Un nuevo deslizamiento de tierra en la madrugada de ayer en la favela Morro do
Bumba, ubicada en el municipio Niteroi, ligado a Río de Janeiro a través de un largo puente que
atraviesa la Bahía de Guanabara, ha sepultado un conglomerado de 60 viviendas y se calcula que unas
200 personas aún podrían estar atrapadas bajo el barro y los escombros. Según el cuerpo de
bomberos, es prácticamente imposible que pueda haber supervivientes.
Se trata del último episodio de una serie de tragedias que desde el último lunes
azota el Estado de Río de Janeiro, bajo lluvias torrenciales, enormes inundaciones, deslizamientos
de tierra y derrumbamientos de casas. Como siempre, la peor parte se la llevan los más pobres, y en
Río los pobres viven en las favelas.
Se cree que este último siniestro hay cerca de 200 personas soterradas, pero lo
previsible es que esta cifra aumente considerablemente en los próximos días. De hecho, las
esperanzas de encontrar con vida a los siniestrados en el Morro do Bumba son tan escasas que los
equipos de rescate ya están trabajando con palas mecánicas y no manualmente.
Según la alcaldía de Niteroi, las casas afectadas fueron construidas sobre un
antiguo basurero, de manera que al recibir la avalancha de tierra y agua las viviendas se hundieron
en un amasijo de desechos y fango.
Las imágenes aéreas impresionan: en un cerro poblado de vegetación se distingue
una gran lengua de tierra que se ha tragado parte de la favela.
Durante las primeras horas tras el siniestro, los bomberos lograron rescatar a
56 personas con vida, entre ellas ocho niños de una guardería que funcionaba en la zona. En todo el
Estado de Río, más de 160 heridos de diversa gravedad se han contabilizado desde el lunes y unas
15.000 personas han tenido que abandonar su vivienda.
Diversos barrios de la capital, principalmente los más pudientes, recobran poco
a poco su ritmo de vida habitual. La preocupación se concentra ahora en las favelas donde sigue
existiendo el riesgo de derrumbes, ya que la tierra continúa húmeda.
El subsecretario de Defensa Civil del estado de Río, Pedro Machado, dijo que la
favela Morro do Bumba de Niteroi se alzaba sobre terreno “muy frágil. No podía absorber la
lluvia. Las casas cayeron y destruyeron las que estaban más abajo”. “Fue una tragedia
anunciada”, concluyó.
El gobierno federal aseguró que creará un fondo de emergencia de 200 millones de
reales (114 millones de dólares) de ayuda al Estado.
Alves Souza, comandante de bomberos en las operaciones de rescate de Niteroi,
dijo que el terreno mojado y abrupto constituía una amenaza tanto para los atrapados entre los
escombros como para las cuadrillas de rescate. “Hemos logrado recuperar dos cuerpos y la
tarea es muy intensa, dado que el volumen de material que tenemos aquí es muy grande”.
Los bomberos dijeron que la cifra oficial de muertos era de 153, pero ese
informe no incluye los enterrados en el Morro do Bumba.
Casi todas las muertes se debieron a los aludes en las favelas, una nueva
demostración de que en una de las ciudades turísticas más famosas del mundo la vida es muy distinta
para los pobres que para los ricos.
Los habitantes de las favelas viven en peligro, soportando tiroteos frecuentes
entre la policía y las pandillas fuertemente armadas de narcotraficantes.
(AP, Reuters y DPA)
Caos
Las lluvias derribaron árboles y cableado eléctrico,
abrieron grietas en las calles y arruinaron las playas.