El primer paciente diagnosticado con ébola en Estados Unidos falleció ayer en un hospital de Dallas, poco más de una semana después de que su enfermedad pusiera al descubierto fallas en las defensas del país contra este mal y detonara un esfuerzo frenético para rastrear a todos los que hayan tenido contacto con él.
Thomas Eric Duncan, de 42 años, fue declarado muerto a las 7.51 en el hospital Presbiteriano de Salud de Texas, donde había estado en aislamiento desde el 28 de septiembre.
Duncan llevó el mortal virus consigo a Estados Unidos desde su hogar en Liberia, si bien no presentó síntomas cuando salió rumbo a territorio estadounidense. Llegó a Dallas el 20 de septiembre y a los pocos días se sintió enfermo. Fue enviado a casa después de una primera visita a la sala de emergencias, pero regresó al hospital el 28 de septiembre y estuvo en aislamiento desde entonces.
Se han identificado a 10 personas, incluidos siete trabajadores de salud, que tuvieron contacto directo con Duncan mientras estaba en etapa contagiosa. Otras 38 personas podrían haber tenido contacto con él. Las cuatro personas que vivían en el departamento en Dallas donde Duncan vivió se encuentran en aislamiento.
Entretanto, las autoridades españolas admitieron ante las europeas que entre las hipótesis sobre el contagio de ébola de una enfermera española está una posible laxitud en algunos de los procedimientos, según explicó ayer el portavoz del comisario de Salud de la Unión Europea.
"España confirmó que en este punto no está claro cómo ocurrió la infección, pero las hipótesis incluyen una posible laxitud en algunos de los procedimientos, entre ellos la manipulación de cadáveres o la eliminación de desechos médicos", dijo Frederic Vincent. La enfermera contagiada pudo contraer el virus al rozarse el rostro con uno de los guantes con los que atendió al misionero infectado que fue repatriado de Africa, según uno de los médicos que la trata en el hospital Carlos III de Madrid.
Al parecer, el contacto del guante con el rostro de la enfermera tuvo lugar en la primera de las dos entradas que hizo a la habitación del misionero Manuel García Viejo, quien murió el 25 de septiembre a consecuencia del virus.
La paciente, que tuvo los primeros síntomas del virus el 30 de septiembre, evoluciona favorablemente y está siendo tratada con un antiviral probado en animales y con suero con anticuerpos de un donante que padeció la enfermedad. Ambos son tratamientos experimentales.
El perro de la enfermera, Excalibur, fue sacrificado ayer por decisión de las autoridades. La medida provocó manifestaciones de defensores de los animales frente al domicilio de la paciente, comprobó un fotógrafo de la AFP.