Por Silvia Carafa
Navarro Sánchez es abogada feminista de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, miembro del Observatorio Latinoamericano de Trata y Tráfico de Personas, y autora de publicaciones especializadas. Moncada vive en Santa Fe, fue víctima de la trata desde los 17 años como narra en su libro «Yo elijo contar mi historia», es feminista, abolicionista y fundó Mujeres en Actividad, que en recorridas nocturnas asiste a quienes ejercen la prostitución. Afables y de mirada aguda sobre el tema, dialogaron con La Capital, desde la academia y la vida.
"El sistema capitalista, donde somos objetos de mercantilización y una estructura de poder basada en el género, hace que seamos objetivadas, despersonalizadas y expropiadas de nuestros cuerpos, tal el mandato de la reproducción", contextualizó Navarro Sánchez. Y dijo que esto coloca a los hombres en dueños y dadores de la sexualidad, ejerciendo una primera estructura de dominación.
En ese marco ubicó trata, femicidios, desapariciones y aún versiones más complejas. "El Estado difícilmente ataca esos pilares, actúa de manera superficial y combate como prevención, pero al tolerar estas formas de explotación, se compromete y coaliga con las redes de tratantes que forman parte del crimen organizado, como una estructura empresarial, con tejidos lícitos e ilícitos y transnacional", detalló.
Según la investigadora, el cuadro de situación en la región es alarmante, y en México se habla de emergencia nacional. El retorno de gobiernos de derecha y el aumento de las crisis económicas, con fuerte movimiento migratorio, aportan complejidad. "Los crímenes contra las mujeres adquirieron un grado de violencia muy significativo, las víctimas tienen entre 15 y 25 años y son precarizadas", comentó.
"Las mujeres son trasladadas, comerciadas y explotadas en otros lugares, por redes de tratantes transnacionales que las mueven de países, la trata que puede derivar en femicidio, una asociación de delitos", graficó la investigadora. Y dijo que enfrentar la situación es "un reto es muy difícil, porque cuando el Estado combate a la trata es por presión de los organismos internacionales, pero para el combate se necesita la articulación social, multisectorial, porque en la región se ve la ausencia de voluntad política", dijo la investigadora que también es activista, "poniendo a disposición los saberes".
Justamente esto se plasmó en México, donde las organizaciones de la sociedad civil lograron una ley de víctimas, que implica máxima protección del Estado y reparación integral del daño, más difícil de lograr es la restitución de derechos. El objetivo de máxima es generar políticas públicas que hagan foco en cuatro ejes: prevención, atención, sanción y erradicación de la trata de personas, para convertir los programas en realidad.
Historias que marcan
Moncada escribió un libro para exorcizar la historia de dolor que la atenazó desde la infancia. "Tengo tercer grado sin terminar, mi madre se prendió fuego cuando tenía ocho años y mi tío me violó a los nueves, a los 18, fui prostituida", relató. Ahora trabaja en la recuperación de quienes ejercen la prostitución en las calles, recorre el país dando charlas y talleres sobre trata y violencia de género.
De esas recorridas, es la información con la que sorprende Moncada: "Hoy las niñas prostituidas arrancan a los 11 años, en el norte santafesino están habilitadas a los ocho, no es sólo producto de la pobreza sino la naturalización que hay sobre eso". Y citó a modo de ejemplo, "el papá se va a pescar con amigos, lleva a la niña para cocinar, a la noche la pasan cama por cama, cuando lo escuché me volví loca, las mamás me dijeron que sus abuelas, bisabuelas vivieron lo mismo". A esto sumó ruta, camiones y turismo sexual.
De su trabajo en las cárceles, Moncada da cuenta de la complejidad a la hora de configurar el tema como delito: a veces las compañeras me dicen que no sabían que eso era trata. "Suele separarse a la prostitución de la trata, los grilletes los tenemos en la cabeza, no se imaginan la cantidad de fiolos que involucra a toda la familia", relató desde su posición abolicionista: la prostitución no es trabajo.
Difunde su libro hablando de abolicionismo y feminismo, y sumó su adhesión al Programa Nacional de Educación Sexual, "es fundamental que estos temas se hablen en casa". De noche sale a recorrer esquinas como promotora de salud del VIH. "En 10 años logramos que 16 compañeras comiencen a pensarse y logren hacer otra cosa, eso es elegir", relató y dijo que para las víctimas de trata no hay reparación de daños.
"Este año asesinaron a cuatro compañeras trans, las quemaron y nadie dijo nada. El año pasado a una mujer le enterraron la cabeza en el cemento, con los pantalones bajos y dijeron muerte natural", estremeció Moncada sobre Santa Fe. Secuela de la vida que abandonó, es la deuda de 228 mil pesos que el proxeneta que tuvo le dejó en la Afip, poniendo negocios a su nombre, sin que ella supiera. "La revictimización no para", enfatizó.
"Los crímenes contra las mujeres adquirieron un grado de violencia muy significativo, las víctimas tienen entre 15 y 25 años"