "menores" por la academia.
Es que Múgica lleva 25 años el tema como docente e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y en ese punto también tiene qué decir.
"En ese tiempo, no solo no se hablaba de perspectiva de género, sino que de historia de las mujeres y el abordaje de esos temas eran considerados menores o poco significativos o sustantivos, apenas curiosidades, en la academia y en nuestra Universidad donde había una minimización incluso por parte de la propia Escuela de Historia", dice la historiadora, que sin embargo, destaca que ya desde los años 70 se desarrollaba en Europa "un trabajo persistente de investigadoras" que sí iba en ese sentido.
"No es la visión romántica de Pichincha a Los Monos. Hay que decir que Pichincha fue una barrio prostibulario regulado por el municipio porque por entonces Rosario era una ciudad reglamentarista, fue la primera de la Argentina y eso implicaba un sector del Estado inspeccionando a través de controles y que además los prostíbulos eran un negocio", señaló la historiadora.
Múgica también pone en cuestión los análisis "en clave moral" y recuerda que hasta 2005, cuando hubo una decisión de las áreas de Planeamiento y Patrimonio de la ciudad de recuperar sectores de ese que había sido el corredor de los burdeles, "fue un espacio pauperizado y casi maldito".
"Desde entonces, esa volvió a ser una de las áreas más potentes de la ciudad y eso también tiene que ver con las memorias de las ciudades, que se reeditan y que tienen múltiples capas", agregó.