El hotel se llama "Buen Día", tiene dos estrellas y se presenta como "cálidamente familiar". Pero esto se reduciría a un detalle de no ser porque el flamante emprendimiento funciona en Callao 127 bis, en la planta alta del local donde hasta mayo pasado funcionó el cabaret La Rosa, y porque la existencia de este lugar y su supuesta conexión con la whiskería funcionó como un dato clave para imputar a su titular, Juan Cabrera, el delito de proxenetismo. Mientras la Justicia aún no se expidió sobre la apelación planteada por los abogados de Cabrera, conocido en los negocios de la noche como el Indio Blanco, el local ubicado en pleno barrio Pichincha exhibe un cartel que da cuenta del cambio de rubro: Hotel Buen Día, cálidamente familiar, se lee en letras fileteadas.
En su página web, el albergue destaca su ubicación preferencial y la calidad de su servicio. Ofrece coloridas habitaciones singles y dobles con baño privado, aire acondicionado, TV, Wi fi, desayuno incluido y check in las 24 horas. Una consulta telefónica agrega la promesa de una pileta de natación en el patio y precios módicos, pero con reservas completas para los próximos fines de semana.
En el barrio, la apertura del hotel no causó demasiada sorpresa, como tampoco lo hizo hace ocho meses el cierre del cabaret en el marco de la investigación desarrollada en el Juzgado de Instrucción Nº 2, a cargo de Alejandra Rodenas.
En el Concejo el emprendimiento sí despertó sospechas. La concejala María Eugenia Schmuck presentó ayer un pedido para que el municipio informe sobre el funcionamiento del comercio. Entre otras cosas, pregunta si el lugar cuenta con permiso para funcionar, en qué fecha lo obtuvo y, sobre todo, a nombre de quién figura la habilitación municipal. "Si hay una persona procesada por cometer un delito como el facilitamiento de la prostitución y proxenetismo, el municipio debería ser muy cuidadoso antes de permitirle explotar un rubro como un hotel, que le permitiría reincidir en el delito. Es como dejar cuidando ovejas a un lobo", consideró la referente del bloque radical.
Schmuck recordó que en el expediente judicial se acreditó que las construcciones de Callao 125 bis, donde funcionaba el cabaret clausurado, y la planta alta de Callao 127 bis eran un mismo inmueble "con un solo tanque de agua y la misma instalación eléctrica". De acuerdo al informe catastral, el inmueble estaba a nombre de Juan Alberto Miniello, quien alquilaba el lugar a Mariela Otta, pareja de Cabrera y también imputada por facilitar la prostitución.
Cambio de planes. A dos meses del cierre de La Rosa, una sociedad anónima presentó a la Dirección de Habilitaciones un proyecto para reabrir en ese lugar un bar con amenización musical y números en vivo. En octubre Cabrera confirmó a La Capital que planeaba instalar el nuevo negocio "junto a otra gente" y además admitió estar proyectando abrir un hostel en la planta alta. "Como titular del inmueble estoy con otra gente pensando en encarar algo de ese tipo", apuntó.
En esa oportunidad, desde el municipio se confirmó que la clausura del lugar se mantendría firme y que para el otorgamiento de una nueva habilitación se analizaría exhaustivamente toda la historia del local, los antecedentes y su situación legal. La Rosa fue cerrada tras un allanamiento que la Justicia, la Secretaría de Prevención e Investigación de Delitos Complejos, la División Trata de Personas y la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) realizaron el pasado 25 de mayo. Cabrera fue detenido 17 días, acusado de facilitar la prostitución de las mujeres que trabajaban en el local, todas mayores.
Su defensa invocó que su cliente sólo hacía negocio con la venta de entradas al local (60 pesos), los tragos y el alquiler de cuartos en el alojamiento contiguo (del que aceptó ser propietario), pero negó cualquier participación en el comercio sexual de las alternadoras.